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viernes, 10 mayo, 2024
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El gas natural, en el epicentro de la irreversible crisis energética mundial

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Por: José Luis Pinedo Vega •

Se hablaba poco o casi nada del gas natural, el menos contaminante de los combustibles fósiles. Aunque en el 2022 su importancia alcanzó una relevancia inusitada, puesto que las mutaciones del mercado del gas, son causa principal de la crisis energética mundial y una de las principales causas de la inflación en el mundo. No propiamente es que haya escasez de gas natural, simplemente se bloquearon o perturbaron las rutas del mercado impidiendo simplemente que el gas llega a su destino; cosa que no es un azar del destino.

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Los países industrializados, bajo un mercado discreto del gas natural, gozaban de un suministro de gas continuo y a buen precio. Pero, lo crisis de la electricidad de fines del año pasado, consecuencia de las privatizaciones de las compañías de energía en Europa y América, y la guerra en Ucrania, vinieron a perturbar en forma irreversible esa gloriosa estabilidad del mercado del gas. 

El gas natural es la 3ª fuente primaria de energía, aporta el 24.4% de la energía del mundo, mientras que el carbono 26.9% y el petróleo 31%. Pero, aunque es la tercera de las fuentes de energía, es insustituible; sus principales funciones, producir electricidad y calefacción. Los países con mayores reservas de gas son: Rusia, que tiene el 19.9% de las reservas del mundo, Irán 17.1%, Qatar el 13.1%, Estados Unidos el 6.7%, China el 4.5%, Venezuela el 3.3%…  

Estados Unidos es el país que más gas natural produce. Produce el 23.1% del total mundial, y consume el 20.5%; por tanto, dispone del 2.6% para el mercado mundial. Rusia produce el 17.4% del gas del mundo y consume el 11.8%; por tanto, destina el 5.7% al mercado mundial. El conjunto de países afines o aliados a Rusia producen el 22.2% del gas del mundo y consume el 15.1%. Quiere decir que tan solo el ex-bloque socialista aporta el 7.1% del gas del mercado mundial. De ahí su importancia estratégica. 

Europa consume el 14.1% del gas a nivel mundial y solo produce el 5.2%, incluida la producción de Noruega, Holanda y Reino Unido. En consecuencia, Europa debe importar 8.9% del gas que se produce en el mundo. Por la vecindad, Rusia y los países de la ex URSS habían sido los principales proveedores del gas a Europa. Aunque, no era ni es suficiente, se requiere el gas de Qatar, Argelia, Nigeria, Egipto, Perú. 

Ucrania se cuenta aparte, no es un país rico en gas, solo cuenta con el 0.5% de las reservas mundiales. Hasta antes de la guerra producía 0.5% del gas del mundo, pero consumía 0.6%; en rigor no era autosuficiente y dependía ligeramente del gas ex-soviético. Por tanto, si bien es la manzana de la discordia en esta historia, no lo es con relación al gas natural.

La guerra en Ucrania cambió la geografía política y el mercado de la energía. Occidente cerro filas y orquestó el boqueo comercial al principal proveedor de gas de Europa. Con el bloqueo el gas faltante, tendría que provenir de Estados Unidos, Canadá, incluso de Australia -que dispone del 2.6% del gas para el mercado mundial-. Pero para que el gas llegue a Europa desde tan lejos, requiera licuefacción y transporte, y por tanto mayor consumo de energía para su producción y transporte. Visto desde el punto de vista ecológico, es no es nada bueno. Pero desde el punto de vista de los negocios, es un escenario muy lucrativo para los productores de gas. Por supuesto el precio lo paguen los consumidores. Y si los ingresos de la población son fijos, indudablemente eso se traduce empobrecimiento. Mientras tanto la riqueza del mundo tan solo se desplaza de un lado al otro del planeta. 

Qatar entre los países con mayores reservas de gas, es el país más afín al bloque occidental. De hecho, se comienza a formular la idea de construir un gasoducto árabe-europeo que vaya desde Qatar a Europa vía Turquía, pero apenas es una idea, concretarla lleva años. Así que no hay solución a corto plazo y el escenario parece irreversible a mediano plazo.

La Unión Europea ha instado a la población a disminuir su consumo de energía en un 15%. En Francia Emanuel Macron está promoviendo un plan para reducir en 10% el consumo de energía, pretendiendo el desarrollo progresivo de la iluminación mediante LED y el uso de paneles fotovoltaicos, entre otros. 

Estas iniciativas parecen un intento de revivir recetas de la economía de la energía que surgieron en los años 60’s, tras el reporte del Club de Roma titulado “Los Limites del Crecimiento”. 

Parece una bella intención. Pero hay que recordar que los compromisos mundiales, y no solo europeos, del Acuerdo de Paris de la COP 21 en el 2015, eran mucho más ambiciosos que ese 15% que propone Bruselas, y los gobiernos solo se quedaron en declaraciones. 

A pesar de la reciente canícula en Europa con temperaturas por encima de los 40º, La Unión Europea no se está respondiendo a las preocupaciones climáticas. Simplemente se está intentando capotear la presión social derivada de la inflación incontenible asociada con aumento de los precios de los energéticos. Todo sin reconocer que el origen de esta situación radica en no haber evitado el estallamiento de la guerra en Ucrania y que el recrudecimiento de la situación es resultado de alentar la prolongación de la guerra.

El 15% de reducción en el consumo de energía en Europa, es inalcanzable. La inercia en el consumo de energía es inamovible. Todo porque el consumismo está metido en la medula social y es el motor de la economía de mercado. Es similar al caso de los fumadores, no dejan de fumar, aunque el precio de los cigarros aumente. 

En conclusión, malas noticias, terminó la época de la energía barata. 

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