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jueves, 28 marzo, 2024
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¡La generación que falta!

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Por: AQUILES GONZÁLEZ NAVARRO •

Pepe Mujica el ex presidente de Uruguay “liviano de equipaje” como él mismo se describe, en una emotiva entrevista para “El Universal” del pasado lunes 16 de abril, expresa su pensamiento en relación con la necesidad de contar con jóvenes idealistas que se reproduzcan y que participen en el terreno de la política.
Dice: “Pero yo tengo 83 años ¿Saben lo que pasa? El mejor dirigente no es el que hace más, el mejor dirigente es el que deja una barra (grupo político) que lo suplanta con ventaja, porque esta lucha es larga. Esta lucha es eterna. Esta lucha no puede terminar con mi vida. Yo apenas soy una gota de ese torrente emancipador de una parte de la especie que lucha por mejorar la civilización…trato de que existan compañeros jóvenes que se reproduzcan y que participen en el terreno. Porque, en el fondo, no creo en los hombres providenciales, lo que creo es en las causas providenciales, que es otra historia”.
Durante mi vida he tenido oportunidad de estar cerca de tres gobernadores. A los tres les insistí en la necesidad de crear una escuela de cuadros: reclutar jóvenes ya formados dentro de la ideología de izquierda, para capacitarlos en el quehacer político y desarrollarlos dentro de los valores ético laicos.
Eso permitiría una generación que a largo plazo defendería los más altos ideales de una política social en carácter de legisladores o líderes sociales, aptos para el debate y la confrontación ideológica, pero fundamentalmente honestos.
No se hizo y tal vez con malsana intención: Se dejó abierto el esquema para que los líderes de los partidos pudieran tener la amplia posibilidad de colocar en los cargos públicos familiares y amigos con espíritu domesticado, sin importar las aptitudes y capacidades en las importantes tareas de la política social.
Esa amplia posibilidad que lleva a la descomposición y confusión ideológica de nuestro sistema de partidos, ha sido aprovechada por quienes han logrado asumir el cargo de presidente, secretario general o comisionado político, o simplemente ejercen de facto el control, lo que conlleva a una mediocridad generalizada en la designación de las candidaturas plurinominales. Irresponsable la actitud de los dueños de las “franquicias” en los partidos de izquierda, ahora que es inminente el triunfo de su candidato presidencial. Lo han dejado sólo.
No habrá debates parlamentarios ni iniciativas de ley de trascendencia social y lo que es peor, el Próximo Presidente de la República carecerá de legisladores-parlamentarios que sepan y puedan defender en tribuna los planteamientos y reformas que al país son de extrema urgencia.
Hoy, infinidad de jóvenes ven en los partidos políticos la oportunidad de acceder a algún cargo de elección popular, bien pagados, con reconocimiento social, con prerrogativas y canonjías nunca imaginadas, aunque de la tarea legislativa no puedan ofrecer nada a cambio, menos ideales.
Otra es la generación de ausentes. Ausentes de la vida política, ausentes de la cultura, ausentes de cualquier idealismo y con una indiferencia hacia la vida política y hacia la administración pública que raya en el “vale madres”. Y no podría ser de otro modo:
En excelente artículo de Jorge Carrillo Olea, publicado el viernes 20 de abril en “La Jornada” nacional, bajo el título ¿El Bronco es indicador de algo?, el reconocido articulista culpa a “los esperpentos” que los jóvenes conocen en política, como la causa del desinterés de las nuevas generaciones o, más allá del rechazo a toda expresión política.
“Imposible soslayar que el Bronco es signo de una descomposición política difícil de calcular en sus alcances” dice Carrillo Olea. Y yo agregaría que Fox es otro ejemplo, tal que me hace recordar lo que expresaba el escritor colombiano Fernando Vallejo, quien decía que cuando conoció a Fox cabalgando en el Paseo de la Reforma no pudo evitar el imaginarse a un “asno cabalgando sobre un caballo”. Indudablemente que el Bronco es la extensión de Fox en el tiempo, aunque en las mismas circunstancias.
Y regresando a nuestros jóvenes, ¿Cómo culparlos de su indiferencia o lo que es peor de su rechazo a la vida política? Agrega Carrillo Olea :“Como si ellos descubrieron en Fox lo ilimitado que puede ser lo ridículo; que conocieron en Calderón la mediocridad letal y en Peña Nieto el derrumbe ególatra… Cuáles serían los referentes de esos votantes jóvenes de hoy y los 15 millones de dieciochoañeros que votarán por primera vez (INE), como pedirles más, si eso es lo que han visto siempre y por eso les es normal”.
“Muchos viejos hemos olvidado y los jóvenes no conocen paradigmas de dignidad, decencia y eficacia”, concluye Carrillo Olea. Duele esa verdad axiomática: Excluyendo a los jóvenes lectores una gran mayoría de los jóvenes poco saben de ese “paradigma” de dignidad que fueron Lázaro Cárdenas, Francisco J. Múgica, Gilberto Bosques, Heberto Castillo, Jesús Reyes Heroles, Porfirio Muñoz Ledo, Cuauhtémoc Cárdenas, Carlos Castillo Peraza, Manuel Cloutier, Salvador Nava o Carlos Madrazo entre otros.

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