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viernes, 19 abril, 2024
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Unidad programática de las fuerzas progresistas, teniendo presentes los fraudes de 1988 y 2006

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

El año próximo se cumplirán 30 años del gran movimiento político electoral encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (CCS), y también del fraude electoral del 6 de julio que permitió la usurpación de la presidencia de la república por Carlos Salinas de Gortari (CSG). Los mexicanos tendremos otra oportunidad para lograr la alternancia hacia la izquierda en dos de los tres Poderes de la Unión: el Ejecutivo y el Legislativo. Recordemos que desde 1982 el grupo neoliberal que ocupaba posiciones subordinadas en el PRI-Gobierno se apropió de las riendas del poder del Estado por la decisión de José López Portillo de designar a Miguel de la Madrid como candidato oficial a la Presidencia de México, quien al final de su mandato aplastó la voluntad de cambio expresada por la movilización electoral, inesperada por masiva, para imponer a CSG y consolidar la aplicación del modelo neoliberal con el cogobierno de facto PRI-PAN y con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

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Varias y valiosas enseñanzas se pueden extraer de aquel histórico movimiento, y del proceso electoral de 2006, en el que las acciones (legales e ilegales) concertadas entre PRI y PAN una vez más despojaron de su triunfo a las fuerzas progresistas, esta vez encabezadas por Andrés Manuel López Obrador:

Primera. La oportuna unidad de las izquierdas es indispensable. Recordemos que la declinación del Ingeniero Heberto Castillo, entonces candidato del PMS, fue tardía y ya no fue posible sustituir su nombre por el de CCS en las boletas electorales, además de que Doña Rosario Ibarra de Piedra, candidata por el PRT, no aceptó unir sus fuerzas. Y en 2006, hicieron falta los votos que logró Patricia Mercado.

Segunda. La unidad en torno a un proyecto de nación es fundamental. Recordemos que la adhesión masiva en torno a la personalidad de CCS hizo imposible la difusión de la plataforma electoral pactada durante la campaña y, en su momento, los documentos básicos del naciente PRD tampoco fueron conocidos por la militancia fundadora. Eso marcó el futuro de ese partido, pues la principal fuerza de cohesión fue el apoyo popular a CCS primero, y después a AMLO, apoyo que nunca mantuvieron los jefes de tribu que se apoderaron de la organización.

Por otra parte, reconociendo que el tremendo desgaste de las fuerzas neoliberales PRI y PAN provocado por su fracaso en todos los órdenes de la vida nacional ha incrementado las probabilidades de un triunfo de las fuerzas progresistas, asumamos también que existe un alto riesgo de que los ataques concertados de la élite del poder contra la persona de AMLO logren su cometido, por lo que se requiere construir un escudo programático y diversificar las voces que expliquen las propuestas a la mayoría de la población, de manera que la fortaleza de la opción progresista se incremente. Por todo ello es urgente el dialogo programático entre las dos fuerzas que ya han dado a conocer sus lineamientos programáticos: Morena y Por México Hoy (PMxH), cuya unidad aceleraría la convergencia progresista y consolidaría la intención de voto en favor de sus candidatos.

Es importante destacar que PMxH no tiene, ni tendrá, candidatos propios, y que sus integrantes se han comprometido a impulsar su programa en los espacios donde actúan, y apoyaran a quienes muestren una mayor coincidencia con sus diagnósticos y propuestas. Desde mi punto de vista, un dialogo de buena fe sobre ambos documentos pondría en evidencia la existencia de grandes coincidencias y de algunas diferencias que, si los negociadores son expertos en los temas y cuentan con el oficio indispensable, pueden encontrar formulaciones satisfactorias para las partes. Ello es indispensable para dar paso al dialogo sobre la candidatura presidencial que, salvo que ocurriera una tragedia o un milagro, tendrá como resultado el apoyo de la mayoría de los miembros y simpatizantes de Por México Hoy a AMLO.

Si ese escenario optimista se concretara en la realidad estaríamos ante la posibilidad de que la campaña electoral del 2018 sea marcada por un fuerte debate programático, en el que las opciones neoliberales estarán obligadas a reiterar una narrativa en plena decadencia, mientras que los progresistas contarán con un fuerte candidato y un proyecto alternativo, que habrán hecho suyos millones de mexicanos varios meses antes del inicio formal de las campañas electorales. Cabe señalar, por último, que la construcción del escenario apuntado líneas arriba depende, de manera definitiva, de la respuesta que dé AMLO a las declaraciones expresadas en la reciente reunión nacional de PMxH. Ojalá tenga en cuenta que una respuesta pronta y positiva repercutirá en favor de Morena en el proceso electoral del Estado de México, y hará más difícil la formación de un escenario en el que aparezca otro candidato progresista viable.

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