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martes, 23 abril, 2024
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Editorial Gualdreño 512

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

José Minero Roque nació en el municipio de Nochistlán el 2 de febrero de 1907; sigo considerando que él ha sido uno de los gobernadores más cultos que ha tenido nuestro Estado, sus contribuciones a la difusión de la cultura y las artes sentaron las bases para el surgimiento de instituciones muy importantes en nuestro Estado, como el Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde y la Junta de Protección y Conservación de Monumentos y Zonas Típicas del Estado de Zacatecas.

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Fue en su cuarto informe de gobierno, en 1954, cuando anunciaba que, a finales de 1953 se había promulgado la Ley de Protección y Conservación de Monumentos y Edificios para el estado de Zacatecas, una ley impulsada por Federico Sescosse, Eugenio del Hoyo Cabrera y Genaro Borrego Suárez del Real -integrantes de la Sociedad de Amigos de Zacatecas-, quienes encontraron en el entonces gobernador un aliado para restaurar y conservar los monumentos y edificios de las que se conocieron desde aquella época como “áreas protegidas”, es decir, obras de valor excepcional y espacios plenamente identificados entre los que se encontraban algunos centros históricos de las ciudades de nuestro Estado.  

A la promulgación de esta ley, le seguiría un arduo trabajo por parte de ese gobierno y los posteriores, y de la mano de organizaciones y asociaciones civiles, como la encabezada por don Federico Sescosse, se logró que, en 1993, el centro histórico de la ciudad capital se inscribiera en la Lista de Patrimonio Mundial. Es justo reconocer el enorme esfuerzo que se ha realizado a lo largo de los años para que la ciudad de Zacatecas siga teniendo ese nombramiento; y, a la par, la labor extraordinaria que se ha hecho para que algunas de las ciudades de nuestro Estado hayan sido consideradas como Pueblos Mágicos -que están regidos, también, por la Ley de Monumentos actualizada-.

Decía don José Minero Roque, al final de ese cuarto informe, lo siguiente: “El ser humano es materia, pero principalmente es espíritu; en ello funda su más alta jerarquía. Entonces no le basta atender sus necesidades de orden económico o sanitario; no le basta que a su favor se realicen obras materiales, sanitarias o de asistencia; precisa dar a su intelecto lo que es su vida espiritual: la cultura, sobre todo cuando la cultura es la base del progreso material. Si solo se civiliza al hombre, se le torna sectario del materialismo, frío y autómata. Es preciso situarlo en la región de los valores esenciales que son el mundo propio del espíritu, hálito vivificante de la substancia humana. Hay necesidad de equilibrar esta dualidad inseparable que es el resultado de la unión de la materia con el espíritu”1. Transcribí íntegramente ese párrafo porque en nuestros días vale la pena que sigamos recordando que lo material no puede estar por encima de lo que Minero Roque consideraba como alimento “espiritual”: lo cultural -en el más amplio sentido- es igual de importante que lo material y cuando se logra el equilibrio, del que tanto hablaba el originario de Nochistlán, es cuando podemos hablar de un verdadero progreso.

Con relación a la preservación y conservación de nuestros monumentos históricos y zonas típicas, nunca como ahora resulta indispensable fortalecer a instituciones como la Junta de Protección y Conservación de Monumentos y Zonas Típicas del Estado de Zacatecas, porque es el organismo encargado de que la ley mencionada se cumpla. Cierto es que ha habido muchos señalamientos en contra de algunas decisiones -sobre todo las restrictivas- tomadas por parte esta institución: por supuesto que todo es perfectible. Sin embargo, debemos reconocer que si esa ley -y por lo tanto la Junta- no existiera, nuestras ciudades no serían lo que son hoy. Y mire, también es una realidad que podrían estar mejor, en eso se puede seguir trabajando, pero no le dejemos ese trabajo solo a la institución: la preservación y conservación de nuestros monumentos y espacios es responsabilidad de todos.

Minero Roque hubiera cumplido 115 años este Día de la Candelaria y en La Gualdra lo recordamos así, diciendo algo con lo que seguramente él hubiera estado de acuerdo: cuidemos todos de nuestro el patrimonio cultural, hagamos lo que nos corresponde para seguirlo preservando. Ojalá que no vuelva a ocurrir algo como lo que pasó recientemente en Jerez en uno de sus edificios históricos -intervenido sin el permiso correspondiente- y que la Junta tome la mejor decisión con respecto a este edificio una vez que el hecho ha sido denunciado por la ciudadanía.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín

[email protected]

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la-gualdra-512

1José Minero Roque, Cuarto Informe de Gobierno, 1954, p. 63.

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