“¡Hola, soy George Clooney!”, así rompió el hielo William Friedkin en la rueda de prensa ofrecida horas antes de recibir el Premio León de Oro por su trayectoria profesional.
Friedkin, a sus 78 años, fue el creador de mitos cinematográficos como El exorcista (1973), The french connection (1971) y Sorcerer (1978), que fue restaurada y exhibida justo después de la ceremonia.
Con espontaneidad y desparpajo respondió a las preguntas de los periodistas presentes en la sala de prensa del Palacio Casino del Festival de Venecia, donde habló entre otros temas, del método sensorial que utiliza con sus actores, el cual no ha cambiado hasta ahora, y en el que le pide al actor acordarse del momento más difícil de su vida o el más feliz, dependiendo de la situación, para que esas emociones salgan en la pantalla y sean más reales.
Habló del papel importante que juega el cine para lograr un cambio social, en un mundo donde la mayoría se siente amenazada, confesando la vergüenza que su país le causa cuando hace la guerra en otro lugar. De ahí la necesidad de encontrar líderes como Gandhi o Martin Luther King.
En cuanto a la industria del cine, calificó a Hollywood de “un gran casino -no digo un prostíbulo-”, y criticó los enormes presupuestos que se destinan a unas pocas películas.
Sabe que no es fácil hacer un cine independiente, pero no tiene interés en hacer películas con grandes efectos o cosas extremas y afirmó que prefiere ver el cine clásico antes que el actual, aunque destacó las películas de los hermanos Coen.
El galardonado director dijo que sólo ve películas clásicas en Blue Ray y reconoció que la televisión americana por cable es un verdadero motor de creación actualmente. Por otro lado, no comparte con los jóvenes la afición de ver películas en pequeños formatos, es decir, computadoras, tabletas y celulares.
Para Friedkin, el cine es empírico y pide a los jóvenes realizadores salirse de las escuelas de cine e ir con sus cámaras a la calle para aprender a través de su propia experiencia, “si estás en una escuela de cine, vete inmediatamente, sal a la calle y coge una cámara, rueda, edita en casa, y ponlo en Internet. Hazlo todo tú mismo y no tengas miedo de la crítica”; les recordó también, la importancia de ver películas de otros realizadores que se atrevieron hacer cosas como Hitchcock.
