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sábado, 4 mayo, 2024
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Subjetivaciones rockeras / Un grupo de rock debe ser más que sus integrantes

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Por: FEDERICO PRIAPO CHEW ARAIZA •

A lo largo de nuestras vidas, quienes disfrutamos a plenitud el rock, hemos escuchado expresiones de desdén hacia él, ya sea dentro o fuera de nuestras familias, una de las más comunes, superficial y odiosa es la que reza más o menos así: “esos rockeros ni sacan dinero; los que de veras se hacen ricos con su música son los que tocan en los bailes, esos otros que bla, bla, bla…”. Y bueno, no podemos negar que, ciertamente, esas agrupaciones, en nuestro país, logran llenar masivos, palenques, plazas de toros, rodeos, grandes salones de baile, etcétera.

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Las ganancias que esos grupos logran en sus bailes son de verdad sorprendentes en México, Centro y Sudamérica, y entre nuestros paisanos y buena parte de la comunidad latinoamericana residente en Estados Unidos de Norteamérica; esas agrupaciones rápidamente logran posicionarse en el gusto de las masas con canciones que, por lo general, hablan de lo mismo: traiciones, desamor y decepciones, muchas de ellas con fuertes dosis de misoginia -en lo personal, considero que la misoginia no se refiere exclusivamente al desprecio explícito hacia la mujer, sino a cualquier trato, evidente o sugerido, que resulte indigno, animalesco u objetual hacia ella-, como si la vida se limitara únicamente a eso; no por nada, muchos rockeros optan por adherirse a esos grupos o por formar los propios, ya que allí encontrarán un mejor sustento económico, razón que encuentro bastante justificable, pues, a fin de cuentas, la papa es primero.

No obstante lo anterior, creo que el comparativo de las bandas de rock con las aludidas anteriormente (que merecen todo mi respeto) es absurdo; la naturaleza de uno y otro tipo de agrupaciones es totalmente distinta; sus propósitos, enfoques y contenidos particulares son por completo divergentes y nada tienen que ver unos con otros. El rock, que ha sido considerado por conocedores e intelectuales como una expresión artística genuina y como una cultura en todo el sentido de la expresión (en las otras, para ser sincero, no he reparado ni puesto atención), es más una cuestión vocacional, una convicción y, como ya lo he mencionado en otras ocasiones, una postura de vida. A los rockeros los mueve más el amor al arte. Si embargo, debemos reparar en algo que quizá no sea del todo descabellado, a nadie en absoluto le cae mal obtener un beneficio por lo que le gusta hacer; en otras palabras, si a la vocación de hacer y tocar rock se le agrega una retribución económica, pues qué mejor.

Creo que pensar que vale más tocar un género musical en lugar de otro, sólo porque deja más dinero, es pensar a medias (salvo en casos de hueseo, en donde está más que justificado). Empero, entonces ¿a qué se debe que por lo regular los grupos de rock no obtienen los mismos beneficios económicos que las agrupaciones a las que me referí líneas arriba? No lo sé, pero quizá sea una cuestión de enfoques. Cuando uno observa a las bandas que tocan en bailes, uno no ve sólo a un grupo, hay mucho más, se trata de generar (de forma consciente o inconsciente) todo un concepto (trillado en la mayoría de los casos si ustedes quieren), y esto implica que no se trate únicamente de los protagonistas que suben al escenario, sino de todo un equipo que está sobre, detrás, frente y más allá de la escena misma. Allí radica, esencialmente, la que pienso es la clave principal del posicionamiento en el mercado.

He convivido con bastantes amigos que pertenecen a grupos de rock; he visto también una importante cantidad de agrupaciones, tanto locales como nacionales, y me da la impresión de que la idea prevaleciente es que ellos se conciben así, tan sólo como una banda de rock, delimitada por sus integrantes. Allí, pienso, radica la limitante -las siguientes reflexiones conciernen no sólo a los grupos de rock, sino también a agrupaciones de prácticamente todas las disciplinas artísticas-. Creo que un grupo de rock no debe reducirse tan sólo a sus integrantes, sino que tiene que concebirse como todo un equipo de trabajo, conformado por personas que realizan funciones tan diversas como importantes, ya sea arriba, atrás, frente y más allá del escenario. Desde su concepción, considero que un grupo de rock debe vislumbrarse como todo un equipo de trabajo que atienda no únicamente lo que ocurre arriba del escenario, que es lo que el respetable disfruta, sino también aquello que se da detrás, aquello que el público no percibe o de lo que no se percata, pero que le da a la propuesta ese plus de calidad que siempre se agradece. Creo que la postura de una agrupación no debe estar peleada con el propósito de obtener un beneficio a cambio. Las bandas más importantes de rock no tocan de gratis, salvo en casos excepcionales, por iniciativas o causas que ellas comparten, pero tampoco son sólo sus integrantes, sino que hay junto a ellos un gran equipo que ayuda a que la calidad del concepto crezca.

