Durante la conmemoración de los 85 años de la expropiación petrolera, celebrada el pasado 18 de marzo, el Presidente López Obrador, en su discurso destacó, que las grandes transformaciones del país solo se logran con el apoyo del pueblo.
Puso como ejemplo al ex presidente Lázaro Cárdenas, quien antes de llevar a cabo la expropiación petrolera reforzó sus vínculos con el pueblo; su estrategia comenzó con la atención a las demandas económicas y sociales de campesinos y obreros; sabía que la única manera de contar con el pueblo era actuar decididamente en favor de sus causas.
Para ello, entregó tierras a los campesinos, mediante la expropiación de latifundios, conformando 10,651 ejidos en beneficio de más de 1 millón de familias campesinas. A los obreros los ayudó con mejores salarios y mejores condiciones laborales y con la plena libertad en su derecho a huelga.
La segunda parte de su estrategia consistió en organizar a los obreros y campesinos; integró la mayor parte de los sindicatos obreros nacionales para conformar, en 1936, la Confederación de Trabajadores de México (CTM); con los campesinos, conformó las ligas de comunidades agrarias y su integración a la Confederación Nacional Campesina (CNC), en 1935.
Los campesinos y obreros vieron en Cárdenas a un aliado, fiel representante de sus causas, por lo que con esa base social, y con el apoyo de los “de abajo”, pudo llevar a cabo, el 18 de marzo, la expropiación petrolera, recuperar para la nación nuestro petróleo que Porfirio Díaz había entregado a empresas extranjeras de Estados Unidos e Inglaterra.
El Presidente López Obrador resaltó que la expropiación petrolera no se hubiera podido llevar a cabo sin las cualidades excepcionales de un hombre noble y justo como el general Lázaro Cárdenas porque la política, además de la racionalidad, necesita de mística y de convicciones; lo principal es el amor al pueblo. Con esta historia, el Presidente de México enfatiza que sólo con el pueblo, sólo con el apoyo de las mayorías, se puede llevar a cabo una transformación popular para hacer valer la justicia y enfrentar a los reaccionarios que se oponen a perder los privilegios.
El Presidente fue claro, en decir, que para consolidar la Cuarta Transformación de la Vida Pública en el País, quien aspire a llegar a la Presidencia debe tener amor al pueblo, apoyar sus demandas sin zigzaguear, sin medias tintas, sin simulaciones, sin coqueteos con la oligarquía, sin permitir que se impongan los intereses económicos y políticos de las minorías a costa del empobrecimiento de las mayorías.
La derecha históricamente se ha opuesto a las grandes transformaciones del país, a los cambios democráticos, es intolerante y hasta violenta cuando se trata de reivindicaciones sociales a favor del pueblo y del dominio de la nación. En 2013, el PAN y el PRI apoyaron la reforma energética de Peña Nieto, donde se otorgaron concesiones a empresas nacionales y extranjeras en el sector eléctrico, favoreciendo a los privados que se habían apoderado del 62% de la generación de energía.
Estos mismos partidos, y el PRD, se opusieron a la reforma constitucional en materia eléctrica presentada por el presidente López Obrador para que la CFE generara el 54% de la electricidad consumida en el país y las empresas privadas lo hicieran hasta en un 46%, la cual fue rechazada por no obtener la mayoría calificada; la oposición le dio la espalda al pueblo y defendió los intereses económicos de los grandes monopolios privados, en contra de la soberanía nacional. Con la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica -a la cual también se opusieron y presentaron un recurso de inconstitucionalidad, el cual perdieron en la SCJN – se está fortaleciendo a la paraestatal CFE, en beneficio de 43 millones de usuarios.
También se opusieron a la reforma de la Ley Minera en la que se estableció que la exploración, explotación, beneficio y aprovechamiento del litio, y de otros minerales estratégicos para la transición energética, están a cargo del Estado mexicano y no en manos de empresas privadas. Como vemos, la derecha siempre ha actuado en contra de la soberanía nacional y a favor de los intereses económicos de monopolios privados y extranjeros; por ello, se oponen a la construcción y rehabilitación de refinerías para lograr la autosuficiencia en gasolinas y diésel.
No obstante a la resistencia de la oposición y de la oligarquía, el Presidente ha logrado cimentar las bases de la Cuarta Transformación porque es un hombre visionario, honrado, humanista y con alto espíritu nacionalista, pero sobre todo porque cuenta con el apoyo del pueblo, siete de cada diez mexicanos respaldan su gobierno.
Esto se debe a que su proyecto de nación abandera las causas del pueblo, bajo el principio “por el bien de todos, primero los pobres”, lo cual se refleja con los Programas para el Bienestar, como la pensión a los adultos mayores, personas con discapacidad, apoyos a madres solteras, a campesinos, becas a estudiantes en todos los niveles de educación, jóvenes construyendo el futuro, créditos a la palabra, precios de garantía para los pequeños productores, entre otros. Hoy en día, en 35 millones de hogares, que representan el 71 por ciento, llega al menos uno de los Programas para el Bienestar.
Por otro lado, con los ahorros por el combate a la corrupción y la austeridad, aparte de apoyar los Programas para el Bienestar, se realizan obras estratégicas para el desarrollo del país como son las refinerías, hidroeléctricas, aeropuertos y puertos, el Tren Maya y el desarrollo del Istmo de Tehuantepec, entre otras.
Andrés Manuel López Obrador ha puesto las bases de la Cuarta Transformación; ahora se requiere su continuación y profundización, quien lo suceda debe llevar tatuado los principios del proyecto de nación que encabeza el Presidente, quien haya demostrado congruencia y convicción, entre lo que piensa, dice y hace, con hechos y resultados tangibles. Una de las aspirantes “corcholatas” que cumple con ese perfil y que es puntera en las encuestas, sin duda es Claudia Sheinbaum, quien gobierna la CD/MX con los principios de la 4T.
