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lunes, 6 mayo, 2024
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Productividad y remuneraciones en las manufacturas mexicanas

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Por: SAMUEL ORTIZ VELÁSQUEZ • MÓNICA GONZÁLEZ MORALES •

El reciente debate respecto al incremento del mini-salario real en México, ha enfatizado las posiciones de fracciones institucionales como el Banco de México quien al igual que las cámaras empresariales, se pronuncian en contra de la iniciativa, argumentando que aumentar el salario mínimo por decreto, traería consigo un agudo proceso inflacionario. Sustentado en ese argumento, el CEMPE de la UNAM estimó que de incrementarse a 80 pesos el salario mínimo, la inflación subiría en 7.5 por ciento. En concreto, para dichos actores el aumento del salario debe sustentarse en la elevación de la productividad.

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Por tal razón en las líneas siguientes, se presenta un breve examen de la conducta de la productividad del trabajo (producción a persona ocupada) y las remuneraciones reales totales en el sector manufacturero mexicano a nivel de rama industrial, aprovechando la más reciente información (disponible al segundo semestre de 2014) generada por Inegi. El énfasis en el sector manufacturero se debe a que éste es, un sector de alta productividad y crucial en el proceso de crecimiento económico, por diversas razones que hacen que la productividad de la economía en su conjunto, se expanda endógenamente con el crecimiento de la productividad del sector.

Nuestro argumento apunta a que existe un amplio margen de maniobra para elevar el salario real, sustentado en la productividad del trabajo, es decir, mejorando la distribución del ingreso. Para efectos de evaluar la evolución de la distribución del ingreso, se toma como referencia la diferencia entre el crecimiento de la productividad y el crecimiento de las remuneraciones reales totales. Una mayor divergencia entre ambos indicadores apuntaría a que la distribución del ingreso se está tornando más regresiva y viceversa, una menor diferencia apuntaría a una distribución más progresiva. En la gráfica 1 se aprecia que entre el segundo trimestre de 2007 (2007/II) y el segundo trimestre de 2014 (2014/II), la productividad del trabajo en el sector manufacturero mexicano se expandió a una tasa media anual de 1.7 por ciento, mientras las remuneraciones se expandieron apenas 0.5 por ciento, siendo la diferencia entre estos indicadores de 1.2 puntos porcentuales. Es decir, la distribución del ingreso es regresiva, habiendo un amplio margen para la elevación del salario real.

Un examen desagregado, muestra que 30 ramas industriales han experimentado un crecimiento de la productividad del trabajo muy superior a la media manufacturera y en ellas, se asiste a una amplia brecha que separa a la productividad del trabajo de las remuneraciones reales totales. . Por ejemplo, la rama  productora de computadoras (3341), presentó una tasa de crecimiento promedio anual en su productividad de 19.3 por ciento, pero las remuneraciones reales totales se contrajeron cada año a una tasa media anual de 0.9, el diferencial que las separa, ¡es de más de 20 puntos porcentuales! Por esta vía se justifica plenamente el aumento del salario obrero.

Más allá de los grados de libertad que otorga el desempeño de la productividad para elevar los mini-salarios mínimos, es relevante incorporar a la discusión un par de aspectos institucionales, macroeconómicos y algunas tendencias mundiales e históricas:

Consideramos que las cámaras empresariales parten de una visión equivocada en torno a sus intereses como clase, pues pasan por alto el peso de la demanda y sus efectos positivos sobre la inversión productiva. En efecto, los menores costos en que incurre el empresario nacional vía los salarios deprimidos, se ven más que contrarrestados por las menores ventas que provoca el empobrecimiento de los trabajadores. Las menores ventas impactan adversamente sobre la rentabilidad empresarial y por esta vía sobre la inversión, el determinante central del crecimiento económico.

En el ámbito macro, consideramos que las políticas emprendidas por el gobierno y autoridades laborales, están enfocadas únicamente a la estabilidad inflacionaria mediante el control del tipo de cambio y el estancamiento salarial, ignorando a su vez las bondades del salario mínimo como una estrategia de reactivación económica y combate a la pobreza.

Moreno-Brid (2014) se ha referido a dos tendencias de relevancia: i) México se mueve a contracorriente, pues es de los países de la región de América Latina donde la productividad laboral es de las más altas, pero paradójicamente, donde también los salarios mínimos son de los más bajos; ii) Desde una perspectiva histórica, los períodos de caída de la productividad laboral, se han acompañado de una caída más aguda del salario mínimo real. Mientras, los periodos con crecimiento de la productividad laboral, no se han reflejado escasamente en el salario mínimo real. ■

 

http://economiamexicanaennumeros.blogspot.mx/

 

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