■ A los 14 años comenzó a interpretar algunos covers de grupos como Led Zepellin, señala
Desde pequeño, la música acompañó a David Durón en sus juegos, en su vida cotidiana, a través de su padre, quien era aficionado y tocaba en un grupo de jazz. Los sonidos nuevos llegaron a sus oídos, música del mundo, música clásica, y sobre todo el rock, que empezó a gustarle. Ya a los 4 años intentó hacer música con una armónica.
Cuenta que a esa edad, como cualquier niño, destruía los juguetes y objetos nuevos que conocía para saber qué tenían por dentro. Así, su carrera con la armónica terminó pronto. Sin embargo, a los 10 años, aún con este gusto, tuvo su primera guitarra.
Al inicio trataba de imitar los sonidos que escuchaba en casa, además de que su padre le enseñaba a leer las notas musicales de algunas canciones. Esto empezó a gustarle, pues podía escribir sus propias ideas musicales.
A los 12 años ingresó a la Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ), que en aquellos años se ubicaba en la avenida Hidalgo, a unos metros de la Catedral Basílica. Ahí tuvo como maestros a profesionales como la docente Cristina Pestana y el guitarrista Daniel Escoto.
“Aunque fui un rebelde, a los 14 años me entra la cosquillita del rock, y de ahí ya valió, porque tomé la guitarra eléctrica de mi papá y empecé a sacar covers de grupos como Led Zepellin, y prefería tocar eso que hacer mis tareas de guitarra clásica”, cuenta David.
Terminando la secundaria y en sus primeros años de bachillerato, formó una banda de rock llamada Prasma, con la cual recorrieron diferentes escuelas secundarias tocando covers, lo que los llevó a presentarse en una edición del Festival Cultural, en el escenario de Plaza de Armas.
Posteriormente formó con otros amigos la banda llamada Aspid, la cual era invitada a tocar en ciudades como Monterrey, Guadalajara y el Distrito Federal. Llegaron a sacar dos discos y sus canciones sonaron en la radio.
El grupo Aspid también participó en un evento de graduación de estudiantes de la escuela internacional de cine de Cuba, además de colaborar en proyectos para musicalizar cortometrajes y largometrajes.
David recuerda que en el año 2004, junto con Eduardo Rodríguez, guitarrista del grupo, decidieron profesionalizarse en el mundo de la música, ingresando el primero a la escuela de música Fermatta, dirigida por Eugenio Toussaint. En ese año, Aspid graba durante 5 días a puerta cerrada un disco inédito, el cual no ha salido a la luz.
Durante su trayectoria en la Ciudad de México conoció a músicos como Luis Cepeda, quien fue director musical de artistas como José José y Emanuel, entre otros, así como a Luis Huerta, actual baterista de la cantante Lila Downs y el mismo Toussaint.
Después de haber compuesto e interpretado diferentes géneros, Álvaro Avitia, coordinador de cultura de Jalisco, le propone a David incursionar en la música infantil, pues sus letras eran directas y podían llegar a este público.
A partir de ahí comenzó a escribir canciones infantiles, que eran aceptadas tanto por niños como por adultos, lo que le motivo a seguir componiendo, llegando a tener una larga lista de composiciones, para ser producidas en un disco.
Fue así que surgió el disco Chamacos 1 en el año 2009, después de regresar de la Ciudad de México. Esta producción se promocionó en diferentes instituciones educativas y tuvo una buena aceptación entre los zacatecanos.
El disco se presentó en Radio Zacatecas y ahí, la directora Teresa Velázquez, le propuso a Durón producir un programa infantil para difundir sus canciones. “Me gustó la idea, la tenía pensanda como un Cri Cri moderno”, dice el músico.
En marzo del 2011 nace Chamacos al Aire, primer programa musical dirigido a niños, el cual cuenta la historia de los aparatos que se encuentran en una cabina radiofónica, como el micrófono y la consola. En su búsqueda por salir al aire cuentan sus experiencias en la estación.
“Este programa me deja una gran satisfacción porque los niños aportan su visión del mundo y proponen ideas, que si se analizan bien, incluso serían la solución a muchos problemas sociales y ecológicos; sus opiniones son sinceras y espontáneas”, dice David.
Actualmente la vida le dio el regalo de ser padre. Sus hijos, Viky de 3 años y Leo de un año, son su inspiración y motivación para la creación de sus programas, pues observa sus reacciones y crea con ellos historias para contarlas a otros niños.
Escribió un disco de música mexicana inspirado en su hija, llamado México hace tintantin, con la intención de acercar a la pequeña a este género, con sonidos como el son jarocho y el mariachi, entre otros.
“La experiencia de ser padre me ha servido, pues tengo de primera mano la reacción de un niño ante alguna situación. Algunos cuentos son hechos para mis hijos, para fomentar en ellos valores, pero también funcionan para el resto”, apunta el también productor radiofónico.
“La música es mi vida, dice; es cierto que cuando haces lo que te gusta no se le llama trabajo, pero también implica una cantidad de sacrificios. Tuve que encontrar un mercado viable en la música”.
El programa Chamacos al aire se transmite también en los estados de Querétaro e Hidalgo, y se comparten entre los tres estados cápsulas de 10 minutos a través de las radiodifusoras hermanas culturales de México.
También ganó el programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico de Zacatecas (Pecdaz) 2011 y un año después obtuvo una beca a través del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). Ese mismo año obtiene la mención honorífica de la Bienal Internacional de Radio con el programa El País de Gotita, hija de Tláloc.
David acaba de recibir el premio plata del New York Festival con el programa El simio que quería leer compitiendo con más de 30 radiodifusoras internacionales como Taiwan Radio, Radio Francia y BBC, entre otras.
