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jueves, 25 abril, 2024
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Por: ALBERTO VÉLEZ RODRÍGUEZ •

Si se quisiera enfocar la cuestión de la elección acaecida el 11 de mayo de 2023, en el Sindicato de Personal Académico de la Universidad Autónoma de Zacatecas (SPAUAZ), desde una perspectiva racional, se debería promover el recuento. Tal instrumento tiene por función lograr una mayor precisión en los resultados de las votaciones. Y si la diferencia son dos votos, resultaría un elemento decisivo en la discusión. ¿Cuál es la pregunta que queda, y quedará, en el aire? Si acaso hubo fraude, o errores de conteo. Sin embargo, obtener finura en los resultados es algo que involucra la razón, el concepto, la verificación objetiva. Debido a las declaraciones de lo que fue la Planilla Roja, para ellos el camino que los llevará a la legitimidad es el sentimiento. Y se sabe: la ideología es la organización emocional de la ignorancia. Así, la posición política de la planilla, que obtuvo dos votos de ventaja, respecto a los resultados del proceso electoral, es ignorar la realidad, hacer de los ilegales ajustes del notario una fe revelada, y acusar al secretario general, Ing. Juan José Martínez Pardo, de haber manipulado los paquetes electorales. ¿Qué elementos tienen para imputarlo de tales felonías? Una especulación y un sentimiento. Es decir: nada. Pero esa “nada” pesa porque se desarrolla en el alma de los feligreses de esa agrupación. Robustecen su sentido de pertenencia, olvidan los conceptos y, sin duda, se allegarán toda la reflexión posmoderna que condena tanto al capitalismo como a la inicua racionalidad. No por nada utilizan la violencia como medio de disuasión. Resulta irónico que haya habido quien acusó a alguna planilla de llevar, entre sus candidatos, a un confeso golpeador de mujeres, pero hacen mutis ante quienes secuestraron al secretario general del SPAUAZ o calumnien sin rubor a una persona de “llenar urnas” cuando aprueban y aplauden vaciar urnas si se pierde el control. ¿Y por qué se perdió el control? De nuevo, catalogan al Ing. José Juan Martínez Pardo de “provocador” y le echan la culpa. ¿No responden por sus acciones porque siempre son víctimas de las circunstancias, las conspiraciones, el mal gobierno o el capitalismo? No hay en estas actitudes nada nuevo, son la continuidad de las mentiras, embustes, sofismas y engaños de lo que fue el Grupo Plural porque este grupo desapareció. Si acaso alguna vez fue punto de convergencia de expresiones disímbolas, dejó de serlo para transformarse en una secta monolítica de pensamiento único. Víctimas de una dialéctica que los transformó en aquello que decían condenar en el SPAUAZ de Martínez Pardo. Si ya la discusión acerca de la elección está liquidada por decreto, y se quiere imponer una versión “épica”, una “larga marcha” de los “demócratas” que se opusieron a la rectoría para evacuar a los “charros” del sindicato, ¿qué queda para el debate? Primero, la memoria, la correcta interpretación de los eventos desde una perspectiva conceptual, no emocional o fantasiosa. Segundo, el futuro de los agremiados. Fuera de las rencillas momentáneas, de las pseudo coyunturas en las que todo cambia para aferrarse a su terca identidad, al parecer lo que hará el “nuevo sindicalismo” será lo que se dejó de hacer. ¿Qué? Exigir, más allá de la mera retórica, las plazas vacantes definitivas, por ejemplo. Reformar los Estatutos para, desde una visión coercitiva, reactivar los órganos de decisión grupal. Lograr un mayor presupuesto para la universidad es algo por fuera de las posibilidades del SPAUAZ, por ende, todo “logro económico”, toda nueva prestación, será con deuda. ¿Está mal o está bien endeudar a la universidad? Quizá no esté mal si se reparte a los docentes. Por ejemplo, que todos tengan por prestación un incremento de 25 por ciento en su salario al cumplir 25 años de servicio. Y que, como dividendo político, el rector deje de pagar una o dos quincenas, para enardecer los ánimos de la masa. Queda claro, pues, que las funciones globales del sindicato son dos: o estabiliza las finanzas universitarias con préstamos o desestabiliza con huelgas. Pocos notan esto, y quienes lo descubren, apenas si atisban que esto se relaciona directamente con la rectoría más que con los agremiados. Más allá de esto muy poco, o tal vez nada. Pero como ya se dijo, esa “nada” tiene importancia porque es lo que activa el sentimiento de la muchedumbre. Con promesas vacías se puede llegar muy lejos si se opera el canje de lo “real”, los dividendos contantes y sonantes, por lo “ilusorio”, las triviales venganzas y persecuciones causadas por vanidades heridas. ¿Se puede esperar algo de esta configuración del sistema SPAUAZ-UAZ? Casi lo mismo que antes, pero dicho por otros. La misma violación de los Estatutos en la toma de decisiones, que sin bien con Martínez Pardo se defendió con brillantes retóricas, ahora se esperan cansados sofismas. ¿Nos hemos de conformar con la reiterada inutilidad del SPAUAZ?, ¿con su incapacidad de diseñar y poner en marcha un nuevo futuro para los sindicalizados?, ¿debemos aceptar la intolerancia y la violencia porque el fin justifica los medios? En algún momento los miembros del SPAUAZ dejaron de discutir de las cosas relevantes para dedicarse a imponer opiniones y narrativas embusteras. Quizá porque ya nada mejor se puede hacer.

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