En las turbulentas páginas de la historia de Zacatecas hemos de encontrar un sin fin de sucesos en que mujeres protestaban por las constantes vejaciones a las que eran sometidas.
¿A poco se iban a dejar las mujeres indígenas cuyas hijas eran raptadas por las otras tribus de machos cabríos gandayas que las usaban para sus rituales canibalescos y sus orgías de sangre?
¿A poco las mujeres negras esclavas se dejaban azotar por traer joyas prohibidas o prendas de vestir a la usanza española por el solo hecho de su condicion de pobres?
Cúantas mujeres prostitutas se quejaron amargamente hacia 1845 por las constantes sarandeadas de soldados, policías y soeces funcionarios -yo vi los documentos en el archivo histórico de Zacatecas- por lo cual cientos de ellas hacían “paro” ante tales barbaridades y en cambio eran reprendidas o acaso cumplidas sus demandas a medias.
Vi en los renglones torcidos de la historiografía zacatecana a las mujeres enfermeras protestando por falta de jabón y agua para sus hospitales llenos de psicosis por las epidemias que asolaban y mataban a miles y sin que los politicastros o jefes políticos hicieran algo para mitigar el dolor y el espanto al que las tenían acostumbradas.
Vi en los legajos de cajas desvencijadas y semiquemadas y tiradas en el piso del Archivo Histórico de Zacatecas desde hacia 40 años muchos noticiones que eran para alarmarse por la reprimienda a las mujeres que trabajaban como panaderas, albañilas o tortilleras y hacían paros de labores y sin que tuvieran justicia, sus compañeros agrupados en sindicatos y asociaciones voluntariosas de mutualistas les apoyaban con dotaciones de alimentos y algún dinero que les permitiera seguir adelante con su lucha.
Leí sorprendido en los archivos municipales cómo sus historiadores habían recogido los lamentos amargos de mujeres vendedoras de mezcal, pulque y alimentos y que eran constantemente agredidas por inspectores municipales e intrusos de toda laya con el afán de ultrajarlas y quitarles las vendimias.
También de jóvenes estudiantes que apoyaron paros, huelgas y tomas y que fueron parte de una cultura de resistencia y de elementos reales extraordinarios que jamás deberán olvidarse en los siglos futuros de un pueblo que se niega a perderse en la noche violenta y olvidadiza.
Hoy en día Zacatecas le debe mucho a sus mujeres y se debe de hacer reformas profundas a la ley federal de Trabajo que impida que 35 mil jovencitas estén 12 horas paradas a fuerza y sin poder sentarse mas que media hora para mal comer y ganar un salario de hambre y risible en los comercios de toda Zacatecas.
