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jueves, 28 marzo, 2024
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Tras una década sin votar*

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Por: REBECA MEJÍA LÓPEZ •

La Gualdra 345 / Especial Elecciones 2018

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Es la primera vez en casi diez años que me decidí a votar. ¿Por qué? Esta contienda electoral fue larga y aleccionadora en más de un sentido y más de un medio. Fueron muchos los factores que me llevaron a ejercer mi “derecho” al voto. En primer lugar, mi formación como historiadora y la reciente reflexión de la historia pensada no más como una ciencia ni como un proceso lineal y acumulativo, sinónimo además de progreso. El abandono de esta lectura de los procesos históricos, fue un factor decisivo. Por supuesto que hay progreso, y claro que la historia sirve, pero es importante ver al primero más como un caballito de ajedrez, el cual se mueve, pero nunca en el mismo sentido, pues hay regresiones, radicalizaciones, cambios de último minuto, pero nunca en la misma dirección. Aquí, abuso del parafraseo a Lévi -Strauss.

En segundo lugar, ante el abandono de esta visión de la historia científica, acumulativa, “historizante”, lineal y concientizando que nociones como Nación y Estado son construcciones que se han servido de distintos mecanismos desde el siglo XIX, incluidos la historia y el historiador, me obligué a ver la distintas discusiones que se gestaron en esta contienda electoral, tantas como fuera posible, pensando en que la realidad es simultánea, aunque el relato del historiador continúe, en la mayoría de las veces de manera progresiva y causal. De ahí mi lectura a distintas voces, y por distintos medios, desde Enrique Krauze, Roger Bartra, Christopher Domínguez, Heriberto Yépez, pasando por YouTubers como la Mars o Chumel Torres. Escuchaba además la opinión de las personas cercanas a mí: familia, vecinos, la persona que me da servicio en el Oxxo, pero quizá una de las más decisivas, la discusión gestada con amigos, compañeros y maestros de Posgrado.

Una de las lecturas que predominaban tanto en medios de comunicación, como en la cotidianidad es la vuelta de una especie de “hijo pródigo” que, el partido ya saben cuál, decidió recibir con brazos abiertos y dejarle el camino libre en su llegada. Esta lectura, es una incomodidad que será permanente durante los siguientes seis años, por tal vez, haber llevado a cabo un voto voluntario ante solo un cambio de fachada institucional, por demás brillante y maquiavélico.

En tercer lugar, fue crucial el debate suscitado con mis compañeros de Posgrado en donde lejos de alabar a un candidato, porque México “claro que merece algo mejor”, se discutió el por qué no votar por los demás contendientes por su hipocresía, su falta de conocimiento de las condiciones del país, así como su dudosa trayectoria política. Una frase contundente me dejó pensando: “el 68’ sí ocurrió y México ya no es el mismo”.

Por último, pero no menos importante, el ver cómo la sociedad se dio el tiempo de participar. De querer respetar la vía institucional, aunque sea una construcción, aunque sea impuesta. Esto sin duda me motivó a ir a las urnas, evitarme el eterno reproche de mi falta de “conciencia” por no ir a votar. Lo cierto es que la historia no es sinónimo de progreso, la historia son distintos procesos simultáneos. De ahí que me haya permitido esta excepción de ir a “decidir”, pues, imposible saber con certeza los resultados a largo plazo de esta decisión individual y colectiva.

Habrá que esperar, seguir discutiendo, seguir observando la realidad. Algunas condiciones rebasan el mismo sistema político mexicano, pues nos encontramos en la “era de la globalización”. Seguir buscando vías alternas para que México sea otro, del mismo modo abandonando esta idea de progreso acumulativo y causal, será clave. Pero también, en esta nueva lectura de la historia que hago, el regreso a la desobediencia pacífica de abstenerme del voto es válida. Sólo el tiempo y la posterior participación colectiva, en distintos medios, me conducirá a nuevas reflexiones y prácticas. El historiador y la historia han sido utilizados para cierta idea de Nación, de Estado, de Identidad… estos mismos mecanismos son capaces de repensarse y dar paso a nuevos cambios tanto epistemológicos como prácticos (¿acaso la búsqueda que se cree perdida de la utopía democrática?).

Independientemente del resultado electoral. El resultado general es histórico. Todos contribuimos desde lo micro a lo macro. Todas las voces cuentan, ahora más que nunca. No puedo evitar sentirme conmovida. Que esta sensibilidad, no se apague desde distintos medios, desde distintos puntos de vista. Porque eso nos lleva a movernos, a reconstruirnos.

 

* Historiadora. Texto dedicado a la 6ª Generación del Doctorado en Historiografía-UAM.

Twitter: @RbkMej

YouTube: Rebecca Grafía

 

 

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