La situación de la desigualdad educativa en México es grave, y con los efectos de la pandemia, las brechas se hacen más grandes. Los pobres se hunden más en el pantano de las dificultades y los chicos de clase media y alta avanzan gracias a sus propios recursos culturales y ambientales. El resultado es que entre sectores sociales la distancia es mayor. En los pobres el confinamiento se convierte en segregación social. cuando los alumnos no pueden seguir el paso de los programas abandonan la escuela dando vueltas en el círculo vicioso en espiral hacia abajo. Los espacios de las viviendas ‘de interés social’ o de autoconstrucción con falta de espacio y servicios, incrementa la violencia familiar que, de inmediato se refleja en los productos de aprovechamiento escolar.
Más de 5 millones de estudiantes han abandonado la escuela en este último ciclo. Estos chicos caen en una trampa de pobreza de la que es importante jalarlos e incorporarlos. Y dicha reincorporación será difícil si no hay regreso a la dinámica presencial. De enero a junio se presentaron 130 mil denuncias de violencia familiar, un tercio más del año anterior. Este incremento es brutal: la violencia es indicador de un ambiente tóxico en las familias que indispone a los alumnos no sólo para el estudio, sino para su desarrollo socioemocional. Serán jóvenes que corren para atrás en la carrera de las oportunidades sociales. Y de los jóvenes afectados, se concentra la mayoría de ellos en mujeres: el 82 por ciento de las víctimas fueron niñas o mujeres adolescentes. Un factor de retraso en el desarrollo no sólo educativo, sino social y humano es el embarazo adolescente, y en este semestre que transcurrió tuvieron lugar mil bebés de adolescentes al día (según reporta Conapo). ¡Guau!
El suicidio subió 12 por ciento, pero entre niños, niñas y adolescentes (NNA) el incremento llegó al 37 por ciento. La depresión y las enfermedades asociadas a la pandemia crecieron como la espuma. Y los servicios de salud actuaron con estridente estulticia al suspender el servicio psiquiátrico como ‘no prioritario’. El modelo de salud que piensa en forma dual, y piensa que ellos son responsables ‘del cuerpo’ y la salud mental es de cada quien es de gigantesca ignorancia. Ahora mismo la salud mental es primordial y, por eso, debe ser parte de las políticas de salud del gobierno.
Por ello es tan importante regresar a clase. Ahora bien, lo que dicen los datos duros de los países donde no tienen interrumpido el servicio de las escuelas y tienen en su territorio la variable delta, es que donde tienen modelos de protección adecuados en las escuelas, éstas no han sido factor de contagio. Las infecciones han sido en reuniones familiares o paseos vacacionales donde los controles son mínimos o inexistentes. Por tanto, es importante que las escuelas reinicien sus actividades. Sólo con un apunte: el gobierno debe abandonar la absurda idea de no vacunar a los menores de 12 años. Es vital contar con la vacunación de la población en su totalidad. En suma, si la interrupción de actividades escolares es causa de desigualdad educativa, el regreso a las escuelas será factor de mejora en las brechas señaladas.
