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sábado, 20 abril, 2024
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El plebiscito adelantado

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Por: LUCÍA MEDINA SUÁREZ DEL REAL •

En el debate banal nuestro de cada día se instaló la semana pasada la discusión porque el presidente de la República dijo que responde a quien lo cuestiona en los aeropuertos preguntando a la gente ¿por quién “votastes”? Sí, con una “s” al final.

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Hubo burlas y críticas, y algunos confesaron que sudan “pena ajena” por tener un presidente que se expresa así.

Otros cuantos, incluso opositores a López Obrador, manifestaron su repudio a esas burlas al considerar que éstas tenían un enfoque clasista, pues la expresión es sobre todo un arcaismo de esos que los lingüistas consideran que enriquecen el lenguaje, más que denigrarlo.

La anécdota y la diversidad en las formas de reaccionar de unos y otros desde su carácter de opositores refleja su dimensión y su estrategia.

Quienes hacen de expresiones como esa un tema de ataque no acaban de asimilar que su virulencia permea no sólo en el presidente, sino en un electorado al que próximamente recurrirán en busca de su simpatía.

Se vacunan contra cualquier atisbo de crítica argumentando que es el fanatismo lo que les impide hacer humor de eso. Lo comparan pues con las críticas a cualquier otro presidente diciendo que hoy se prohíbe lo que antes se permitía.

No reparan en que cuando la crítica está salpicada de clasismo o discriminación de cualquier tipo, se convierte en un búmeran que termina cobrándole factura al emisor y despertando la solidaridad con el receptor.

Suponen que se debe a un amor desmedido al personaje, pero pasan por alto que en buena medida la identificación con López Obrador y sus formas (su manera de hablar, de vestir, de pensar) lo llevaron a la presidencia de la República luego de largas jornadas de recorrer cada municipio del país.

Esta identificación es el motor del discurso político que lo llevó al knock out con el que ganó la presidencia de la República, y que lo mantiene hoy con una simpatía envidiable.

Es el discurso por la igualdad lo que lo hace moverse en líneas áreas comerciales en clase turista, el que lo hizo rechazar vivir en Los Pinos y convertirlo en centro cultural, lo que lo lleva a anunciar que a sus invitados a comer les ofrece tamales de chipilin, y lo que lo lleva a rechazar la parafernalia que habitualmente rodean su investidura.

El discurso tiene implicaciones políticas que antes de vivirlas se antojan inconcebibles para quienes hemos crecido en una cultura política que empieza a fracturarse.

Es un discurso que compromete porque al enviar el mensaje de “ser uno más” desliza la idea de que la tarea por cambiar el país es parte de ese “uno más” y del resto que tienen que colaborar para que el cambio sea posible.

Es la construcción del “solo el pueblo puede salvar al pueblo, solo el pueblo organizado puede salvar a la nación” que se repitió por todo el país, y que motivó a sus simpatizantes a repartir el periódico Regeneración, reunir firmas contra la reforma energética, cuidar votos, difundir sus ideas en redes sociales, etcétera.

Ahora desde el gobierno, López Obrador propone dar un paso en esa dirección al hacer una rifa con la temática del avión presidencial, en la que espera vender seis millones de cachitos a 500 pesos cada uno.

La medida desata humor y amargura, pero no pasa desaparecida para unos tantos cuya tendencia es de por si negativa a las políticas del presidente, y los mantiene concentrados en ello de la misma manera que se deja un dulce al alcance de las abejas.

Para los otros, para quienes simpatizan, viene el reto de demostrar los alcances del apoyo al presidente, es decir si se está dispuesto a mostrar respaldo hasta económico en el asunto que atañe al más emblemático ejemplo de la corrupción que tanto se denunció en campaña.

Más allá de los números con los que se argumenta un ahorro a las finanzas gubernamentales porque se dejará de pagar intereses por el avión, o por la compra de equipo médico, la apuesta pro el sorteo de la lotería Nacional es por recibir el respaldo de millones, como lo recibió Lázaro Cárdenas en la colecta por la expropiación petrolera, lo que dejó claro a las empresas extranjeras que se encontrarían un pueblo organizado y en resistencia, si pretendían cobrarse la afrenta con la guerra.

Con la rifa, AMLO apuesta a que permanece el respaldo de su base a casi dos años de gobierno, listo para contribuir en lo que toca hacer para girar el timón que llevaba a gastar millonadas en aviones y regatear insumos médicos.

Los resultados numéricos son superfluos. Los importantes son los simbólicos, porque la apuesta no es matemática sino histórica.

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