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viernes, 29 marzo, 2024
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■ Burocracia es el arte de convertir lo fácil en difícil por medio de lo inútil. Carlos Castillo Peraza

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Por: E. ANDREA ROBLES G. •

Una de las conquistas de la revolución fue la inserción constitucional de ciertos derechos sociales en el ordenamiento jurídico máximo; y como todo proceso de nación, primero vino la letra (o lo que los abogados recitan en latín el ius positivismo) y después la institucionalización de la idílica ley.

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Después de la guerra armada que en el sur tenía la cara de Zapata y en el norte, La División tenía comando villista, e incluso posterior a la reunión de intelectuales que, en 136 artículos, le dieron vida a la Constitución de 1917, México procreó a sus primeras instituciones. Esto implicaba poner en marcha, con el poder en las manos, las múltiples luchas que durante más de una década resistieron en la guerra.

En el cambio de bando, -de pistolero a burócrata-, los derechos sociales empezaron a adquirir forma: nombres, logos, edificios públicos y hasta slogans tuvieron. La constante de una acción que tenía fundamento legal y hasta oficina de gobierno, permitió que el acceso a ciertos derechos reconocidos, empezaran a sistematizarse cual receta de pastel.

La sistematización implica operar técnica, humana, financiera y administrativamente, una entidad que tiene un objeto claro; para el caso de la Federación, pues se traduce llanamente en proveer y acercar servicios (que se han admitido en el discurso histórica como derechos) a los connacionales y suscriptores del contrato social.

El asunto es que, desde hace décadas, el colapso institucional en México es una problemática inminente que se ha sorteado en la miseria presupuestal y en los más escándalos casos de corrupción. La burocratización de ciertos derechos ha entorpecido la aplicación fáctica de lo que está escrito en la norma.

Se ha construido sin rumbo en los cimientos de las instituciones públicas, al punto que no sólo las han quebrado un poco, sino que ya hasta nos acostumbramos a vivir entre los escombros.

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