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martes, 19 marzo, 2024
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La marcha de los indios pata rajada

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Por: Erik Herrera •

Aunque el presidente no la aludió en ningún momento en su discurso ni predominó en las pancartas o las consignas, algunos sectores han llamado a la movilización de ayer como una contramarcha a la realizada el 13 de noviembre bajo el slogan de que “el INE no se toca”.

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Tiene su razón de ser, y no ya porque la reforma electoral siga en pugna. El presidente mismo prácticamente la dio por perdida y propuso un plan B más moderado. Pero como en la reforma energética, usa la derrota táctica para fortalecer la estrategia. 

Retirándose de la batalla para seguir la guerra, con la reforma electoral López Obrador hizo propia la bandera de reducir el presupuesto de los partidos políticos, el número de legisladores y los sueldos de la burocracia dorada, en tanto hizo ver que la resistencia es de la oposición y de quienes “se niegan a dejar sus privilegios”. 

Prueba de ello es la respuesta a la protagonista inesperada de la marcha del 13 de noviembre. Me refiero, no ya al discurso del orador oficial del evento que pasó prácticamente inadvertido, sino a esa mujer que vestida de blanco y con más punch discursivo que José Woldenberg gritaba al “indio de Macuspana” y “patas rajadas”.

Ayer, durante la marcha, y en las redes sociales, muchas de las expresiones eran a este respecto, a autocalificarse como “indios” y a enorgullecerse de las “patas rajadas” porque justo de eso se trata la transformación que prometió el presidente López Obrador, que sean estos quienes estén “arriba” y no los de siempre. 

No será de extrañarse que algo similar ocurra con el calificativo de “acarreado” con el que se reduce a quienes participaron en la movilización de ayer.

Ya López Obrador ironizaba con esto en las mañaneras de la semana pasada, anunciando que no habría camiones en toda la República, y a ello se sumaron los participantes de la marcha con las pancartas en las que aseguraban que no estaban ahí por unas tortas, sino por sus huevos. 

El escritor Fabrizio Mejía lo resume bien en un tuit: “solo los que no aceptan la politización de los plebeyos insisten en calificarlos de ‘acarreados’”, porque, a los ojos de esos “pata rajadas”, estigmatizar de “acarreado” a quien marcha por una causa y de “ciudadano consciente” a quien marcha por la contraria, no hace más que fortalecer la idea de que se está frente a clasistas que asumen que la democracia no es para todos. 

Experto en hacer limonada cuando la vida le da limones, el presidente hizo gala ayer de su fortaleza y resistencia física a pesar de la hipertensión arterial, la gota, los problemas cardiacos y demás males que habían dado a conocer, o mejor dicho reiterado, las filtraciones guacamayas de los últimos meses. 

Lejos de retomar la discusión sobre el INE, aprovechó la ocasión y el ánimo festivo para enumerar 115 logros de su gobierno, entre lo que se destacó que el 85% de los hogares mexicanos reciben una parte del presupuesto a través de los programas sociales; que el salario mínimo pasó de 88 pesos a su llegada a 172 pesos; la construcción de red ferroviaria para pasajeros, la inversión en recuperar la soberanía energética y otros puntos que pueden consultarse en: https://lopezobrador.org.mx/2022/11/27/discurso-del-presidente-andres-manuel-lopez-obrador-en-la-celebracion-por-4-anos-de-transformacion/ 

Pero más allá de lo dicho, quedó lo visto: que permanece intacta su capacidad de movilizar a pesar de cuatro años de desgaste en el gobierno, y del cambio que significa ser una promesa y por tanto una esperanza, y luego pasar a ser una realidad, con el riesgo inherente de convertirse en decepción. 

Por encima de todo esto, deja la impresión de que a un tercio de terminar su mandato y con una sucesión por demás adelantada, la cuarta transformación es el más potente vehículo para quien quisiera llegar a la presidencia de la República porque el proyecto como tal, está, y está firme, y lo comandará quien logre convencer de tener mayor compromiso con éste, y con los “indios pata rajada”. 

Lo dijo él, y lo sabemos todos. Son tiempos de definiciones. 

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