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viernes, 19 abril, 2024
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Depp y el nacimiento de la antítesis

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

El juicio entre los actores Johnny Depp y Amber Heard evoca un cambio de rumbo en la manera de pensar las relaciones y la violencia de género de cómo lo habíamos estado haciendo en los últimos años.

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Aún no llega a las revistas académicas, a los debates sociales o a los círculos de estudio. Como siempre, la realidad rebasa y continúa girando cuando los estudiosos de ella aún van en la vuelta anterior.

El caso en cuestión empezó en 2016 cuando luego de poco más de un año de casados, Heard y Depp se divorciaron en medio de un escándalo aderezado con paparazzis.

Hasta ahí, no había más que una lucrativa nota para revistas del corazón. Pero en 2018, Heard escribió un artículo en The Washington post en el que se retrató a sí misma cómo sobreviviente de violencia doméstica, a su exesposo –aunque sin nombrarlo- como su violentador y a la sociedad y la cultura como las cómplices de este último.

Luego de esto, y en un contexto donde el feminismo tomaba fuerza política y donde Hollywood se sacudía por el movimiento Me too, Johnny Depp fue excluido de proyectos cinematográficos importantes, por lo que demandó a su expareja por difamación.

Lo que hemos visto en los últimos días es el corolario de ese conflicto, en el que él trata limpiar su nombre y ella de sostener su acusación.

Para todo aquel que no ha vivido en cuevas las últimas semanas está a la vista el éxito de Depp, pues si bien aún no delibera el jurado, es evidente que ha recuperado aprecio social y ha logrado que el gran público crea su versión de los hechos.

Un logro de difícil pronóstico, francamente, pues hasta hace poco se hubiera considerado no sólo políticamente incorrecta cualquier defensa del presunto victimario, sino hasta complicidad.

Pudiera pensarse que Johnny Depp fue excepcional por el cariño a su trayectoria, por el poder y las conexiones que tuviera en Hollywood, o por el dinero que podría haber invertido para el cuidado de su imagen. Lo cierto es que otros personajes de igual o mayor poder (en todo sentido) no han podido obtener resultados iguales en otros momentos, como lo muestra el aislamiento social de Harvey Wainstein, o Kevin Spacey.

No es cosa sencilla, hablar a favor de un presunto violentador pudo ser la cancelación o la muerte profesional de los expertos que testificaron a su favor, pero, al contrario, esa suerte la corrieron quienes apoyaron a Amber Heard, y ahora lidian con críticas negativas en sus sitios de internet.

Pese a su historia, a la actriz no la han arropado activistas feministas, y si acaso ha salido a su defensa la revista Vogue en un artículo que llamaba a creerle a Amber Heard de la misma manera que debiera creérsele a todas las víctimas. El resultado de esto fue una dosis de rechazo social para la revista; un poco del mucho que está recibiendo la actriz.

Paradójicamente, con argumentos ¿seudo? feministas se ha atacado a Amber Heard por considerar que se aprovecha y burla de quienes “realmente” han sufrido violencia doméstica.

Y para muchos en esa estadística tendría que contarse a Johnny Depp, porque su género, su superioridad en la fuerza física, y los más de 30 años que le lleva a la actriz, no habrían jugado a su favor, sino al contrario, habrían sido los factores por los que nadie le creería que él era la víctima de la violencia doméstica que lo hizo recibir puñetazos, e incluso perder una parte de su dedo.

“Dile al mundo Johnny, diles que ‘yo, Johnny Depp, hombre, soy víctima de violencia doméstica’ y fíjate cuántas personas te creen y se ponen de tu lado”; con esas palabras retó la actriz a su exmarido hace algunos años, y hoy, el actor lo ha hecho, y para sorpresa de ella, mía, y quizá incluso de él, el mundo le ha creído y se ha puesto de su lado.

Cierto es que mucho dinero, excelentes abogados, expertos en imagen pública hacen esto posible. Pero nada de esto hubiera sido suficiente si no se estuviera produciendo el cambio social y cultural que este caso, desnuda.

Apenas circulan las imágenes de “yo sí te creo hermana” y se asume la presunción de la veracidad de la víctima como principio jurídico, pero ya se vislumbra que la sororidad puede tener límites, y que incluso, puede haber un abuso de la condición de género en determinadas disyuntivas.

El apoyo social que Johnny Depp ha obtenido no cambiará nada por sí mismo, pero evidencia que llega el punto de inflexión y el nacimiento de la antítesis de la tesis que apenas asimilábamos.

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