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miércoles, 24 abril, 2024
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Padres de joven desaparecido en Fresnillo asumen personalmente su búsqueda

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Por: La Jornada Zacatecas •

No cuentan con asesoría legal; se enfrentan a la falta de sensibilidad de instituciones

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La necesidad de encontrar a Jesús Arturo se intensifica debido a que padece VIH

 

Jesús Arturo desapareció en Fresnillo hace ya más de tres años. Sus padres han asumido personalmente la búsqueda sin asesoría legal desde entonces, por su falta de recursos económicos. Han enfrentado así, solos y sin la información necesaria, la incompetencia y la falta de sensibilidad de las instituciones. Para ellos la necesidad y la premura de encontrarlo se potencia porque el joven al momento de desaparecer estaba diagnosticado con VIH y recibía tratamiento para mejorar su calidad de vida.
La suya es además del amor de padres, una lucha contra el tiempo en la que la burocracia, las malas prácticas, la indiferencia, la impotencia y muy probablemente la corrupción se han erigido como obstáculos insalvables desde su situación particular. El señor Arturo trabaja como albañil y su esposa se dedica al hogar.

Hay en este proceso un trámite que pareciera ser sencillo, o más bien que debería serlo. Saber a ciencia cierta si Jesús Arturo se encuentra o no dentro de la población carcelaria del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) No. 4 Noroeste, de Nayarit.

Para determinarlo se cuenta casi desde el inicio de la búsqueda con un perfil de ADN, existe por supuesto el registro ante el IFE, ahora Instituto Nacional Electoral (INE), del joven entonces de 22 años, y la PGR ha recuperado y catalogado como factible para su cotejo la huella dactilar de este documento.

¿Qué es lo que falta? ¿Por qué ni la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado de Zacatecas, ahora Fiscalía (FGJE) ni la delegación en la entidad de la Procuraduría General de la República (PGR) ni la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zacatecas (CDHEZ), la correspondiente de Nayarit, ni la Nacional (CNDH), pero tampoco las autoridades del CEFERESO No. 4 “El Rincón” de Tepic, Nayarit, han podido dar cauce a esta parte de la investigación del caso de Jesús Arturo?

Todas estas instancias han sido notificadas de la existencia de indicios proporcionados por los propios familiares y obtenidos de manera extraoficial de que el joven estaría en aquel penal luego de haber sido detenido en el estado de Nayarit desde hace tres años, los mismos que tiene en calidad de desaparecido.

Si fuera cierto que Jesús Arturo se encuentra allí, dice su padre, sería no como si estuviera sentenciado o en espera de sentencia, sino “secuestrado”, porque no se les ha permitido la comunicación con él.

El tema ha tomado características de novela kafkiana. Un solo hecho lo revela de manera fehaciente aunque el camino, que han cobrado los acontecimientos hasta el momento, ha sido verdaderamente sinuoso.

Desde hace dos años, el 27 de abril de 2017, según consta en el expediente que se abrió con el acta de la desaparición que levantó el padre de Jesús Arturo en la Subprocuraduría General de Justicia de Fresnillo el 9 de marzo de 2015, fue solicitado ante el Ministerio Público Especializado en Búsqueda de Personas, Rodrigo Rosas Collazo, que se verificara si estaba Jesús Arturo en el Cefereso de Nayarit.

“Aquí no se encuentra
ningún Arturo”
Antes de ello, el padre de la víctima de desaparición había acudido ya al día siguiente de que esta ocurriera (3 de marzo de 2015), a la Policía Preventiva de Fresnillo, al cuartel militar de aquella demarcación donde se encuentra destacamentado el 97 Batallón de Infantería, y la Subprocuraduría de Justicia del Estado también asentada en aquel municipio, sin que eso le significara obtener algún indicio respecto del paradero de su muchacho.

En este última no quisieron levantar el acta ese día (4 de marzo) porque según ellos tendría que pasar 72 horas desaparecido para que fuera factible, algo que no forma parte de ningún articulado o normatividad y que argumentan autoridades ignorantes de la ley.

El señor Arturo ha acudido ya a la delegación de la PGR en Zacatecas y a la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zacatecas, quien desde hace seis meses (24 de abril de 2018) interviene en el asunto mediante su Departamento de Orientación y Quejas.

También aprovechando la visita de personal de la Dirección de Personas Desaparecidas de la Comision Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y por intervención de uno de los comisionados se hicieron gestiones informales que no han tenido otro efecto que la reiteración de llamadas telefónicas que no tienen respuesta, la más reciente hecha el pasado 3 de octubre.

