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jueves, 25 abril, 2024
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La noche de Tlatelolco en el artificio fílmico

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 355 / A 50 Años del 2 de Octubre del 68

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Adolfo Nuñez J.

Artísticamente se han abordado los sucesos del 2 de octubre de 1968, a través de las diferentes expresiones como teatro, cine, literatura, música, pintura y escultura, y que han servido para dar diferentes enfoques de uno de los episodios más recordados de la historia de México. En el plano cinematográfico se han producido filmes que describen y caracterizan los sucesos desde el lugar donde ocurrieron, otros se han sostenido en imágenes y metraje real durante el momento de la tragedia, y algunas otras son reconstrucciones basadas en testimonios de quienes estuvieron en Tlatelolco en ese preciso instante. Existen dos películas en específico que han trascendido como clásicos del cine mexicano por su originalidad en términos narrativos y visuales, así como en su modo de contextualizar y exponer la violencia acontecida ese año.

Hay un infierno palpable en Canoa (1975) de Felipe Cazals, una brutal cinta basada en un conocido caso de nota roja ocurrido en el mismo año 1968, en donde 5 trabajadores de la Universidad de Puebla, al intentar escalar el cerro de la Malinche son acusados de ser “estudiantes comunistas”, mote satanizado que acentúa el odio y la violencia hacia los grupos políticos con ideas distintas a las del establishment. Como es de esperarse, la anécdota termina en tragedia; la comunidad de San Miguel Canoa, fuertemente influenciada por el párroco del pueblo termina por atacar salvajemente a los 5 trabajadores. Si bien Canoa no narra los sucesos del 2 de octubre, su ADN es el mismo, al mostrar la represión del gobierno y la iglesia, su influencia y alcance en el pueblo mexicano, así como su paranoia constante ante los grupos estudiantiles con ideas políticas fuertes en el mismo año en el que ocurrió la matanza de Tlatelolco.

Sobre la icónica Rojo Amanecer (1990) de Jorge Fons, el filme nos adentra en la vida de una familia común que vive en el edificio Chihuahua en Tlatelolco. Conforme el día avanza, en el exterior se va organizando la manifestación de los estudiantes, y desde el interior de la casa son percibidos algunos signos extraños, como el corte de las líneas de teléfono y el suministro eléctrico. Al atardecer, con la manifestación en pleno, las luces de bengala se elevan en el cielo y comienza la masacre de estudiantes. El hogar inofensivo se transforma en una trinchera donde se vive en carne propia la tragedia del exterior; los dos hijos jóvenes son acompañados de estudiantes prófugos y heridos. Posteriormente los represores reaparecen, culminando la historia con una matanza despiadada. Filmada prácticamente de modo clandestino y repleta de imágenes gráficas que hasta la fecha continúan impactando a los espectadores, la cinta logró sobreponerse a sus limitados valores de producción apostando por los elementos estéticos como el sonido y la iluminación, además de las poderosas interpretaciones de todo su elenco, y que lograron conseguir el tono dramático, impotente y desolador que la cinta requería.

El artífico fílmico empleado en uno de los momentos más definitorios de nuestro país se sostiene a través de una crudeza y visceralidad que han sido empleadas por cineastas mexicanos para señalar los crímenes y la represión política-militar que siempre han estado presentes en nuestra historia y que como tal, tienen que ser recordados de la manera más clara y realista posible.

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