Durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), Morena convirtió esta gran herencia política, ideológica y ética en una nueva forma de ejercicio del poder público y dio cumplimiento a muchos de los anhelos y reivindicaciones por las que el pueblo de México ha luchado durante siglos. Por primera vez en décadas, el Ejecutivo Federal actuó invariablemente en defensa de las necesidades nacionales y no de los intereses particulares; se ejerció con austeridad, sensibilidad, probidad y respeto a la legalidad, a los derechos humanos y a la dignidad de todas las personas y comunidades.
Se llevaron a cabo reformas constitucionales y legales orientadas a establecer nuevos derechos y a rescatar el sector público y el dominio de la nación sobre el territorio y los recursos naturales del país; se reorientó el gasto público para atender las necesidades de los más desfavorecidos y para atenuar las desigualdades sociales; se realizaron grandes obras de infraestructura para reactivar la economía en las regiones más deprimidas y para satisfacer necesidades de abasto de agua, transporte, movilidad, comercio, industria, cultura y deporte; se rescató el sector salud de las mafias que lo controlaban en provecho ilegítimo de unos cuantos; se adoptó una política salarial de fortalecimiento de los ingresos, de la capacidad de consumo y, por ende, del mercado interno; se reivindicó la soberanía nacional y se condujo al país a una posición de liderazgo en la comunidad internacional; se ahondó y fortaleció la democracia, especialmente en su vertiente directa y participativa; se privilegió el diálogo para resolver conflictos, se excluyó la represión como instrumento de gobierno, se abandonó la violenta política de «guerra contra la delincuencia» y se adoptó, en cambio, una estrategia de construcción de la paz y de la seguridad ciudadana.
El legado de Andrés Manuel López Obrador como luchador y dirigente social, comunicador y formador de conciencias, político y gobernante, ha pasado a la historia como referente del humanismo mexicano, modelo que constituye la mayor riqueza espiritual, social, política y ética de morena, y su líder principal en la construcción del país. Por más que las circunstancias cambien con el tiempo, la palabra y la acción de nuestro fundador seguirán siendo una sólida guía de nuestra conducta partidista.
El gobierno obradorista culmina con enseñanzas y saldos inapreciables. Por una parte, el jefe del Ejecutivo Federal ha dado, al término de su mandato, una lección sin precedente de desapego al poder; por la otra, el sexenio 2018-2024 estableció las condiciones propicias para inaugurar el tiempo de las mujeres en la presidencia de la República.
Por primera vez en la historia, una mujer accede a la jefatura del Estado Mexicano, legitimada de manera rotunda por la voluntad soberana del pueblo, con ella en la presidencia seguiremos defendiendo y avanzando en la transformación con los derechos de las mujeres, consolidando así el segundo piso de la Cuarta Transformación de la vida pública de México.
Morena es un partido-movimiento de izquierda inspirado en el humanismo mexicano, conformado por personas libres, surgido de movimientos sociales y populares históricos que la Cuarta Transformación de la vida pública toma como guías fundamentales para construir un México justo, democrático, igualitario, incluyente, pacífico, independiente y regido por las decisiones mayoritarias del pueblo soberano; no busca representar al pueblo, sino ser el pueblo organizado como protagonista central en el ejercicio del poder público y en la historia nacional; reivindica las ideas que animaron las gestas de la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana considerando que sólo el pueblo organizado puede salvarse a sí mismo de la opresión, la represión, la marginación, la pobreza, las crisis económicas recurrentes, la corrupción, el incumplimiento de derechos, la inseguridad, la manipulación, la violencia, la desinformación y la discriminación.
Y con todo esto y mucho más, el legado del Presidente quedará en nuestro corazones, nuestras convicciones, pero sobre todo, en la lucha.
Porque si algo nos enseñó fue a nunca rendirse y le prometemos que no lo haremos.
Gracias, Presidente.
