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miércoles, 24 abril, 2024
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‘Mank’, de David Fincher

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Por: ADOLFO NÚÑEZ J. •

La Gualdra 458 / Cine

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Corre el año de 1940. Un joven Orson Welles (Tom Burke) logra que la RKO le permita desarrollar un proyecto con total libertad creativa. El director tiene la génesis de una historia, que con el tiempo irá creciendo hasta volverse la legendaria Citizen Kane (1941). Para trabajar en el guion de su película, Welles recluta al dramaturgo Herman “Mank” Mankiewicz (Gary Oldman).

Con una pierna rota a causa de un accidente automovilístico, y con un claro problema con el alcohol, Mank es recluido en una cabaña para escribir un borrador de la historia en un lapso inicial de 90 días, que después es reducido a dos meses. Con el guion ya terminado y entregado, algunos miembros de la élite hollywoodense comienzan a notar que el Charles Foster Kane escrito por Mank, tiene semejanzas con el magnate William Randolph Hearst (Charles Dance). Así, varias de estas figuras, entre ellas la estrella Marion Davies (Amanda Seyfried), tratarán de convencer a Mank de que abandone el proyecto, al mismo tiempo que él lo comienza a considerar como la obra más brillante que ha escrito en toda su carrera.

A lo largo de su memorable filmografía, David Fincher jamás escribió el guion de ninguna de sus cintas. Eso vuelve aún más interesante el hecho de que Mank (2020), su filme más reciente, se trate de uno de sus proyectos más cercanos y personales, escrito por su padre Jack Fincher, quien falleció en 2003.

La creación del libreto para Citizen Kane, así como la posterior controversia que esto generó, son el punto de partida de Fincher para abarcar diversos temas relacionados con la enorme maquinaria detrás de la industria cinematográfica. Es así como el filme representa las dinámicas del viejo Hollywood, en cuanto a la producción y distribución que había sobre sus obras. Al mismo tiempo muestra los verdaderos intereses detrás de dichas producciones, que en algunos casos bien eran simplemente monetarios, y en otros hasta políticos e ideológicos.

En medio de todo se encuentra Mank, interpretado con enorme inteligencia y sentido del humor por Gary Oldman. Oscilando entre presente y pasado por medio de flashbacks, somos testigos de su odisea dentro de la industria del entretenimiento, abriéndose paso gracias a su personalidad ácida y cómo se codea con los grandes productores de la época, entre ellos Louis B. Mayer (Arliss Howard), David O. Selznick (Toby Leonard Moore) e Irving Thalberg (Ferdinand Kingsley).

Filmada en blanco y negro con mucho grano (igual que las películas clásicas), y con un diseño sonoro similar al de los filmes de la época, Fincher no pretende construir un mero ejercicio de nostalgia. Su objetivo es mirar hacia el pasado, y retratar a una sociedad norteamericana gravemente afectada por La Gran Depresión, y en una situación política que tiene claras similitudes con la actual.

Dentro de esta estructura de cine dentro del cine, el director enfatiza el modo en el que las películas y sus figuras guardan una enorme carga simbólica, que repercuten de manera directa en el contexto dentro del que fueron realizadas, y que, como el ciudadano Kane de Welles, son tan grandes como la vida misma.

Como todos los grandes filmes de David Fincher, Mank es una historia sobre las obsesiones y la lucha por el poder. Además de ser un magnífico tributo al Hollywood de antaño, también se trata de un detallado recordatorio sobre los alcances de la ficción para retratar y afectar a la propia realidad.

 

 

https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra_458

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