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martes, 23 abril, 2024
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Fake news en el trópico

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

En el principio de los tiempos que hoy rodean a la campechana religioso, profano y cultural, en estos días de festividades en lo que hoy se ha dado en llamar República Mexicana, esta ventana informativa y analítica se relamía los bigotes pensando en que hay mucha tela de donde cortar dada la temporada que se deja ver y sentir en nuestros entornos cercanos. Por una parte, el Festival Cultural Zacatecas (FCZ) 2019, la Semana Santa, la Feria de Jerez y otras más de las que uno pudiera echar mano y escribir a casa. Todo marchaba sobre ruedas hasta que…

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El que escribe estas sesudas reflexiones es alguien que tiene que chambear todo el día todos los días y de pronto, una respetable institución pública dedicada a promover la superación personal a través de la capacitación de adultos con rezago educativo, lo convoca a recibir una instrucción especializada y pues, ni hablar, hubo que estudiar mucho y aventarse un par de sesiones de casi ocho horas cada una, en vivo, a todo color y sin anestesia, en la búsqueda del conocimiento, la inspiración y la vocación que lo conduzcan a un óptimo desempeño como educador.

Otro factor que vino afectando con rudeza innecesaria al escribiente fue una gripa malhadada que prácticamente noqueó al cuerpo de este empedernido practicante del manejo constructivo de las ideas. La verdad, estas letras que veis, estimado lector, son una necedad que surge con el único despropósito de atormentaros. No se puede concebir la vida sin hacerle a la prédica sin el ejemplo.

La circunstancia existencial que nutrió la vida de este su escritero, fue el encuentro de tres épocas de la Escuela Secundaria “Ramón López Velarde” de Jerez, Zacatecas, que de muchas formas mantienen un sello generacional. Un ejemplo no tanto típico sino clásico de esas camadas de ciudadanos que se desarrollaron en este enclave geográfico, tierra del más bardo de todos. En lo particular, la generación de quien esto escribe convocó a casi toda la supervivencia del grupo y pasaron cosas inconcebibles aunque predecibles.

Ahora bien, por principio, no se puede decir nada del FCZ, porque no ha sido posible por cuestiones de salud. Entre que el organismo nomás no respondió y la fobia a las multitudes y al ruido que se padecen, sólo se tienen referencias de oídas, así que con el debido respeto a la población lectora, esta columna se abstiene por hoy de hablar del festival, de las celebraciones religiosas y de la feria del pueblo mágico. Así que se le deja pensar a quien esto lee sobre los eventos citados en la manera que le dé la gana y lo disfrute o critique a sus anchas.

Lo de Zacatecas, el hecho de que el Instituto Zacatecano de Educación para Adultos (IZEA) se siga preocupando para reclutar y capacitar a quienes van a ser los encargados de asesorar a los ciudadanos que son parte del rezago educativo. Si bien es cierto que convocar al curso en días de asueto espanta e incomoda a algunos, la respuesta de los participantes no tiene desperdicio. Se viven tiempos con características encontradas. Para muchos, este desempeño constituye una oportunidad de superarse profesionalmente y para otros el de seguir ejerciendo una ocupación que sea de beneficio público. Un espléndido ejemplo de proyecto sostenido por círculos virtuosos. Felicidades a sus directivos, sus tutores y sobre todo a quienes se dedican a entrenar a los futuros asesores.

En Jerez, el miércoles de Semana Santa fue testigo de un derroche de energía de parte de algunas personas que formaron parte de tres generaciones de la Escuela Secundaria en las épocas de los sesentas. ¿Coincidencia? Vaya usted a saber, pero se dio. Cada generación pa su santo y ahí se encontraron. Cada una en su lugar y todos con un común denominador, rescatar la identidad que forjaron un grupo de maestros extraordinarios apoyados por padres de familia comprometidos con sus hijos en la búsqueda de un futuro diferente al presente que ellos arrastraban, derivado de la pobreza, la ignorancia de generaciones y muchas guerras internas externas y mundiales cuyo legado era un horror por la vida y sobre todo, la materia prima, aquellos niños que veían la vida con otros ojos y otros modelos de percepción. Al terminar la instrucción secundaria, casi todos tomaban caminos diferentes, algunos perseguían continuar los estudios en la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, principalmente; otros buscaron el sueño americano; otros emigraron a diferentes lugares y las generaciones se atomizaban. Y uno se pregunta que puede seguir manteniendo unidos a estos viejos camarás después de cincuenta años.

En el caso de la generación que aglutinó al grupo del que narra, nos mantienen algunos valores que afloran cotidianamente, el respeto por el prójimo, el orgullo generacional por la escuela, los maestros, padres y alumnos; el respeto irrenunciable a los símbolos patrios y a instituciones; a los mayores, a los desamparados y una respuesta casi automática contra la injusticia y la estupidez. En verdad, que maravilla pertenecer a una generación en la que no aparece ningún condiscípulo con malas mañas o mala leche. Esto, amigo lector. Aunque parezca una mentira, aún existe, y debemos dar gracias a quien usted quiera, por permitir ser un testigo de vida.
Feliz Festival Cultural Zacatecas 2019. ■

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