■ Santos Carranza Hernández perdió a su esposa e hijo que apenas cumpliría 18 años
■ Pide justicia; señala que hubo omisión por la falta de seguridad para los peregrinos
Dos días después de que ocurriera la muerte de más de 20 peregrinos en el municipio de Mazapil al ser embestidos por un camión de volteo al que se le atrofiaron los frenos, en la localidad Santa Rosa se realizó la misa para cinco de los nueve difuntos que pertenecían a esta comunidad, en la que habitan cerca de 120 personas y quienes en su mayoría son familiares.
Los ataúdes se formaron en la pequeña iglesia del rancho y se colocaron encima de las bancas de la capilla; el silencio de visitantes y amigos se rompía entre los llantos inconsolables de familiares de las víctimas de este accidente.
Entre ellos se encuentra Santos Carranza Hernández, de 50 años, quien se acerca sosteniéndose de sus muletas para ver por última vez a quien fuera su compañera de vida y pilar de su casa, su esposa Catalina Solís, de 48 años, y su hijo Francisco Javier quien apenas iba a cumplir 18 años y era integrante de la danza que acompañaba la peregrinación.
Año con año él y su familia acudían a las fiestas patronales de Mazapil, y Santos se encargaba de llevar a otros familiares y vecinos de la localidad a este evento. Ahora dice que no sabe qué será de su vida, pues su compañera se había convertido en el sostén y pilar de la casa, después de que él perdiera el brazo izquierdo y la pierna derecha en un accidente hace un par de años.
Su esposa era quien lo ayudaba a asearse, a realizar las labores del hogar y ayudar a los hijos, y se encargaba de conseguir el dinero para mantener su humilde hogar. Ahora Santos no sabe qué será de su vida, pues aunque tiene 6 hijos más, ellos ya hicieron sus vidas y viven con sus familias.
De ella recuerda que era una mujer trabajadora que le gustaba ayudar a los demás, y en los últimos años ayudaba a los adultos mayores de más de 65 años para que recibieran apoyos sociales.
Después del accidente en el que perdió dos extremidades, su esposa se convirtió en su apoyo, pues ella viajaba a la cabecera de Mazapil para realizar los trámites pendientes que debía hacer Santos como delegado, y que por su discapacidad le era difícil transportarse.
De su hijo recuerda que: “él estaba con la ilusión de estudiar, lo hizo en el Conalep, pero por falta de dinero se tuvo que salir del segundo semestre, y este año quería superarse y regresar y andaba entusiasmado agarrando los burritos para juntar piñón, y no se cumplió, diosito se lo llevó, pero él está mejor allá”, menciona el hombre.
Con la voz entrecortada agrega: “los voy a extrañar mucho, yo se los entrego gustosamente a dios con todo mi corazón, porque a lo mejor los necesitaba más que yo, tengo aún cuatro hijos más. La echaré de menos porque era el pilar de mi casa, era muy trabajadora mi mujer y la quiero mucho y la voy a extrañar mucho, no será fácil superar este golpe”, dice Santos.
Revela que uno de sus tíos fue sepultado ayer también, víctima de este accidente. Un nieto de 5 años tiene una fractura de pie y es atendido en el municipio de Saltillo; además de que su suegro perdió a dos de sus hijos y a un nieto, y un hermano de éste perdió a dos de sus hijos y a un nieto menor de edad.
“Santa Rosa está muy dolido y muy afectado, tiene muchas pérdidas y aún tenemos muchos heridos”, dice Carranza.
Santos pide que se haga justicia, pues señala que hubo omisión por la falta de seguridad para los peregrinos, ya que no se cerró la calle por donde pasaba la peregrinación, además de que el chofer tuvo la oportunidad de arrimar el camión a un camellón o una barda en vez de dejar el camión a la deriva.
“El autor de este desorden, sea quien sea, que se haga responsable de esto, pedimos justicia porque a mí me va a hacer mucha falta mi mujer”, menciona entre sollozos Santos.
