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jueves, 28 marzo, 2024
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Qué sigue después del Festival

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Editorial Gualdreño 333

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Corría el año de 1956 cuando un 16 de abril, se pronunciaron las siguientes palabras con motivo de la inauguración de la edición X de los Cursos de Primavera del Instituto de Ciencias; el gobernador de aquel entonces, José Minero Roque hablaba del esfuerzo que se había realizado durante su sexenio para promover el arte y la cultura en nuestro Estado:

 

Preveo y presiento con inmenso júbilo que, a medida que transcurra el tiempo y los recursos aumenten […] nuestras incipientes academias de artes plásticas y de música, y nuestras balbuceante orquesta estarán a la altura de las necesidades y de su destino, y a ellas se sumarán las academias de teatro, de canto, de danza.

Entre tanto, sin embargo, no podemos dejar de transmitir el mensaje del saber y del arte que nuestros conciudadanos están requiriendo de nosotros. De otro modo parece que ignoráramos el hambre y la sed espiritual que los devoran y seríamos hacia ellos avaros, egoístas y crueles.[1]

 

El Seminario de Cultura editaría ese mismo año el discurso completo titulado La cultura y el pueblo zacatecano; 62 años han pasado desde entonces, cuando se estaba gestando apenas el establecimiento del Instituto Zacatecano de Bellas Artes, que tenía la encomienda de formar académicamente a los zacatecanos que tenían el interés por estudiar algunas de las disciplinas artísticas que ahí se impartían. En aquel entonces sólo estaban constituidas las academias de Artes Plásticas y de Música, y a ellas se sumarían después las de Danza, Teatro, Cerámica y Artesanías.

Con el paso del tiempo el IZBA desapareció, no por falta de alumnos, sino porque las condiciones institucionales cambiaron. En la década de los 80 se fundó el Centro Cultural -que en 1987 se convertiría en Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde-. En los inicios de ese centro cultural se impartían cursos de capacitación y formación artística; la Banda de Estado de Zacatecas estaba ya formalmente constituida como tal desde años antes, era independiente, y formaba parte de la nómina gubernamental. La Universidad Autónoma de Zacatecas tenía sus talleres de música en el area de difusión y se había ya iniciado el proyecto de que tuviera su propia Escuela de Música; en la misma década se habían fundado por lo menos tres de los talleres de artes plásticas más importantes: el Goitia, de grabado; el de Artes Plásticas de la UAZ y el de Pintura y Grabado Julio Ruelas. La UAZ tenía también su propio taller de teatro coordinado por Alberto Huerta, y el de danza, univesitario, funcionaba también. De alguna manera, las actividades de capacitación seguían independientemente de lo que gobierno del Estado promoviera en este sentido, como hasta la fecha -con sus bemoles, por supuesto- de ahí que en el Instituto Zacatecano de Cultura fuera cobrando cada vez más importancia la organización del Festival de Semana Santa, dejando, hasta cierto puto y en segundo plano, las actividades de enseñanza y capacitación.

El Festival Cultural Zacatecas 2018 recién terminó el sábado 7 de abril, con muchas cosas a favor si lo comparamos con las ediciones del sexenio pasado, sobre todo en lo relacionado a la calidad de lo programado; pero con otras más en desventaja en comparación a los festivales de Amalia García, relacionadas con el presupuesto asignado. “Ejecutar los programas culturales que el gobierno del Estado le encomiende”, en este caso el festival, es sólo una de las 18 atribuciones que el IZC debe cumplir de acuerdo a lo estipulado en el Art. 3 de la “Ley que crea el Instituto de Cultura de Zacatecas” publicada el 31 de de diciembre de 1986 cuando se fundó; entre ellas las relacionadas con la capacitación, con el intercambio cultural dentro y fuera del país, con el impulso y estímulo de la creación artística en todos su géneros, con una administración más eficiente de sus museos, colecciones y acervos, etc.

Dicho esto, reconozco el esfuerzo de todo el equipo que participó en la organización de este festival que recién termina; y al mismo tiempo, me pregunto si se tiene ya un plan más integral que considere todos los aspectos que se incluyeron hace 32 años en la Ley mencionada. Ojalá sea así y que nos la puedan compartir a los interesados, para entrar ahora así, a trabajar en procesos transversales a favor de la cultura y las artes en nuestro Estado, porque lo que me queda claro es que en el cambio y la consecución de objetivos el esfuerzo de todos resulta fundamental.

Que disfrute su lectura.

 

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https://issuu.com/lajornadazacatecas.com.mx/docs/la_gualdra-333

[1] Minero Roque, José, La cultura y el pueblo zacatecano, México, Seminario de Cultura Mexicana, 1956, pp. 3-4.

 

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