Autora: Diana Noemí Martínez Mireles
(QUINTO LUGAR DEL 4 CONCURSO DE CALAVERAS LITERARIAS DE LJZ)
Visita este bello estado,
hecho de plata y cantera,
la Huesuda, la Calaca,
sin saber lo que le espera.
Se le vio por Catedral
con su guadaña en la mano;
admira la borregada
del pueblo zacatecano.
Posó mirando a la Bufa
para una selfie tomar,
pero al ver la “plancha” de Armas,
mejor se sentó a llorar.
Que si fue por el turismo,
que si para festivales,
lo cierto es que el chistecito
no les gustó a los mortales.
Pensó en descansar un rato,
a Portales fue a sentarse,
mas como abundan mendigos,
se vio obligada a marcharse.
Iba en González Ortega,
cuando una horda de maestros
la señaló de culpable
de unos cuarenta y tres muertos.
<<¡Ésos ni en mi lista están!>>,
gritaba llena de enojo.
Pensó en castigar escuelas
con una plaga de piojos.
Luego se compadeció,
tuvo que torcer el brazo;
sabe que no distinguimos
entre cohetes y balazos.
La fuente Bicentenario
le gustó pa’ un chapuzón;
se llenó toda de lama
y huyó de la picazón.
Visitó el dichoso teatro
que está en el parque La Plata.
Como no hay ruta hasta allá,
tuvo que llegar a pata.
Ya cansada de regreso,
decidió subirse al tren.
¡Salieron volando huesos!
Se descarriló otra vez.
Esperó horas en “urgencias”
a que atendieran sus restos.
<<Si yo no fuera la Muerte,
ya me hubieran matado éstos>>.
Después se paseó en la ruta
y los zombies la asustaron,
estudiantes de la UAZ
por un semestre sin paros.
Oyó hablar del Multiforo
y fue a darse un pachangón.
Sólo está lleno en septiembre
y ni un perro le ladró.
De decepción, confundida,
mejor se largó al averno,
pues no fue bien recibida
y a todos nos mandó al cuerno.
No pudo llevarse a nadie
porque ya no hay quien la espere.
Es triste pero real,
ya ni la Muerte nos quiere.