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miércoles, 8 mayo, 2024
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25 de noviembre: más que una fecha, una lucha inacabada

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Por: CATY MONREAL PÉREZ •

El 25 de noviembre es una fecha que, lejos de pasar desapercibida, debería resonar en nuestras conciencias como un recordatorio urgente de la violencia de género que persiste en nuestra sociedad. Este día nos invita a reflexionar sobre el camino que hemos recorrido y, aún más importante, sobre el largo trecho que queda por delante. Además, desde 2008, cada año se hace énfasis en un tema en particular. Este año el llamado es para que los gobiernos inviertan en programas para la prevención de la violencia contra las mujeres.

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Es innegable que a lo largo de los años se han logrado avances significativos en la conciencia pública sobre la violencia de género. Lamentablemente, basta un segundo para darnos cuentas que los casos de esta índole siguen inundando los titulares. Cada uno de ellos es una herida abierta en el tejido social. La violencia afecta a mujeres de todas las edades, razas, religiones y clases sociales. No podemos permitirnos mirar hacia otro lado y considerar este problema como algo ajeno o distante. Es un mal arraigado en nuestras comunidades, en nuestras calles y, en ocasiones, incluso en nuestros hogares. No es suficiente con indignarnos ante las noticias impactantes; debemos convertir esa indignación en acción.

La educación es clave en este proceso. No solo en las aulas, sino también en nuestra vida diaria. Necesitamos fomentar ambientes donde el respeto y la igualdad sean los pilares fundamentales, donde la violencia de género sea inaceptable desde el principio. El diálogo es importante, así como la enseñanza y capacitación. Es un proceso largo, pero solo así se hacen los cambios culturales.

En estas fechas se hará un recuento de los pendientes y retos. Desde mejorar el acceso de las mujeres a la justicia, la participación económica hasta las brechas salariales. También, contemplar que lamentablemente con el avance tecnológico se abren nuevos espacios para la violencia contra las niñas y las mujeres, como lo han sido la violencia digital, el impacto de las redes sociales en la salud y autoestima, el uso de redes para facilitar la trata de personas.

Por mi parte, enfatizó que en cualquier discusión sobre violencia contra las mujeres debe platicarse de la parte mental y emocional. En la asociación civil que presido, hablar del impacto emocional de la discriminación es un paso vital para empezar cualquier proceso de empoderamiento. Parafraseando a Sigmund Freud “lo que no se sana, termina saliendo después de peor forma”. He visto así que muchas mujeres no logran empoderarse del todo porque no se les han dado las herramientas para atacar estas heridas.

Como individuos, cada uno de nosotros puede contribuir de manera significativa. Escuchar a las niñas y mujeres, creer en sus historias y ser aliados en la lucha contra la violencia de género son acciones poderosas. No permitamos que el miedo o la indiferencia nos paralicen. Alzamos nuestras voces no solo en repudio a la violencia, sino también en solidaridad con las víctimas.

Este 25 de noviembre, más que nunca, debemos comprometernos a hacer nuestra parte. No podemos ser espectadores y espectadoras pasivas en una lucha que nos concierne a todos. Es hora de transformar la conciencia en acción, la indignación en compromiso. Solo cuando cada uno de nosotros y nosotras asuma la responsabilidad de erradicar la violencia de género, podremos comenzar a vislumbrar un futuro donde el 25 de noviembre sea recordado no como un día de lamento, sino como el inicio de un cambio significativo. La lucha está lejos de terminar, pero juntos, con determinación y unidad, podemos construir un mundo donde las mujeres vivan libres de violencia.

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