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jueves, 25 abril, 2024
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Argumentos para decidir el voto en Estados Unidos

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Nuestro vecino del norte fue un país mucho más igualitario, incluyendo a los grupos excluidos (negros, asiaticos y latinos) hasta justo después de la Segunda Guerra Mundial; continuó siendo mucho más igualitario las tres décadas siguientes mientras los europeos, canadienses, japoneses, construían su Estado de Bienestar; el crecimiento explosivo de la clase media estadunidense por el pleno empleo y salarios muy decorosos contribuyó sobremanera a generar la percepción del llamado “sueño americano”. Sin embargo, con la hegemonía mundial del capital financiero internacional el credo neoliberal se impuso y, a partir de 1980, empezó a crecer en Estados Unidos la desigualdad de ingreso y de riqueza, y a caer la carga fiscal del segmento más rico, hasta ser lo que es hoy, el país desarrollado más desigual del mundo.

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Si bien no se ha acabado la movilidad social y la meritocracia en Estados Unidos, lo cierto es que ha disminuido mucho. En los años cuarentas un alto porcentaje de los norteamericanos pensaba, con fundamentos, que sus hijos vivirían mejor que ellos. Hoy este porcentaje ha bajado a la mitad. Los salarios de los trabajadores siguen igual que hace décadas y los jóvenes de hoy ven cada vez más lejos el sueño de tener una vivienda propia y estudiar en una buena universidad. Las estadísticas oficiales también reflejan que ahora es mucho más difícil salir del decil al cual pertenecen los padres de uno para subir a otro, y cada vez es más difícil subir al decil más rico. La falta de movilidad social fortalece la desigualdad y la desigualdad trae la disminución de la movilidad social. Si bien la peor parte la están pagando los negros, lo cierto es que los latinos mejoran muy lentamente su situación social, y las brechas entre ellos y la población blanca se siguen profundizando.

Cada día es más evidente que las injusticias sociales y económicas, así como la agresividad cada vez mayor de los supremasistas blancos, es lo que explica la violencia racial de los meses recientes en un buen número de ciudades norteamericanas y la adhesión masiva de la juventud al programa de lo que Bernie Sanders llama el socialismo democrático, que no es otra cosa que la transformación del estado neoliberal actual en uno de bienestar que garantice la vigencia de los derechos fundamentales para todos. Cada día más norteamericanos se muestran partidarios de la construcción de un sistema de salud y seguridad social para todos con cargo a los recursos fiscales, de que la universidad pública sea gratuita y asequible para la mayoría y que el gobierno se haga cargo de las deudas, hoy impagables de los egresados. Lo más interesante es que este programa ha venido avanzando en las filas del partido demócrata y hoy, en plena campaña, muchos de sus candidatos, incluido Biden, se comprometen con sus planteamientos.

Es muy probable que lo anterior explique el hecho de que una encuesta reciente indique que un 62% de los los votantes latinos asegura que votará por el candidato demócrata en las elecciones presidenciales de noviembre, y que sólo un 26% lo hará por la reelección del presidente Donald Trump. El mismo ejercicio demoscopico sitúa a Biden (51%) ocho puntos porcentuales por delante de Trump (43%) entre el total de votantes registrados. Otras encuestas también reportan una delantera de Biden en varios de los estados que hace cuatro años hicieron posible el triunfo de Trump en el colegio electoral, no obstante que Hillary Clinton obtuvo la mayoría de votos en el país.

Es importante poner la atención en el hecho de que dentro del electorado latino, el apoyo más fuerte de Biden se da entre votantes jóvenes (71%), mujeres (67%) y latinos que hablan español como primera lengua en casa (68%). Un 59% de los latinos encuestados desaprueba la gestión de Trump frente al 30% que cree que sí lo ha hecho bien. Sin embargo, lo que ha bajado es la calificación negativa del presidente respecto al pasado ciclo electoral (también a seis semanas de la cita electoral). En 2016, un 78% de los votantes latinos tenía una opinión negativa de Trump frente al 56% actual. Lo que constituye, sin duda, un foco rojo para los demócratas y para todos los que deseamos la derrota de Trump.

Si recordamos que los mexicanos representan el segmento mayor de la población latina, entenderemos la importancia de que nuestros compatriotas se decidan a votar y lo hagan para evitar que desde la Casa Blanca se siga estimulando a los racistas más agresivos y a aquellos que impulsan legislaciones federales y locales con claros sesgos antimexicanos. Nuestros familiares en Estados Unidos con derecho a votar pueden también contribuir para que las nuevas autoridades esten comprometidas con la salud y la educación gratuitas y, en general con la vigencia real de los derechos humanos para todos. Ya sea que lo hagan por correo o de manera presencial, lo importante es que no dejen de votar.

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