Segunda parte de la temporada, más floja que la primera
Continúa la apuesta por lo dócil, no por la bravura exigente
que se merece, o el gobierno o la televisión o las iglesias o los partidos, yo frunzo el ceño y pienso o incluso, si vale la pena, lo digo: en este caso el merecimiento tiene que ver con propósitos claros y esfuerzos conjuntos, con un hacer colectivo o grupal que desemboque en resultados concretos acordes a las intenciones enunciadas y a la energía empleada.
Ahora, si ciudadanía, aficionados o votantes dejamos hacer cuanto se les ocurre a los de arriba, a los que dicen que mandan y sostienen que saben, aunque sus consecuencias disten de ser siquiera medianas, entonces estamos ante una actitud colectiva omisa, que lejos de intentar hacerse oír a partir de su unión, se conforma, acepta o se encoje de hombros ante el mediocre desempeño de los poderes actuantes.
Lejos de merecer
, lo que ocurre entonces es todavía más preocupante, pues se trata de un modo de hacer que nos involucra a todos, interesados y desinteresados, poderosos y débiles, mandones y obedientes, impositivos y conformistas. Si ese hacer y no hacer de unos y de otros se traduce en una deficiente manera de actuar, la conclusión es que todos y cada uno podemos poco, como individuos, generalmente desunidos, y como país.
De espaldas a una fiesta urgida de verdad tauromáquica y al interés de los públicos pero atentos a sus particulares intereses, ¿quién hace los carteles de la plaza México? ¿Con qué criterios y propósitos? ¿Para beneficio de quiénes? Juzgue el lector la discreta apuesta taurina de la nueva
empresa en la segunda mitad del serial 17-18, con su añeja dosis de postración y complejos:
Domingo 7 de enero. Toros de Caparica para el desaprovechado Jerónimo, el valeroso Juan Pablo Llaguno y Antonio Lomelín hijo, que confirma su alternativa, sin más méritos que los ilustres nombre y apellido.
14 de enero. Reses de Arroyo Zarco para Ignacio Garibay, el hispano José Garrido y Diego Sánchez, que confirma su pospuesta alternativa de la temporada anterior, con probadas cualidades y varios triunfos.
21 de enero. Toros de La Joya para Diego Silveti –de nuevo, las dinastías antes que el desempeño– el ya encumbrado Andrés Roca Rey, excepto en la México, y el adelantado y consentido Luis David Adame, como si su modesto desempeño en la cuarta y quinta corridas bastaran para repetir.
28 de enero. Regresan los astados pasadores que propician el toreo bonito, de Fernando de la Mora, esta vez para Juan Pablo Sánchez y Arturo Saldívar, que tan bien estuvieron en su comparecencia anterior, y vuelve el español Ginés Marín, que no dijo nada en la cuarta corrida.
Domingo 4 de febrero. En la primera corrida de aniversario, por tercera ocasión bureles de Teófilo Gómez, favoritos de las figuritas que se están cargando a la fiesta para, claro, Julián López El Juli y el tlaxcalteca Sergio Flores, en otro ocioso mano a mano.
Lunes 5. Segunda corrida de aniversario, faltaba más, en otro desalmado cartel de ocho toros de Jaral de Peñas para Sebastián Castella y Joselito Adame, consentidos de la empresa, Andrés Roca Rey y un triunfador.
El domingo 11, cuatro de Las Huertas y dos por designar para el rejoneador Andy Cartagena en su segunda comparecencia, Arturo Macías y Leo Valadez. Lo dicho, no merecemos sino que podemos poco, como poderes fácticos y como sumisa sociedad.