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jueves, 18 abril, 2024
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Somos animales en peligro

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Por: ÓSCAR GARDUÑO NÁJERA •

Antes que nada, un anuncio para los que viven en la ciudad de México o para los que tienen planeado viajar de Zacatecas para la ciudad: los sábados y domingos, en la explanada del Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional Autónoma de México, a las 11:00 hrs., dentro del Carro de Comedias se presenta la obra “Ese amor de Romeo y Julieta” hasta el 25 de junio y cuya dramaturgia es de Verónica Bujeiro, de quien vamos a hablar a continuación.  

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Se trata de teatro y si en México se lee poco, hay que decir que el teatro se lee muy poco. Y si hablamos de la gente que acude al teatro la cosa no mejora. No tengo la cifra exacta, pero seguramente los números no andan tan bien. Por eso se agradece a la gente que se dedica al teatro. Ya sean actores, actrices, directores o dramaturgos (y todo el enorme mundo que hay tras escenarios). Por el esfuerzo que hacen. Por la dedicación y el empeño. No miento si digo que el teatro es una de las disciplinas artísticas donde más se aprecia, que es necesaria, no solo una vocación, sino una entrega total. Y si se cuenta con apoyos gubernamentales, qué bueno. Gracias a todos los que hasta ahora continúan haciendo teatro, porque jamás se podrá comparar con otra disciplina artística. Ahí quedas frente a frente con los actores: los sonidos de las voces te envuelven lo mismo que las luces, los vestuarios, las escenografías; viajas por un instante a través de un sueño conjurado por mentes que invocan hechizos a través de las palabras, de los movimientos, de las presencias y de las historias. 

Tengo claro que una de las expresiones teatrales con mayores dificultades dramatúrgicas es el monólogo. Su estructura textual debe ser quirúrgicamente acertada, su timing, el de una maquinaria de reloj suizo, y su espacio escénico, debe disponer de la presencia de un solo sujeto, y el alcance, cubrir las curvas tonales de para desenvolverse a través de la caja simbólica que es el escenario: una representación geográfica donde se desarrollan los hechos.

  Por lo tanto, la aceleración o desaceleración de las acciones va a depender, en última instancia, de la variabilidad de la narrativa del texto. Por eso, para comenzar, hay una repetición verbalizada en “Somos animales en peligro. Bululú autobiográfico” (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2022) de Verónica Bujeiro: no sólo son palabras aisladas que se repiten y se repiten porque sí, sino son palabras que consiguen volverse representaciones míticas durante el monólogo. No es ocioso, entonces, que sea la misma autora, quien al comienzo de la obra nos advierta en el “Dramatis Personae”: “quien habla es la autora que, gracias a la escritura, ha logrado convertirse en un personaje de sí misma”, porque la misma obra se trabaja bajo una estructura autorreferencial, por lo que hay una descontextualización del sujeto externo (la que vive fuera de las palabras) hacia un sujeto interno (la que a partir de ese momento deja de ser sujeto de sí misma y se transforma en un personaje, a la manera de “Niebla” (Renacimiento, 1914) de Unamuno), de su propia historia: “¿Puede ser uno el personajes de sí misma?”. 

Viéndolo de esta manera, “Somos animales en peligro. Bululú autobiográfico” no solo se trata de un monólogo que es a la vez un retrato autobiográfico, sino que Bujeiro nos presenta una temática recurrente en la historia de la literatura: las fronteras donde termina la realidad y donde comienza la ficción. 

La historia que se nos cuenta comienza como comienzan las historias tradicionales: hay una situación con cuatro personajes que se encuentran alrededor del motor de un automóvil. Y esta será una imagen que nos acompañará el resto de la obra teatral, y posteriormente aparece, por decirlo de alguna manera, la raíz de un nombre y de un apellido, que de la mano de Bujeiro se vuelven casi personajes teatrales. Es una obra donde todo está por ocurrir, donde el instante perdura.  

Cabe destacar que “Somos animales en peligro. Bululú autobiográfico” tiene un lenguaje que, por momentos, me recordó a lo más intenso del teatro del absurdo con algunas huellas, lingüísticas, sobre todo, de Jerry y de Ionesco; pero también tiene momentos donde hay una deconstrucción de la propia Bujeiro: “Ese tiempo suspendido que nos ayuda a pasar de largo y quizás, deje fijo en la memoria del otro algo de nosotros. Es una necesidad de dejar huella. Aquí hay una tentación demasiado grande”.

En el transcurso de “Somos animales en peligro. Bululú autobiográfico”, Bujeiro nos advierte algo que parece entrar en una contradicción semántica: “Basada en hechos reales hechos ficticios”. Supongo, aunque con tal frase cabrían todo tipo de interpretaciones, que una referencia discursiva directa está no solo en lo que a continuación Bujeiro nos aclara, sino en que todo discurso autobiográfico transcurre entre discursos ficticios y discursos reales, y una vez finalizada la autobiografía únicamente el autor sabe cuáles son los discursos veraces y cuáles no. 

Si se lee con la suficiente paciencia, se podrá apreciar que “Somos animales en peligro. Bululú autobiográfico” no tiene una dramaturgia sencilla; al contrario: sus vericuetos dramatúrgicos nos presentan un reto como lectores: atestiguamos el origen de un apellido, de una familia y de la propia Bujeiro, sumado al paralelismo de citas literarias de autores, sumado a posturas sociales y políticas y un mundo con sus propias características y mecanismos; no obstante, lo que nos presenta Verónica Bujeiro es una obra teatral interesante, provocativa, íntima y, en cierta medida, existencialista: “¿Quiénes somos realmente? ¿Qué papel nos representa?”.       

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