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jueves, 28 marzo, 2024
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■ Alba de Papel Felguérez a la sombra del tiempo

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Por: ALMA RITA DIAZ CONTRERAS •

Apunto de cumplir 90 años en diciembre próximo, el artista fue reconocido por la Universidad Autónoma de Zacatecas con el título Doctor Honoris Causa por sus grandes méritos y desempeño en la plástica internacional que lo ponderan como la gran presencia viva de un movimiento que marcó distancia con la escuela tradicional mexicana tan henchida de nacionalismos, para buscar con temeridad otras propuestas de abstracción artística.

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Involucrado medularmente con el movimiento denominado Generación de la ruptura, Manuel Felguérez junto a otros grandes artistas como Vicente Rojo, Fernando García Ponce y Octavio Paz en la literatura, abrían camino a nuevas formas de creación y de pensamiento, que en reciprocidad con el tiempo social, correspondían a una inminente necesidad de transformación porque la cultura cambia, no es estática ni rígida, siempre busca nuevas corrientes de expresión en una sociedad que también está cambia, donde los jóvenes con afán contestatario, protagonizan el cambio.

En su texto Felguérez: los bordes de una trayectoria, Teresa del Conde escribió que cuando el pintor y escultor zacatecano presentó en 1973 en el Museo de Arte Moderno, a instancias de Fernando Gamboa, su exposición El espacio múltiple, cuyo catálogo prologó Octavio Paz, ya contaba con una trayectoria amplia que lo respaldaba como a uno de los principales representantes de esta generación.

Ya había realizado exposiciones individuales en distintas galerías en México y el extranjero, ya había peregrinado y vivido en Europa, lugar donde descubrió las grandes obras de la Humanidad y donde también, se reencontró consigo mismo al descubrir su vocación por el arte. En ese trasiego y más allá del campo de la experimentación, el maestro Felguérez siempre expresó su compromiso inalterable con la creación estética, cada una de sus obras es fiel reflejo de su responsabilidad racional en el manejo del color y la geometría del trazo.

Creador de murales y esculturas, su forma de hacer pintura le mereció comentarios memorables como la crítica del experto en arte mexicano, Justino Fernández cuando en 1954 con motivo de su exposición individual en el Instituto Francés para América Latina, escribió sobre su catálogo que “sus formas angulosas, el juego de planos, la simplificación de los diversos elementos, dan idea de una mente ordenada y capaz para la creación”, cuando el artista contaba apenas con 25 años.

En el mismo texto, Teresa del Conde enfatiza que Felguérez se había formado en París y que en aquellos años se encontraba en la búsqueda de una difícil conjunción entre figuración y abstracción, en su proceso de exteriorización, cada paso era batalla ganada para el mundo de la abstracción.

El hoy creador emérito al hablar de su desarrollo como artista, ha dicho que para modelar una forma, para pintar un cuadro, se necesita tener oficio, tal es su legado y su modestia para pensar que la mejor obra siempre está por venir, mientras tanto, hay que seguir trabajando y no cejar ni cerrarse a otras formas de expresión.

Nacido en Valparaíso, Zacatecas en 1928, de personalidad afable y sencilla, en uno de los reencuentros con su terruño, el Ayuntamiento lo invitó a dar una conferencia “magistral” a sus habitantes que no sabían quién era tan importante personaje; eran los años 90, y el maestro junto a su inseparable Meche de Oteyza (su esposa) aceptó –siempre azorado por los reconocimientos- y acudió al auditorio municipal, al ver a su pueblo, dejó de lado el discurso que leería, y dio muestra de su sencillez –como artista y como persona-, para hablar de su origen, del éxodo de su familia a la Capital de la República, de su corazón de boy scout, de sus viajes de “mochilazo” a Europa, de su búsqueda personal y encuentro con el arte y del riesgo que implicó romper con el orden establecido.

Esa tarde, Valparaíso vibró en la estela de la cultura universal, fue una velada especial que con seguridad rememoran los que allí estuvieron porque percibieron la fuerza del arte para cambiar la vida y la historia de las personas. Esto constituye una nota distintiva para animar a los pueblos a cambiar su destino.

Después de que el gobernador en turno de la administración 1992 – 1998 lo llamara para plantearle que Zacatecas quería un museo que fuera de él y llevara su nombre, El maestro regresó una y otra vez a estas tierras, a tomar su cafecito y platicar con los amigos y los artistas que lo seguían.

Les confesó que no entendía tal honor, pero que lo asumiría con gusto, y a la fecha con un celo tutelar que ha permanecido a pesar de los embates y las administraciones. El Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez se inauguró el 4 de septiembre de 1998. Esta es la prueba fehaciente de su amor por Zacatecas, es el nexo que lo une, lo identifica y lo fortalece frente al entramado de territorio e identidad sin fronteras.

Los grandes artistas y los que están en formación en el Estado, son inherentes a su cultura y a su natural desarrollo, por lo que la política formal en sus tres niveles de gobierno debiera avivar su obligación por mantener esa conexión y buscar apoyos que sean plurales, equitativos y justos para ellos, quienes conscientes del rigor y calidad que deben tener, forman parte del patrimonio artístico de la Entidad, donde la gestión es una estrategia fundamental.

Alguna vez en la inauguración del Centro de las Artes de San Agustín Etla en Oaxaca, el maestro Francisco Toledo preguntó a una de las asistentes, sobre cuál era la relación de los artistas con Zacatecas y qué proponían para su desarrollo cultural y social… no hubo oportunidad de responder a tan difícil pregunta, porque una camarilla completa lo capturó para incomodarlo con fotografías.

Fue una buena pregunta, elemental para entender la afectividad social, el arraigo y desarraigo de los más importantes artistas zacatecanos que aún viven, y que siguen luchando por espacios, muchas veces a contracorriente, sin ningún apoyo gubernamental. ¿No sería bueno que los artistas estrecharan vínculos con su tierra y prosperaran en ella?… el eterno retorno después de salir.

Bien hecho por la Universidad Autónoma de Zacatecas y el grupo o personas que impulsaron dicha iniciativa, ya que expresa sensibilidad y conocimiento sobre la importancia del patrimonio vivo y los creadores que lo representan. Un reconocimiento más muy merecido al maestro Manuel Felguérez, quien continúa en su briosa travesía por el abstraccionismo.
Ánimo y fortaleza para todos.

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