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martes, 19 marzo, 2024
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Los intereses proimperiales que defiende la derecha corrupta de México

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

En el pequeño prólogo a “La Acumulación del Capital”, de apenas 14 líneas, Rosa Luxemburgo expone que “…No conseguía exponer con suficiente claridad el proceso global de la producción capitalista en su aspecto concreto ni sus límites históricos objetivos. Ahondando en el asunto, llegué a la conclusión de que no se trataba simplemente de una dificultad de exposición, sino que ésta envolvía un problema teóricamente relacionado con la doctrina del volumen II de El Capital, de Marx…”.

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Es así porque El Capital, de Karl Marx, es un modelo teórico abstracto que tiene el propósito de mostrar las leyes que producen y explican el movimiento más general de la sociedad en que impera el Capital. No es una teoría concreta del capitalismo de un país o región ni de sus fases. Su nivel de abstracción permite encontrar esas leyes en forma pura, sin incluir otras formas productivas no capitalistas. El análisis de la realidad concreta ocupa mediaciones y otros eslabones.

Rosa Luxemburgo se refiere a cómo entender y explicar la reproducción del Capital. La Obra de Marx es tan general y tan pura que sólo destaca la tendencia de la acumulación a partir de la existencia de dos clases sociales: la capitalista y la de los trabajadores que, por lo mismo, en El Capital constituyen el único motor de la transformación social. Al tratar de aplicar lo anterior a la vida histórico-concreta, Luxemburgo notó que algo no coincidía y, abreviando, se podría decir de la siguiente manera:

En realidad, el capitalismo ha requerido siempre de sectores o países no capitalistas para resolver el problema de la acumulación ampliada del Capital. Como dice ella: “…el capitalismo está atenido, aún en su plena madurez, a la existencia coetánea de estratos y sociedades no capitalistas”.

En otra ocasión espero matizar una imprecisión metodológica; por lo pronto nos es útil para comprender que, como lo vengo comentando, el proceso de acumulación y concentración de capital en Estados Unidos ha requerido de una economía subterránea de actividades ilícitas, lo mismo importa y exporta, entre las que se encuentra la trata de blancas, tráfico de órganos, drogas, paraísos fiscales, venta de armas. Nada de eso es desconocido para el gobierno de EEUU, quien indudablemente reconoce que, cortar de tajo tales actividades, implicaría una catástrofe económica en esa nación. Así se explica que no persiga a sus propios corruptores, traficantes de drogas y que acepte “como un mal necesario”, a favor del Capital, la muerte por drogadicción de más de 100 mil jóvenes estadounidenses al año.

A 100 años de publicar su libro, Rosa Luxemburgo podría ampliar su explicación de que la reproducción capitalista necesita, además de estratos y sociedades no capitalistas (como sucedió con la colonización de muchas naciones en las que aún no dominaba el Capital), el desarrollo de una economía subterránea, de giros negros y de completa ilegalidad que, para funcionar, hace uso de los métodos “civilizados” (en los casos en que no arrebata e invade por la vía de la guerra y la invasión) de la corrupción, la complicidad y la impunidad.

Hablar de corrupción, complicidad e impunidad lleva a asuntos más concretos: traficantes de influencias, empresas corruptoras, gobiernos sometidos y a disposición de la gran empresa transnacional, saqueo de riquezas nacionales, imposición externa de gobernantes, derrocamiento de otros e instauración de dictaduras, autoritarismo, represión, limitación de conductas democráticas, libre manifestación y expresión de las ideas.

Nos acercamos más a la vida terrenal cuando, en concreto, hablamos de empresas como Odebrecht, OHL, FEMSA OXXO, TV Azteca, Televisa, Bimbo, Maseca y otras como los medios monopólicos de la comunicación, partidos políticos proempresariales y proimperialistas, de donde emergen instituciones que contribuyen a la reproducción subjetiva (superestructural) de la realidad social imperante, así como el florecimiento de intelectuales alineados a esas relaciones económicas, políticas e ideológicas que, en la visión de Antonio Gramnci, son intelectuales orgánicos porque son ingredientes de ese todo organizado en el que cumplen la función de encubrir, justificar y fortalecer la reproducción social en boga.

Así el panorama, los voceros y defensores de esa realidad, a los que vengo denominando la derecha corrupta, han sido incapaces de forjar una alternativa de sociedad para México. Sólo son eco de intereses transnacionales que no pretenden transformar nada, sólo reproducir y mantener relaciones sociales injustas y causantes de desigualdad.

Esa derecha usa la falsa alternativa de oponerse a todo, culpar de lo que ellos mismos provocan y son. Muchos de ellos, con nombre y apellidos, teniendo cargos públicos, están inmersos en las más variadas actividades económicas ilícitas que, cínica e hipócritamente, exigen combatir. Sólo les queda distorsionar, descontextualizar, parcializar, difamar, calumniar, agredir y francamente mentir. La próxima semana espero explicar cómo han hecho de la mentira su propia trampa política.

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