De misma forma ha sido notificada ya no sólo mediante el acta que se levantó por la desaparición de Jesús Arturo en 2015, sino a través de una denuncia interpuesta el 20 de abril de 2018, la Fiscalía General de Justicia del Estado de Zacatecas, sin que esto ofrezca algún avance.

Ocurrieron ya también dos viajes a Nayarit, hecho el primero por la madre de Jesús Arturo, a principios de 2016.

El periplo sólo ocasionó a la familia gastos y frustración, pues la persona que le atendió le dijo en tono seco: “Aquí no hay ningún Arturo. Te lo vamos a buscar por nombre, pero necesitas darnos el que se puso”.

La respuesta implica que esa fuera la única manera de ubicarlo, y más, que fuera posible o aceptable que alguien de quien no se tuviera la identidad comprobada esté interno en un Cefereso.

Los familiares exponen que incluso la condición de salud de Jesús Arturo, el estar infectado con VIH debería ser un medio para saber si se encuentra recluido en ese lugar, pues se supone esa es información deben tenerla las autoridades carcelarias.

A la mujer se le pidió asimismo en aquella ocasión, si es que quería saber de su hijo, que esperara a que concluyera el turno de atención para que una funcionaria la atendiera.

La atención fuera del horario de trabajo, le advirtieron, le implicaría caminar desde el kilómetro 10.690 de la carretera libre a Nayarit donde se encuentra el Cefereso hasta la capital del estado, unos siete kilómetros, porque le explicaron que a esa hora ya no habría transporte que la trasladara de regreso a Tepic.

La madre de Jesús Arturo tuvo que pernoctar en la capital de aquel estado y regresar al día siguiente a Zacatecas con las manos vacías.

En otro intento, de julio de 2017, el padre del joven, luego de reponerse del episodio de una enfermedad detonada por la desaparición de su hijo, viajó nuevamente a Nayarit para visitar nuevamente el penal. Pero no obtuvo allí respuestas.

Y su visita a la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos del Estado de Nayarit solo le proporcionó referencias telefónicas.

La anotación manuscrita dice “Asuntos penitenciarios” de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Pero al marcar al número que le sigue: 01 800 07 15 2002, le precisaron que sólo servía para denunciar custodios. La referencia aparece en el anverso de la tarjeta impresa del organismo.

Más espera.
El caso de Jesús Arturo espera por su atención en la agenda que se ha abierto para los integrantes del colectivo Familias en Busca de Una Esperanza por parte de la Fiscalía General de Justicia del Estado. Al momento se han celebrado tres reuniones colectivas.

El pasado 3 de octubre el asunto fue enterado asimismo, a la Comision Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) del Estado de Zacatecas.

La última vez que el padre de Jesús Arturo vio a su hijo fue al despedirse a la salida de su trabajo como albañiles entre las 2 y 3 de la tarde del 3 de marzo de 2015. El joven se despidió para llevar su bicicleta a reparación a un lugar que se encuentra a tres cuadras del sitio.

La bici efectivamente estuvo lista alrededor de las seis de la tarde en que el encargado le avisó al muchacho que debía recogerla, pero él nunca apareció.

La siguiente noticia obtenida extraoficialmente que sus familiares supieron de un joven que describen como alguien que no fumaba, tomaba o se drogaba. Y que tampoco acostumbraba faltar a dormir a su casa, fue que había sido detenido en un retén en el estado de Nayarit por viajar acompañado de otro muchacho en un vehículo en el que se transportaban armas y drogas.

Jesús Arturo estaba bajo tratamiento por su infección con VIH. Este dato ha sido informado por sus padres a todas las instituciones y autoridades a las que han acudido y con las que se han entrevistado.

“Incluso un comentario de una licenciada fue que eso era importante para localizarlo en caso de que se encontrara en el penal, por el tratamiento médico que tendrían que proporcionarle”.

A ellos esa enfermedad los hace sufrir aún más por el temor de que se agrave o que Jesús Arturo pueda morir sin que alcancen a verlo. Eso los hace sentir aun peor, “culpables”, dice su padre, porque no pudieron “encontrar las puertas abiertas a tiempo para dar con su paradero”.

Si es verdad que Jesús Arturo se encuentra en el Cefereso No. 4 de Nayarit, su mamá quiere irse “a vivir allá para estar con él, y no estar yendo y viniendo porque no va a poder uno con los gastos del camión más las comidas”.

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