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viernes, 3 mayo, 2024
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El peligro de un golpe de estado y una dictadura en México

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Por: BENJAMÍN MOCTEZUMA LONGORIA •

La derecha corrupta (representada por el PAN, PRD y PRI) va a perder, de forma escandalosa, la contienda electoral presidencial. Pero no puede hacerse el pronóstico de que las fuerzas progresistas de México (MORENA, PT, PVEM) alcancen la mayoría calificada en el Poder Legislativo (2 terceras partes) para poder cristalizar las reformas constitucionales señaladas como “el plan C”. 

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Ese plan aspira a modificar las relaciones políticas y electorales; empoderar al pueblo, por encima de la clase política, como base de la soberanía; significa retirar privilegios, derroche presupuestario, duplicidades de funciones institucionales, reducción de la burocracia y llevar a fondo una reforma al Poder Judicial que es, hasta ahora, uno de los tres poderes que funciona con la inercia y anacronismo del régimen político en retiro.

La tendencia del triunfo presidencial de MORENA-PT-PVEM, corroborada por distintas encuestas, es diferente para el resto de los cargos de elección popular, para cada estado, distrito o municipio. En Zacatecas, por ejemplo, nuestra lectura es otra. Véase Fresnillo en el que, a no dudarlo, pagará factura el grupo enquistado. De paso, seguiremos en espera de una 4T zacatecana: Primero, no hay vocación de cambio en la clase política local, la alternancia no modifica la sustancia de las cosas; segundo, sus intereses personales y familiares de no soltar el poder chocan con cualquier idea progresista y; tercero, su bajo nivel intelectual no les permite siquiera en pensarla. Un proyecto transformador ocupa un gran esfuerzo intelectual y su ejecución una arraigada fuerza social.

Aún así, la derecha nacional ya espera el duro golpe ciudadano con el eminente triunfo de Claudia Sheinbaum de MORENA-PT-PVEM y la rotunda derrota de Xochilt Gálvez del PRIANRD. A no dudarlo, la culparán de los malos resultados cuando, en realidad, sólo representa el proyecto nacional con masivo repudio por antinacional, corrupto, ineficiente, derrochador, ausente de planeación estratégica para el desarrollo económico independiente y profundizador de las desigualdades sociales dado que da todo tipo de facilidades y apoyos a los grandes magnates de la economía nacional y extranjera mientras sacrifica, al nivel de la subsistencia, a los más desposeídos.

Sin embargo, las fuerzas progresistas no deben echar las campanas al vuelo. Hay en juego intereses económicos, nacionales y extranjeros, muy poderosos. Aunque lo político tiene su propia dinámica, en esencial los partidos políticos derechistas son el medio corporativo, ideológico y electoral de la denominada oligarquía empresarial retrógrada. 

Es evidente que un segmento de la clase burguesa (los auténticos “fifís”) actualmente dirige al PRIANRD y la campaña político-electoral de su candidata. Junto con lo electoral legal, impulsan las campañas subterráneas de miedo, de boots cargados de acusaciones graves y falsas. Es indudable que igual sucede con la cooptación de personajes en el INE, el Tribunal Electoral, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, monopolios de la comunicación (escritos, radio y televisión) etc., que en conjunto forman un ejército que atacan a la manera del “nado sincronizado”.

La reciente entrevista que el expresidente Enrique Peña Nieto concedió al periodista español Mario Maldonado (ya en libro) muestra que la cúspide de nuestra derecha se creé dueña y señora del país, que su sed de apropiarse de todo tipo de riqueza los hace capaces de planear y ejecutar un golpe de estado e implantar una dictadura. Donde quiera que haya sucedido lo hacen en nombre del Estado de Derecho, de las Libertades, la democracia, la paz y contra el fantasma del comunismo, el cual es inexistente en el mundo, pero sirve para hablar de “salvarnos” de “un peligro para México”.

Palabras más, palabras menos, Peña Nieto revela que fue muy acosado por el Consejo Nacional de Negocios para pedirle declinar a José Antonio Meade, candidato del PRI, por el actualmente prófugo Ricardo Anaya del PAN. Después, para que aceptara la alianza del PAN con el PRI declinando al candidato blanquiazul. Luego para declinar a ambos y convenciera a Carlos Slim para que fuera el candidato de la alianza PRIAN. De por sí, Slim no estuvo de acuerdo. 

Dice Enrique Peña que hasta la fecha le recriminan que él es culpable de que el PRI y el PAN perdieran la presidencia. “Pero López Obrador ya tenía ganada la elección. ¿Qué querían que hiciera?”. El mismo expresidente resalta (libro citado por los periodistas Álvaro Delgado y Alejandro Páez) que por no haber cedido a los caprichos de la derecha empresarial “me querían chingar”. No me queda claro si obligarlo a dejar la presidencia o asesinarlo para que, en cualquiera de ambos casos detestables, entrara un interino y modificara los resultados electorales y, en caso ofrecido, obligar a repetir el proceso electoral. ¿Queda claro quién es un peligro para México? Acusan de lo que son y de lo que harían.

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