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jueves, 18 abril, 2024
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Después del olvido

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Por: Jorge Humberto De Haro Duarte •

Después de los ríos de sangre que corrieron en México durante las décadas de los 60s y los 70s y que tuvo como día protagónico el 2 de octubre de 1968, quizá sea hora de comenzar a olvidar el luto de las familias ofendidas, la añoranza de los muertos olvidados, de los despreciables asesinos y demás malos eventos que llenan páginas enteras de la historia negra del país.
No obstante, parece que hemos olvidado todas las cosas buenas que se estaban dando en esa época y que a 50 años de distancia hay que recuperar, mejor hay que olvidar todo lo malo y empezar a construir el México del futuro recuperando muchas de las propuestas y demandas de la época. La principal, El Diálogo constructivo y propositivo.
Hoy día se exhiben dos líneas políticas como supuesta herencia perdurable de aquella Primavera Mexicana: la apertura democrática que consecuentemente llevó a la oposición -¿de veras?- al poder, desmoronando los cimientos del monstruoso aparato priista. La otra, que hoy se cuenta con la venia gubernamental para manifestarse “espontáneamente” cada año en esta fecha por parte de contingentes multitudinarios de toda clase de lacras políticas, porros y niños caguengues a más de drogadictos -probablemente los hijos y nietos de los apabullados granaderos del 68 y otras gargolotas represivas como las policías judiciales y el Batallón Olimpia-, quienes asaltan las calles de la ciudad de México, principalmente, con una furia vandálica, destructiva y ofensiva, como si se tratara de un mediocre partido de futbol mexicano en la Ciudad Universitaria o un “pasón” de estridencia con Alex Lora y el Tri. Nada más absurdamente lejano a la civilidad que caracterizó a las acciones del Movimiento del 68 por parte de todos sus simpatizantes. A estos “manifestantes” debieran darles un llegue como el recibido por los contingentes estudiantiles que tomaron por vez primera el Zócalo en agosto del sesenta y ocho; nada más para que aprendieran lo que es amar a Dios en tierra de camotes.
De lo otro: ¡nada! Hoy día brillan por su ausencia proyectos confiables de masificación y democratización de la educación y la cultura; del incremento en la calidad de vida de los mexicanos; del establecimiento de un respetuoso y respetable estado de derecho; del adelgazamiento de la burocracia; del fin de la corrupción; del desarrollo armónico del país con una justa distribución de la riqueza; de la consideración privilegiada de los derechos indígenas; del respeto a la naturaleza…; todo parece indicar que esta generación no será testigo del surgimiento de las más grandes de las libertades: el acceso a una sabiduría colectiva y la libre expresión de las ideas.
Los próximos 2 de octubre, habrá que recordarlos de diferente manera: salir a la calle en silencio por nuestros recordados deudos, como en aquella majestuosa Marcha del Silencio de septiembre de 1968, en que todos los asesinos se quedaron mudos ante la lección de decencia y civilidad, que ellos no conocieron jamás, que emitió aquel contingente nunca antes visto en tal magnitud, encabezado por el Rector Barros Sierra. Después habrá que cantar y bailar, recordando con alegría que ese día -2 de octubre- pertenece a los asesinos, el movimiento sigue siendo de la gente… y no ha muerto.
Lo que hay que rescatar de su olvidada tumba es el cadáver principal de aquella matanza y que hasta hoy día nadie ha reclamado: El Proyecto Educativo Nacional. Debe resucitarse con la alegría y el entusiasmo que desde entonces desaparecieron entre las gruesas nubes de humo de la contracultura sistemática que nos aporta el sistema decadente que nos rige a través de los medios de difusión masiva y las chambonadas que llaman planes de enseñanza. Se debe regresar a las escuelas a reintegrar los restos de la Cultura en México, para encarar un futuro promisorio basado en la civilización y en la sabiduría y poder así, liberar a las masas de las cadenas de la ignorancia, cultivada con esmero por los pésimos “políticos” y peores “partidos” que tienen al país como cautivo perpetuo.

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Así pues: olvidemos el 2 de Octubre. Hay que inventarse nuevas máscaras para vivir los mismos sueños,… sin nuevas pesadillas.

Después del Olvido

Hoy desperté otra vez
y me encontré a la Muerte.
recordé con tristeza un movimiento inerte
cuya euforia genial acorraló al demente
brazo de represión, basura impertinente
que babeaba feroz del cerebro a los dientes.

Hoy soñé mi pasado y reviví aquel día
en que el verde esperanza explotó en agonía
y uniformó a un cobarde gobierno sin guía
que ultrajó a su Nación, que masacró a su gente,
olvidó los blasones y sepulto la gloria
cubriendo armas patriotas entre cerros de escoria. ■

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