La única posibilidad de que Joe Biden gane las elecciones es la de solucionar, en buena medida, la crisis migratoria. Y eso depende de México y del gobierno de López Obrador. Aunque en realidad también se debería incluir a Nicaragua y Panamá.
Después de la retórica antinmigrante de Trump, diseñada para ganar votos de un sector y generar miedo en otros, sus acciones durante su gobierno fueron puntuales y solventó sus medidas con facilidad, al presionar desde el comienzo a un gobierno de la 4T, que se decía antineoliberal, pero que quería a toda costa firmar el tratado de libre comercio, después amenazarlo con imponer aranceles y, finalmente, con la pandemia, aplicar arbitrariamente el Título 42, de deportación en caliente.
Por su parte, el gobierno de Biden ha tenido serios problemas para controlar el flujo creciente de inmigrantes, especialmente venezolanos, cubanos y haitianos, que no estaban en el escenario y ha dado bandazos en repetidas ocasiones; su alfil, la vicepresidente Kamala Harris, fracasó en poco tiempo y él se ha tenido que ocupar personalmente del asunto. Al final, después de muchos rodeos, la solución la encuentra en México.
En diciembre, cruzaban diariamente la frontera de Estados Unidos unos 10 mil migrantes que eran capturados por la Patrulla Fronteriza, en enero algunas fuentes dicen que bajó a 5 mil y otras a 3 mil. Al parecer dio resultado la reunión que tuvieron en diciembre en México y la que acaban de tener en Washington reforzó la presión sobre el tema.
Las prioridades se han transformado, aquella expresión de Clinton en un debate, donde se hizo famosa la frase <<Es la economía, idiota>>, parece haber cambiado a <<Es la migración, idiota>>. Después de siglos de explotar, expoliar y depredar a los pueblos del sur, ahora sus pobladores piden refugio porque ya no aguantan más. Es obvio que hay que atender la causas, pero lo que les interesa es la coyuntura. Si no se resuelve la llegada masiva de inmigrantes a solicitar refugio, las posibilidades de un triunfo demócrata están perdidas.
Para los tres candidatos republicanos a la presidencia de Estados Unidos, el tema de batalla era la migración, a cada cual más radical, pero Trump lleva la delantera y amenaza con deportaciones masivas, cosa que no hizo durante sus cuatro años de mandato.
No obstante, el que se ha encargado de poner el tema en la agenda diaria es el gobernador de Texas, Greg Abbott, que pretende hacer méritos en el Partido Republicano. Primero fueron las boyas en el río Bravo, luego los alambres de púas en la frontera, después vino la persecución a caballo de los Rangers en contra de los haitianos, otra de sus medidas fue la deportación interna de migrantes por autobús a las ciudades santuario de Chicago, Nueva York y Los Ángeles, entre otras y, finalmente, se impidió el paso de la Patrulla Fronteriza (federal) a una zona de la frontera para que no se quitaran los alambres de púas que había puesto la autoridad federal.
Esto último derivó en la muerte de una migrante mexicana y sus dos hijos, a los que no se les proporcionó ayuda en momentos tan dramáticos. Esto ha sido el colmo, primero por no proporcionar ayuda y luego por impedir la entrada de la Patrulla Fronteriza que podría haber ayudado, lo que es totalmente anticonstitucional y sabe que lo es, sin embargo, lo hace. El tema migratorio y sobre todo fronterizo es una competencia federal, no es de jurisdicción estatal.
Texas es un estado segregado racialmente, los blancos viven en el norte y los latinos en el sur. Hay condados en el norte, como el de King, con 91 por ciento de blancos, mientras en la frontera el condado de Star tiene 97 por ciento de latinos. Una ciudad como Houston tiene 40 por ciento de latinos, ya no se diga San Antonio, con 65 por ciento de latinos.
Es urgente una alianza política entre latinos y negros en Texas; de hecho, algunos políticos afroamericanos ya lo han planteado. Y, en ese sentido, la actitud antinmigrante del gobernador Abbott puede ayudar. Sucedió en California, como reacción a la Proposición 187 que iba en contra de la población latina; lo mismo pasó en Arizona con la ley SB1070 que perseguía a los latinos por portación de cara y la prepotencia desmedida del sheriff Joe Arpaio.
La propuesta de Joe Biden es que el gobierno de la 4T lo ayude primero a resolver el problema del presupuesto, condicionado por los republicanos del Congreso a que se solucione la crisis en la frontera y, en segundo lugar, a ganar las elecciones y evitar la amenaza que supone para México la llegada de Trump a la presidencia.
Por lo pronto, Trump ya anunció su propuesta: Catch and release in Mexico, capturar migrantes y devolverlos a México. Un Título 42 remasterizado, de deportación en caliente, de todo migrante extranjero irregular.