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martes, 23 abril, 2024
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Hacia un balance laboral de 2019: ¿se logra el cambio?

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Por: Óscar Alzaga •

Acaba el año casi junto con el primero del gobierno de AMLO, podemos hacer un corte y balance de los hechos en materia laboral, para saber si se está logrando el cambio o no; qué falta y qué errores se advierten, qué podemos hacer para avanzar, sobre todo, para lograr el cambio, el que prometió el gobierno, el que necesitan los trabajadores y la nación.

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A partir del país deshecho que dejaron los neoliberales en 36 años, van algunos ejemplos: con De la Madrid la inflación crece mucho más que el salario e inicia la privatización del patrimonio nacional; la descabellada promesa de Salinas de llevar al país al primer mundo con la firma del TLCAN, cuando en complicidad con los tres gobiernos y empresarios cambió los contratos colectivos de trabajo (CCT) creando los de protección patronal, que la Suprema Corte en 1996 legalizó con la Jurisprudencia de Góngora: así los CCT pueden disminuir prestaciones y salarios, sin que sean menores a la Ley Federal del Trabajo (LFT). A Zedillo le toca reformar la Ley del IMSS para precarizar su servicio para los trabajadores y familias, que favorece la medicina privada; destruye los ferrocarriles como si fueran suyos y, lo que queda, lo privatiza.

Fox declara que gobernará el país como una empresa y él será como un gerente, confunde su empleo previo en la Coca Cola con la función de un estadista y siguió la misma línea neoliberal que sus antecesores. Calderón destruyó Luz y Fuerza y al SME a petición de la patronal (ver La Jornada 13-XI-09), y lo confirmó Mario Sánchez Ruíz (ver Reforma 10-V-10), gobernó por confesión propia: haiga sido como haiga sido. Peña fue la cumbre de esa etapa con el Pacto por México entre PRI, PAN y PRD, realizó la mayor privatización de la nación entregando el patrimonio nacional a la oligarquía nacional y extranjera y culminó el despeñadero neoliberal en la elección de 2018. Actuaron contra de la Constitución y las leyes, contra la revolución del 10 y la obra cardenista de 1934-40. Lo mejor de México del siglo XX.

El marco neoliberal fue la ilegalidad, la corrupción y el apoyo patronal, a costa de los que fuera, incluidos fraudes electorales, participan de modo decisivo la gran mayoría de los medios y, desde luego, Estados Unidos (EU). La política de la poderosa nación del norte es triple: es ganador, cómplice en lo peor y se erige en juez de México, Latinoamérica, etc.

AMLO reabre un diálogo cotidiano con la sociedad, -iniciado por Lázaro Cárdenas e interrumpido por Ávila Camacho. De paso, contrarresta a los medios neoliberales, le basta la fuerza de la verdad ante la sociedad que vivió de la mentira oficial cotidiana en 36 años y más.

Abrió con los aumentos salariales del 16% para los mínimos generales y el 100% para la frontera norte y en 2019 el aumento del 20%; cuando el último sexenio fue de 3 y 4%, debajo de la inflación del 5 y 6% en esos mismos años de 2012 a 2017. Siguieron las reformas, la del Senado del Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre la libertad de negociación colectiva y sindical, presentada por Napoleón Gómez Urrutia; luego la reforma laboral del 1 de mayo de 1919, sobre el voto secreto obligatorio y mayoritario para elegir a líderes sindicales y para la firma de un CCT o convenio, con la participación obligada de los socios, reforma ante la que se amparan en contra CTM y la CROC, las centrales más importantes del PRI que apoyaron la política neoliberal.

Están pendientes la reformas que promueve el Senado; sobre el artículo 48 de la LFT, de los salarios caídos por despido ilegal, con la oposición de los patrones y Luisa Alcalde, con iguales argumentos. La reforma sobre el outsourcing a la que se opuso Ricardo Monreal, al posponerla.

Además, sigue pendiente el cambio en la Junta Federal que, al menos vivirá 5 años más, una Junta puesta y apoyada por los Alcalde, padre e hija, sin querer desterrar la corrupción e intereses creados en ella, al punto de que en la toma de protesta sin AMLO, no se habló de erradicar la corrupción, cuando es el denominador común del gobierno de AMLO.

Se impulsa la redistribución del Producto Interno Bruto (PIB) y la riqueza nacional, que restablece el Constitucionalismo Social de 1917, a partir del gasto público y la distribución de las partidas del gasto social y de una política social que, además del salario, va destinado directamente a la sociedad de menos recursos e ingresos. Pese a la crisis económica internacional y el casi nulo crecimiento económico nacional de 2019.

Pero el tema más importante en este sexenio en el tema laboral, es lo que hagan los propios trabajadores, desde sus organizaciones y con sus propias fuerzas, sin depender de nadie, solo de su organización, capacidad, conciencia, unidad, solidaridad y capacidad de lucha. En lo cual, aún deja y queda mucho qué hacer.

Pocos sindicatos y centrales nuevos se han creados, que incorporen a la mayoría laboral aún sin sindicalizar, cerca del 75% de la fuerza de trabajo; salvo la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT) y la FESSSIAN en la rama automotriz y autopartes. Menos aún son las bases que cambian a sus líderes que apoyaron el neoliberalismo o la política anti-obrera, como la memorable reforma laboral de 2012 y el proyecto de reforma laboral que el 7 de diciembre de 2017 presentó el PRI, la CTM y la CROC ante el Senado: la peor reforma de la historia.

No es casual que en el siglo XXI la gran ausente sea la lucha de clases, en este devenir histórico, el orgullo neoliberal es el “cero huelgas”, es la debilidad sindical nacional brutal en manos del PRI, son los CCT de protección patronal y que la clase obrera sea relegada a mirar, a ser un mero espectador en el siglo XXI, salvo alguno casos excepcionales. La responsabilidad no sólo es de los mismos trabajadores, es también de la izquierda organizada o no y la sociedad comprometida con el cambio.

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