¡Felicidades!

Aquí estamos, un día más con múltiples eventos culturales y políticos que, a cual más, reclaman atención siquiera para enterarse de la gama de actualidad que representan (y la justicia artística y cultura, que son.) En ese devenir, hoy toca navegar a Sampedro; quien, por fin, después de largos años de trabajo cultural intenso: de promover Festivales y concursos culturales; ni ceder en editar DOSFILOS, ni mucho menos dejar de escribir sino más bien insistir en promover múltiples y secuenciales entregas de premios literarios, asociados todos ellos, por supuesto, a un intenso y riguroso trabajo previo, cultural, de investigación y seguimiento de sus autores, dispersos en distintas latitudes, cada cual con su personalidad humana, social y cultural a cuestas.
De ese modo, exigente, duro, flexible, suave, lo mismo impulsó y logró vieran la luz y se difundieran destacadas obras poéticas que junto al riguroso desfile literario y plural en que se convertía el festival anual DOSFILOS. Después de tanto tiempo y no a mata caballo, llegó la noticia: los mantenedores de las XXI Jornadas Lopezvelardeanas 2018 y el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde, nominan y honran a José de Jesús Sampedro para recibirlo, en justo reconocimiento, no sólo a su labor y mantenimiento como promotor y organizador de semejante premio, sino sobre todo por ser un destacado Poeta y entregado, no sólo a la poesía, sino a la investigación, indagación y difusión de la misma y de todo aquello literario que mostrara algún rasgo, chispa, de su autor, a cuyo descubrimiento Sampedro quisiera fuera incendio fulgurante con alguna chispa siquiera para remembrar a Bretón, siempre presente él, en él.
Fueron años de paciencia, de gastar cerebro, ojos, sensibilidad, hasta bondad, pero sin ceder ni un ápice en calidad poética literaria, de eso depende, de e so trata el Premio, de ese encuentro. Tampoco importa en donde estén sus autores, para Sam, el mundo es la vid a cosechar o la espiga a descubrir y desgranar con fruición y si fuera el caso, valían la pena, jornadas tan duras de trabajo, sin desalentarse, porque lo mágico maravilloso brotaría.
Nuestra realidad es ésta pero también es otra, si la ubicamos en el mundo, no sabemos a ciencia cierta en qué piensa el vecino Trump, cuando asegura, ¿amenaza?, que iba de camino a una misión de paz, pero con lleva la advertencia de que no habrá otra oportunidad. Nota de La Jornada bastante clara para mostrar la inquietud con la que se debe quedar uno para no ser sorprendido por alguna tontería que se le ocurra a un Trump, ansioso de gloria, de fama y mal anda para ir tan lejos a buscar fama, pues para destacar le basta ir a la Meca del Cine, para que haga pruebas y ensaye lo que quiera, hasta una guerra, en los estudios cinematográficos que él quiera.
Por supuesto, tan importante y poderoso señor, deberá de entender que no son tiempos de guerra sino de algo mucho mejor, por ejemplo, mostrar su ingenio en propiciar y organizar la Paz ¿en el mundo? Ya es momento en que, como Estadista, se dé a buscar formas novedosas para vivir en paz y bien, aunque suene a san Francisco y no es que uno sea coyón, sino que es más problemático organizar vivir en paz y bien y generar fuentes de trabajo que darse a hacer la guerra, ¿por qué no genera opciones para la mejor y culta integración de los migrantes, y ya no se recurra a la deportación?
Si se va de viaje a Corea, ¿qué espera? Apanicar, apabullar, provocar, al líder coreano, esa no es la forma de tratar con otro estadista, si ni siquiera reconoce el honor que aquel estadista tenga. ¿Hará eso Trump, atropellar al otro? ¿La desechará o enarbolará la vieja tesis, militarista, válida sólo para tener ocupado su capital ocioso en los negocios bélicos?
Con tanto parque de diversión allá, ¿Trump, si no quiere ir a Disyneylandia, puede ir pasear entre los dinosaurios o en algún otro parque hasta le pueden organizar representar una guerra en la que él sea el héroe, un fin de semana? Por supuesto, eso no lo encontrará en disynelandia. ■