Sobre las escuelas de primeras letras en la transición del viejo al nuevo régimen, encontramos que, en Tlaltenango, cuya municipalidad, de acuerdo con el informe del subdelegado Juan Antonio de Evía, no tenía ninguna escuela. Juchipila en donde según la recordada Carmen Castañeda se fundó la primera escuela de la Nueva Galicia y Aguascalientes se encontraban en una situación similar a la de Fresnillo con una gran carencia de escuelas. Una suerte diferente era la de Zacatecas, capital de la intendencia y del partido del mismo nombre. Como se describe en páginas anteriores, en la ciudad capital se tiene conocimiento de la existencia de cuatro establecimientos de instrucción elemental. Dos escuelas cuyo sostenimiento por lo que hace al pago de sus maestros dependía de los caudales del Colegio Seminario de San Luis Gonzaga desde 1786 cuando ocurrió su reapertura. Las dos restantes atendían a un menor número de alumnos y se encontraban en un estado de abandono, lo que movió a las autoridades del ayuntamiento por intermediación del Intendente a solicitar al Virrey la creación de otras escuelas. Sobre el salario que debería devengar los maestros, este debería ser de 300 pesos anuales, más una ración de tres pesos para ayuda alimenticia y el pago de la renta de una casa para su hospedaje; prestaciones de las que gozaban los de las escuelas dependientes del Colegio citado. Además de la solicitud para la creación de más escuelas, el Ayuntamiento tomó el acuerdo de hacer efectiva la real ordenanza de intendentes en materia de instrucción que fijaba la obligatoriedad de los padres de enviar a sus hijos a las escuelas.
Ya entrado el periodo independiente, las élites y clase política de la nueva nación depositaron su confianza en la educación del pueblo. La instrucción, comenzando por la primaria debería ser una especie de panacea para curar todos los males de la sociedad. Entre las prioridades estaba la de abrir el mayor número de escuelas para llevar las luces a los lugares más apartados. Ilustrar a la niñez y juventud mexicanas representaba una urgencia para poder acceder a mejores estadios de bienestar y formar futuros ciudadanos, útiles a la sociedad e industriosos, conocedores de sus derechos a la vez que conscientes de sus obligaciones. Ese era el ideal educativo con la que nace el México independiente, lo deseable en el plano ideal. La transición de la colonia a nación y de provincia a Estado ocurrió en el cambio de tipo o sistema de gobierno básicamente, en el ramo educativo la transición tuvo más de continuidad que de novedad en lo general, pues la filosofía con la que se rigió la instrucción siguió siendo la de la ilustración, la de llevar las luces a la niñez y juventud en todos los lugares y por todos los medios posibles. Ilustrar, significó en las primeras décadas independientes educar o instruir. Misma ruta trazada desde tres décadas atrás por lo menos, antes de que feneciera el antiguo régimen.
En Zacatecas, cuando se conoce la Constitución de Cádiz, jurada en 1812 y se busca poner en práctica algunos de sus preceptos como la gratuidad y obligatoriedad de las primeras letras, existían muy pocas escuelas de este tipo. Con excepción de las que había en la ciudad de Zacatecas no exentas de problemas y las de los partidos que aquí se han mencionado y alguna otra que operaba como obra pía a cargo de las parroquias de algunos pueblos, el panorama educativo cuando ocurre la guerra de independencia, no era muy alentador.
La organización política para una mejor administración de la economía, la justicia y el gobierno en general del imperio español, durante la transición del siglo IX al siglo XX estuvo marcada por las reformas borbónicas que buscaron a través de una mejor planificación y organización vertical y desde arriba tener un mayor control sobre las actividades y vida de los súbditos. Las reformas borbónicas se expresaron en el campo de la educación a través de ilustrados como Pedro Rodríguez el Conde de Campomanes y Gaspar Melchor de Jovellanos, quienes, “[…] vieron la necesidad del fomento a la instrucción, como un medio para alcanzar el progreso que el imperio español requería, aunado a la política centralizadora que el Estado también deseaba y cuyo control se supeditaba así mismo al control de sus súbditos”.
Referencias.