Esta semana México llegó a las 300 medallas desde que ha participado en los Juegos Paraolímpicos. Tan sólo en esta edición la delegación mexicana ha alcanzado las 100 medallas de oro. En general, nuestras delegaciones Paraolímpicas han tenidos papeles destacados, y este año incluso estamos entre los primeros veinte medalleros. El mérito de las y los deportistas paraolímpicos es innegable, en especial si se contextualiza en la realidad de que significa tener una discapacidad en nuestro país.
El activismo de las personas con discapacidad ha trabajado para sensibilizar sobre que significa tener una discapacidad. Esto ha cambiado nuestro entendimiento, donde el peso de la discapacidad cae en el individuo, al modelo socio-medico, en que la discapacidad es producto del entorno que la rodea. Uno de los ejemplos más claros es con la comunidad sorda: el problema no es la sordera, si no que como sociedad no tengamos canales de comunicación para gente sorda. Otro ejemplo clásico es que el problema no es que la gente se mueva en sillas de ruedas, si no que los edificios no tengan entradas para las sillas de ruedas. Lo que debe cambiar no es a la gente que tiene discapacidad, es al entorno que les rodea. Este enfoque busca integrar la discapacidad como algo más alla de un problema médico a un problema social.
Es por esto que la iniciativa de los Paraolímpicos es tan importante: le muestra al mundo que la discapacidad es más compleja de lo que pensamos. La participación de los Juegos Paralímpicos requiere de cumplir con patrones estrictos. Sólo las y los mejores pueden acceder. En un inicio, los Paraolímpicos cumplían una misión de rehabilitación, que se ha ido transformando para entenderlos como “juegos paralelos”, que comparten la mismas instalaciones y sedes. Reformula el discurso y nos muestra que las personas con discapacidad no deben de verse en términos de “caridad” o “lastima” En México además nos trae un profundo valor simbólico: nos permite enorgullecernos profundamente de la gente que tiene discapacidad. Cada 4 años, se vuelven héroes y heroínas. Nuestro país ha participado desde 1972. México es una potencia en Atletismo donde ha cosechado 67 medallas de oro y natación con 28. Esto no obstante, debería acompañarse de un compromiso por impulsar el tema más allá de estas semanas. La discapacidad en México está a nuestro alrededor y no debe temerse: según datos de INEGI en 2020, en el país había 20 millones 838 mil 108 personas con alguna limitación, discapacidad o problema o condición mental, mismas que representan 16.5% de la población total. De estas, 13 millones 934 mil 448 (11.1%) son personas con alguna limitación, 6 millones 179 mil 890 (4.9%) son personas con discapacidad y 1 millón 590 mil 583 (1.3%) tiene algún problema o condición mental.
Es por esto que es necesario igualmente empezar a integrar lo que las organizaciones llaman “transversalización de la discapacidad”, que basada en la transversalización de género, busca integrar las necesidades y experiencias de la comunidad en todas las acciones de gobierno. Hablar de desarrollo, de igualdad, de derechos humanos no puede entenderse sin las personas con discapacidad.
En este sentido, es también que debemos recordar que esta semana que estamos en pleno regreso a clases, debemos ver a todas y todos los alumnos que regresan a clase. De acuerdo al Coneval una de las principales carencias sociales en la población con discapacidad es el rezago educativo, ya que lo sufre el 46.9% de la población con discapacidad. Es un hecho que las personas con discapacidad se encuentran con mayores barreras para volver a clases, incluyendo la falta de espacios adaptados para sus necesidades y el refuerzo sanitario. Esto no debe ser razón suficiente para dejar que esta población no participe en el regreso a clases. La igualdad debe construirse para todas y todos. ■
