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martes, 23 abril, 2024
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Inicia en la capital y Guadalupe vacunación anticovid a niñas y niños de 5 a 11 años

■ Asistir a la Fenaza ha significado en otros tiempos diversión, juegos, esparcimiento; en esta ocasión funciona como centro de inmunización

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Por: ALEJANDRO ORTEGA NERI •

No ir a la escuela no los libró de levantarse temprano ni saltarse una vacuna. Ahora tocó a los niños y niñas de entre 5 y 11 años recibir el biológico que los protegerá del Covid-19 justo cuando la quinta ola de contagios crece con cara de amenaza. De la mano de sus papás, mamás, hermanos mayores o tías fueron llegando a las instalaciones de la Feria Nacional de Zacatecas, algunos contentos, otras con evidentes nervios que ni a soltar su unicornio de peluche se animaron.
Asistir a ese lugar ha significado en otros tiempos diversión, juegos, esparcimiento. En los últimos dos años el espacio se ha traducido en el cuidado de la salud para enfrentar al fantasma que ha arrebatado, en su mayoría, vidas de abuelitos. Esta vez para los niños no había juegos mecánicos, esta vez el movimiento que les generaría mayor adrenalina sería el del brazo de las enfermeras acercándose peligrosamente con una diminuta aguja desenvainada para inocular el biológico pediátrico de Pfizer, el único aprobado hasta este momento para los más pequeños.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés) autorizó el uso de emergencia de la vacuna contra la Covid-19 de Pfizer-BioNTech para este grupo etario, de 5 a 11 años, sugiriendo que se requieren dos inyecciones que deben administrarse con un intervalo de tres semanas, aclarando además de que contiene una dosis más baja que la que se usa para personas mayores de 12 años, sin que esto signifique que pierde eficacia, toda vez que ha quedado demostrado que ésta es del 91 por ciento en la prevención de la enfermedad en niños de dicha edad.
Cubierta con una sombrilla decorada con alegorías de unicornios, Ariana de 10 años camina decidida al lado de su abuelita a formarse para la vacuna. No teme a las agujas, pero sí está nerviosa, confiesa, aunque sabe que con la vacuna puede prevenir la enfermedad. Quien la acompaña reconoce lo benéfico del acto, pues asegura que los niños han sido los más desprotegidos en lo que va de la pandemia y ahora pueden estar a salvo.
Quienes pasaron pronto por toda la etapa son Zoram y Deseret, un par de primitos que en los nombres traen ya el poder: él, un guerrero y ella una alusión al cielo de los antiguos egipcios que los protegieron del dolor del piquete. No sintió nada, dice Zoram, mientras Deseret, dando una tímida mordida a su plato, también reconoce que le dolió el piquete y que la vacuna le ayudará para no contagiarse de Covid-19.
En la explanada de la feria, Tatiana entona la canción infantil Witzy Witzy Araña, mientras niños y niñas, de pie, ejercitan sus brazos recién inyectados haciendo tiempo en espera de que no se presente una reacción de consideración. Con respecto a los efectos secundarios, los especialistas de la FDA detectaron que los niños que recibieron las vacunas contra la Covid-19 de Pfizer-BioNTech tuvieron efectos secundarios similares a los que presentaron las personas de 16 años y mayores, siendo los más comunes el dolor, enrojecimiento o hinchazón en el lugar donde se administró la inyección, la fatiga, dolor de cabeza, escalofríos, dolor en los músculos, fiebre, dolor articular, ganglios linfáticos inflamados, náuseas y vómitos y malestar general.
A Ivana, de 7 años, sí le dolió “nomás cuando entró la aguja”, dice mientras se observa y muestra la huella que el piquete dejo en su bracito. Pero sabe que la vacuna es para que no se enferme de Covid-19, como sí le sucedió a su primo Leo. Ivana y su padre, cuentan, pasaron rápido y en un lapso de 25 a 30 minutos todo estuvo listo, faltaba esperar sí habría reacción, pero le instruyeron que diera una mitad de paracetamol en caso de presentar dolor.
Christian, de 8 años, acudió con su papá a la vacunación. El tiempo de espera también fue poco, escasos 20 minutos, dijeron. No le dolió tanto, dice Christian con voz queda bajo su cubrebocas colorido, pero sí está consciente que la vacuna que le pusieron es para protegerse del Covid-19. “un virus que se mete y nos podemos enfermar”, explica.
Para que el día no variara mucho de la rutina de los niños, como si se tratara de una escuela primaria, a las afueras del centro de vacunación se instalaron los tradicionales puestos de fritangas, raspados, helados y fruta picada en pequeños trozos. Para algunos niños y niñas, el valor mostrado ante la aguja valió un premio, abandonar el lugar con un sabor diferente al que producen los nervios, otros solamente caminaron de regreso a casa, de la mano de mamá o papá, bajo la sombrilla para combatir la canícula y esperar a que el tiempo de la segunda dosis se acerque, pues hasta el próximo domingo continuará la aplicación de la primera dosis.

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