Zapatero a tu zapato. Desde mi punto de vista y a partir de lo que me he percatado con los grupos de rock más importantes del país, a los que he tenido la oportunidad de ver trabajar de cerca, los integrantes de una banda deben dedicarse a tocar y a profesionalizarse de modo permanente (asistiendo a seminarios, talleres, clínicas, clases magistrales, nutriendo su cosmovisión estética con diversas expresiones del arte y del pensamiento); a ellos les resultaría difícil estar tocando puertas para ver si salen tocadas en las que puedan participar, y mucho más, para saber si por el toquín habrá una retribución económica. Pienso que un grupo de rock debe verse como un concepto nutrido y fortalecido por un grupo de personas dedicadas a realizar funciones diversas. Por ejemplo, la banda debe tener una imagen que los identifique y los distinga, misión que podría recaer en un diseñador gráfico; creo también que debe contar con un representante que esté a la búsqueda de abrirle espacios y oportunidades que, en la medida de lo posible, reditúen económicamente; asimismo, debe tener un sonido que la caracterice, personas que les ayuden con la instalación en el escenario, que estén atentas a que todo esté en el lugar correcto y a que funcione de manera adecuada, etcétera.

Otras funciones de vital importancia que, pienso, deberá cumplir el equipo en su conjunto serán las de ser autoexigentes y autocríticos sin la menor reserva. Creo que las reservas o el temor a tocar susceptibilidades en un equipo serán al corto plazo más perjudiciales que benéficos. Dentro de este grupo, pienso, tampoco podrá haber envidias, de entrada no caben, primero porque todos tendrán funciones específicas que no competirán con las del compañero, y segundo, porque todos en el equipo comparten un mismo fin, una misma meta, teleológicamente todos llevan la misma ruta, aunque sea por diversas vías: consagrar al grupo de rock y, por qué no, vivir de él.

La idea puede resultar un tanto fuera de lugar para algunos; en lo personal, creo que no lo es en lo más mínimo; veía y escuchaba en un interesante documental titulado Food Inc., que, por cierto, les recomiendo ampliamente, a un empresario de comida orgánica que decía que no se trataba de ponerse a pelear contra Sansón a las patadas (aludiendo a la cadena de supermercados más poderosa del planeta y a la comida chatarra que se vende por doquier), sino que se trata de ser el propio Sansón; la idea es pensar en grande y de forma positiva, y eso comienza cuando se le da a la banda la seriedad que merece; tal vez no haya grupos modestos, mejor dicho carentes de la importancia que debe dárseles. De que hay mercado, lo hay, de todos es sabido que existen redes de nivel internacional, undergrounds y no, que manejan importantes conglomerados de agrupaciones en sus catálogos; esas redes no funcionan tan sólo por el amor al arte, son empresas con todas las de la ley que generan importantes ingresos.

Otro ejemplo que puede resultar ilustrativo, aunque a muchos no les pueda ser de total agrado, lo vemos en la película Escuela de rock, en la que nos damos cuenta que desde el momento de su creación, al grupo se le concibe como todo un equipo en el que nadie es menos que el otro, en donde todas las funciones son de vital importancia. Pienso que en la medida en la que eso se logre aplicar, veremos agrupaciones que trascenderán la escena local y que llegarán más allá de lo que quizás en un principio se imaginaron. Tal vez suene utópico o bastante idealista, pero insisto, es lo que testifiqué en los años que trabajé inmerso en el ámbito artístico y cultural, local, nacional e internacional, y repito, la propuesta que aquí dejo podría funcionar no sólo con los grupos de rock, sino que es aplicable a todas las expresiones del arte. Podré dejar de lado algunos aspectos importantes, no lo dudo, pero para un buen arranque y crecimiento, creo que lo que dije es fundamental.

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