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viernes, 19 abril, 2024
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Innovación docente; cuestión de analizar y reflexionar la práctica propia (2/2)

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Por: RAMIRO ESPINO DE LARA •

No se puede educar en serie. Es
preciso un corazón inteligente
que sepa interpretar, que sepa,
sobre todo, comprender.
Francisco García Salve

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Innovar la práctica docente implica establecer un vínculo entre las formas básicas de pensamiento –inducción y deducción-, además, tender siempre al diseño de metodologías y estrategias que lo orienten sobre el camino a seguir para transformar la práctica profesional. Es necesario que el docente sea multidisciplinario, que considere a su actividad como eminentemente social; cierto es que la formación inicial le proporciona una panorámica acerca de lo que podría ser su práctica profesional y, en el ejercicio de su profesión, estará en posibilidad de desentrañar todos los aspectos que conforman su ejercicio, sería interesante el que él mismo se explicase lo que significa “el ser docente” y “el docente como ser”.

Un docente con perfil multidisciplinario es aquel que, aparte de contar con conocimientos teóricos sobre las disciplinas curriculares, cuente también con conocimientos sobre lo que podría llamarse disciplinas auxiliares de la docencia –filosofía, psicología, sociología, didáctica, pedagogía, etc.-; esto sería propio para un docente que se forma exprofeso para ejercer su profesión en educación básica. Para un docente que se desempeña en educación media superior y superior, su situación es diferente toda vez que, su formación inicial es universitaria; el conocimiento que poseen es específico de un campo disciplinario y, lo que requerirían ellos sería actualizarse en dos escenarios: 1) en el didáctico-pedagógico y 2) en el de las ciencias auxiliares de la docencia.

El docente que tienda a innovar su práctica, estará en posibilidades de dimensionar los alcances del uso de la teoría dentro de la práctica profesional, ello le permitirá analizar y reflexionar sobre las posibilidades que tiene para transformar permanentemente su práctica, así adoptaría la postura de “todavía no soy, estoy siendo” y, en ese estar siendo incursionar en estrategias que le ayuden a crecer como docente y hacer crecer al contexto en el que se encuentre. En sí, reflexionar y analizar la práctica propia, le permitirá al docente irse alejando de esas prácticas monótonas y aburridas para los alumnos, dejándole un alto grado de satisfacción en los resultados que obtendría al final de un proceso determinado.

Analizar y reflexionar la práctica docente, brinda la posibilidad de recurrir a metodologías que el docente irá construyendo, mismas que dependerán de varios aspectos – del estilo propio de ejercer la docencia, del esquema teórico que domine, del contexto, y, del análisis que haga de todo esto-. Cierto es que también debe considerar el docente en el análisis de su propia práctica, al lenguaje, a la sistematización de su práctica y la capacidad crítica y reflexiva con la que cuente. Por lo general, los docentes que solo usan la teoría para ejercer su práctica, usan un lenguaje muy técnico y, los resultados que obtienen no siempre son los que trazaron dado que adoptan una postura de operación de contenidos a lo que comúnmente se conoce como “obrero de la educación”.

En contraparte a lo anterior, los docentes que, conociendo y dominando los postulados teóricos y que no se dejaron guiar por ellos, su lenguaje es más de sentido común pero le dan más formalidad en la estructuración de sus propios proyectos. No se puede restarle mérito a los postulados teóricos puesto que, todo sujeto en formación es producto de ellos, en el ámbito de la docencia, nos encontramos que existen docentes muy apegados a la teoría y obsesivamente la “aplican” en el ejercicio de su profesión tal cual, en cambio, existen docentes que solamente consideran a la teoría para sistematizar su propia práctica, este tipo de docentes no sistematizan su ejercicio de manera lineal ni siguen patrones preestablecidos.

Es necesario que el docente abreve de la teoría pero que no sea ésta su único referente dado que si así lo hace, se le dificultaría construir proyectos innovadores y solamente se quedaría en el nivel de planeación de contenidos curriculares, se requiere que desarrolle su habilidad crítica y reflexiva para que a su ejercicio profesional le dé una connotación epistemológica. Cabe destacar que, en gran parte, la administración educativa no promueve la profesionalización de los docentes puesto que, los meten en un proceso de llenado de formatos en los cuales solo se refleja la manera de cómo organizó los contenidos curriculares para “aplicarlos” a los estudiantes; este tipo de ejercicio administrativo es solamente una mera simulación.

En síntesis, el sistema educativo mexicano requiere transformarse, necesita de docentes críticos, analíticos y reflexivos que no sean consumidores de contenidos, sino que vean a su profesión como una poderosa herramienta transformadora de forma tal que comprendan y hagan comprender que la educación no es asunto de alienación sino de emancipación. Reitero, una de las mejores vías para que esto suceda, es que el docente construya sus propios proyectos educativos, que diga qué es lo que se encuentra haciendo en lugar de que le digan qué es lo que debe hacer; necesita diagnosticar una situación problemático en contextos reales y no ficticios, donde sea él mismo quien configure su contexto y lo aborde desde una perspectiva innovadora y transformadora. ■

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