La Gualdra 669 / Cine / Festival de Cannes 2025
[Festival de Cannes 2025]
Una colaboración póstuma
Se inauguró la Quincena de los cineastas en el Festival de Cannes 2025 con la película póstuma de Laurent Cantet, finalizada por su cómplice Robin Campillo. El cineasta francés falleció después de haber iniciado su preparación, desde el guion hasta las localizaciones del rodaje y el casting. Ambos cineastas habían trabajado estrechamente anteriormente, asistiendo Campillo los proyectos de Cantet como coguionista y montador, y viceversa.
Esta colaboración se llevó a cabo desde unos principios éticos y estéticos comunes. La obra de Cantet observó la adolescencia y su complicada relación con el mundo adulto. Lo hizo a través de una estética que intenta retratar contextos sociales muy definidos. Sin caer en los estereotipos y facilidades de cierto realismo social, toma prestada una veracidad propia del documental, sin obviar sin embargo una cuidadosa construcción dramática.
En Entre les murs, Palma de Oro, aplicaba esta vena para mostrar la relación complicada de una clase de secundaria con su maestro, escenificando las tensiones de clase social y de identidades culturales propias de la diversidad francesa. Otros trabajos como Vers le sud, relacionaban la continuidad del colonialismo con la prostitución masculina en el turismo sexual.
Campillo compartió estas inquietudes en su propio trabajo, tomando la prostitución gay como medio para expresar las relaciones de dominación, en Eastern boys, como también desarrolló una crítica al pasado colonial en su último trabajo, La isla roja.
Su mayor éxito, sin embargo, lo encontró con 120 pulsaciones por minuto, la celebración de la lucha asociativa del colectivo Act Up para el reconocimiento de las víctimas del SIDA a finales de los años 80, que fue recompensada con la Palma de Oro en 2017.

Adolescencia descastada
Enzo retoma algunas de las coordenadas habituales de los dos autores, como retrato de la adolescencia desde una perspectiva interseccional centrada en la identidad sexual y la clase social.
La primera secuencia muestra a Enzo, un joven aprendiz de la construcción, que no pone demasiado empeño ni demuestra demasiada destreza en su tarea. El capataz decide avisar a los padres, después de regañarlo, y lo acompaña hasta su casa. Ésta resulta ser una bella mansión con piscina, ubicada en la mejor zona de La Ciotat, cerca de Marsella. Allí es recibido por sus padres, unos intelectuales acomodados, que aceptan con más o menos resignación la traición de su vástago hacia su clase social.
Cantet invierte la perspectiva de su primera película, Recursos Humanos, proponiendo un personaje que decide abandonar su clase social favorecida para dedicarse a un trabajo que no se corresponde con lo esperado. Esta ruptura constituye el primer escándalo cometido por el muchacho, provocando la desesperación e incomprensión de su familia, que respeta escrupulosamente el programa de reproducción de las élites teorizado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu.
En esa misma obra se desempeña la segunda perspectiva, la de la identidad sexual. A pesar de tener una novia que le da sobradas muestras de su deseo, Enzo se siente inmediatamente atraído por uno de los obreros de la construcción en la que trabaja, Vlad, un emigrante económico ucraniano.
Opacidad adolescente
Para representar la incomprensión del comportamiento del adolescente, el filme elabora un personaje opaco, un recurso que se ha generalizado en numerosos filmes y series, como Jeune et jolie de François Ozon o la reciente Adolescence en Netflix. Se trata de no explicitar los motivos psicológicos que mueven a los personajes. Esto permite ocultar las razones de su comportamiento, pero también evidenciar la incomprensión entre generaciones, como dos mundos separados por un abismo.
En Enzo, además, se insiste en caracterizar al joven con una evidente apatía, privándolo de cualquier deseo que pudiera funcionar como horizonte, salvo su atracción por Vlad.
Esta relación acaba funcionando como el motor de los actos y deseos del personaje, convertidos en puras fantasías desligadas de la realidad. Se presentan como un espejo deformante en el cual se proyectan los deseos del adolescente, para construir su propia identidad, fantaseando un posible romance o imaginando una implicación en la guerra que asola Ucrania. La película sugiere entonces una incapacidad a encontrar su lugar tras salir de su ámbito social y familiar, sin conseguir encontrar una alternativa que no sea impostada.
Enzo parece estar siempre en desfase con la realidad que lo envuelve, en particular a través de sus gestos, que realiza con torpeza y siempre a destiempo, ya sea al buscar una caricia, un gesto de amor fraterno, o dar rienda suelta a un acceso de cólera.
Como su familia, el espectador se acaba preguntando el porqué de la indolencia del adolescente y de su incapacidad para hacerse un lugar en la realidad. Con un cierto pesimismo, sólo las ruinas que van asolando nuestro mundo ofrecen una respuesta.