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viernes, 19 abril, 2024
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Editorial Gualdreño 467

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Ayer hubiera cumplido 93 años la escritora zacatecana Amparo Dávila. Nacida en Pinos, Zacatecas, el 21 de febrero de 1928, la maestra Amparo falleció el 18 de abril de 2020 en la Ciudad de México. Teníamos para entonces algunas semanas apenas de estar confinados debido a la pandemia por el Covid-19 y en ese momento, la incertidumbre y el miedo estaban poco a poco apoderándose de nosotros… un sapo similar al de su “Música concreta”, con su croar incesante, era la trasmutación del terror que teníamos por ser contagiados. “Croac-croac… no salgas… no te descuides, no toques, lávate las manos, el enemigo se esparce sin control, está en todos lados. Croac-croac, cada vez hay más contagiados… los muertos se van acumulando. Croac-croac, cerraron los negocios, la ciudad está desierta, aquí no habrá quien salga a cantar en las ventanas. Croac-croac, si te descuidas mueres, esto no está funcionando, lávalo todo, desinfecta, alerta, esto no es igual a lo que sale en la tele… Croac-croac, estamos en México. Croac-croac: Amparo Dávila ha muerto”.

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¿Fue por Covid? Era la pregunta recurrente. No. Falleció por causas naturales; su cuerpo estaba débil desde hacía ya unos meses y la vida se le escurrió en medio del confinamiento. Amparo, la maestra de la literatura del terror y lo fantástico, la artífice de ambientes y escenarios angustiantes, la que con maestría habló de las feminidades y las masculinidades con una certeza crítica, con una claridad escalofriante, dejó este mundo y con su partida re-comenzó una revaloración de su obra narrativa y poética. Digo re-comenzó, porque si bien mediáticamente no tuvo en vida el éxito comercial y el impacto que uno hubiera deseado, lo producido por ella siempre tuvo en el mundo de la literatura mexicana un lugar especial y seguramente irá revalorándose conforme pase el tiempo. Suele suceder así con algunos artistas, otros desaparecen un tiempo de la memoria colectiva hasta que el tiempo les hace justicia.

Afortunadamente no es el caso de la escritora zacatecana; a casi un año de su fallecimiento debemos reconocer que en Zacatecas ha estado presente de manera constante y el esfuerzo por dar a conocer su obra no solo ha sido atribuible a las instituciones, también sus lectores, los académicos que han estudiado su literatura y los promotores culturales de distinta índole, han emprendido proyectos de difusión y divulgación de su legado.

La importancia en la literatura mexicana de la obra de esta artista zacatecana va más allá del género; es decir, Amparo Dávila habló de las mujeres, de los múltiples escenarios que la sociedad ha impuesto a “lo femenino”, de los roles culturales que históricamente han desempeñado y de las luces de la sabiduría humana que han posibilitado el romper con los convencionalismos establecidos; pero la grandeza de su obra no puede circunscribirse solo al manejo de estos temas en su poesía y narrativa. La habilidad para edificar por medio de las palabras imágenes como las que ella construyó, sonoridades tan precisas, ritmos y armonías que producen en sus lectores esa sensación de empatía a veces, repulsión otras, con sus personajes, con sus historias, son excepcionales. Amparo fue una hacedora de “música concreta” para nuestro intelecto, su música hecha de palabras nos envuelve y emociona profundamente desde la primera lectura, porque hay que volver a su obra más de una vez para dejar que nos siga sorprendiendo. Sus textos, además, tienen la facultad de propiciar la reflexión como si de un juego de espejos se tratase, el reflejo de lo humano a partir de su lectura, se presenta contundente en sus más altas significaciones.

Decía que la maestra Amparo siempre ha estado presente y que en Zacatecas fue y es bien querida; sin embargo, quedan pendientes algunas acciones para retribuirle desde su tierra, lo mucho que aportó con su trabajo a la literatura mexicana: la primera, seguir insistiendo en que se le cumpla la promesa de un centro de lectura que lleve su nombre; la segunda, y quizá más importante todavía, la de llevar su obra a un público más amplio en nuestras comunidades. Las posibilidades son incontables y si bien es cierto que desde las iniciativas independientes se ha hecho mucho, desde lo institucional el esfuerzo sigue siendo insuficiente.

Que disfrute su lectura.

 

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