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viernes, 29 marzo, 2024
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¡Viva la República! Los catecismos políticos

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Por: MARIANA TERÁN •

A raíz del restablecimiento de la Constitución de 1812, en el virreinato se imprimieron valiosos folletos que hablaron de las ventajas de aquel código. Se trató de una pedagogía cívica que refrendara, entre las numerosas y distintas poblaciones, que la Constitución no iba contra la religión católica, que era un código liberal que aseguraba derechos y obligaciones de los ciudadanos de la nación española, integrada por los hemisferios de España y América, que los indios eran considerados también ciudadanos. Todo un tema que después los estudiosos se detuvieran en los matices y profundos significados respecto a si a los pueblos de indios les convino ser o no ciudadanos.
Desde la ciudad de Puebla de los Ángeles, en la imprenta de Juan Nepomuceno Troncoso, se editó La Abeja Poblana. Primer periódico que se publica en esta ciudad de Puebla de los Ángeles en uso de los derechos que ha declarado la Constitución política de nuestra monarquía española jurada en 3 de junio de 1820, con un radio de acción en Veracruz, Oaxaca y la ciudad de México. Su editor, Juan Nepomuceno Troncoso, vio en ello la oportunidad para afianzar la libertad de imprenta y expresión; su primer número fue una convocatoria a difundir, entre toda la sociedad, las máximas constitucionales: “Cuanto más se multiplican los periódicos bajo la égida de una constitución libre, tanto más temen los tiranos”.
En esos años se reimprimieron Catecismos Políticos dedicados a las grandes verdades constitucionales. Un género que recuperaba al tipo textual del catecismo de la religión católica del padre Ripalda, cuyo uso y extensión asombrosa en el mundo de Hispanoamérica fecundó en la memorización, a través de fórmulas sencillas, acerca de las “grandes verdades” de la religión, como: “¿Quién hizo el Credo? Los apóstoles. ¿Para qué? Para informarnos en la fe. ¿Y nosotros para que lo decimos? Para confesarla y confirmarnos más en ella”.
El tipo textual del catecismo germinó en colegios, escuelas de primeras letras, conventos, seminarios. Tal fue su impacto, que fue reutilizado para otros propósitos políticos, en coyunturas que exigieron conocer masivamente nuevos contenidos para divulgar qué es constitución, qué es nación, quiénes son los representantes de la nación, qué es la soberanía nacional. Los catecismos políticos fueron instrumentos textuales que sirvieron para difundir el nuevo marco jurídico. En el virreinato de la Nueva España circuló el dedicado al código de 1812 organizado en distintas lecciones. Ante la pregunta: ¿Tenemos nosotros Constitución?, la respuesta: “Tan buena que puede hacernos felices si la observamos y contribuimos a que se observe”.
Una vez consumada la Independencia, otros catecismos circularon en el Imperio Mexicano como el de Ludovico de Lato-Monte, dedicado a don Agustín de Iturbide y Aramburu, generalísimo de las armas de mar y tierra, y presidente de la Regencia gobernadora del Imperio Mexicano. Desde la imprenta de Mariano de Ontiveros, salía a la luz en 1821. El momento requería que circularan las “grandes verdades”. Así, la pregunta “¿Qué se entiende por Independencia?” fue respondida como “el derecho que tiene todo pueblo o nación para gobernarse por sus propias leyes y costumbres, sin sujetarse a las de otra». Sin duda, un género textual que fue reutilizado con fines cívicos y políticos en momentos de revoluciones, como la liberal, y de transformaciones, como la fundación del estado nacional.

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