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miércoles, 24 abril, 2024
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■ Comentarios Libres

El milagro mexicano y sus orígenes

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Por: SOCORRO MARTÍNEZ ORTIZ •

     Más allá de la insistencia de que en nuestro país solo hay honestos y traidores a la Patria, democráticos y conservadores, buenos y adversarios, fifís, machucones, y una serie de calificativos más, como se machaca diariamente desde el púlpito de Palacio Nacional, debemos decir que, si bien es cierto que en algunas de las instituciones públicas y organismos descentralizados, así como algunos ex funcionarios que las tuvieron a su cargo, fue enquistándose la corrupción, y que incluso algunos ex presidentes, miembros del poder Judicial y del Legislativo, así como ex funcionarios de muy alto nivel, se encuentran involucrados, después de cuatro años del gobierno de la 4T, no existe ninguno que haya sido denunciado en términos de ley por el Presidente Andrés Manuel López Obrador. No obstante, ser el gobierno de la esperanza, como candidato, prometió a los ciudadanos mexicanos.

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     Nada. No se ha visto nada en serio. Solo palabrerías. ¡Uf!

     El principio de la División de Poderes, con sus respectivas funciones y facultades; las instituciones y organismos descentralizados, así como sus titulares, a los que pretende, el actual Presidente, purificar y librar de toda corrupción, no se formaron ayer. Aun cuando no quiera aceptarlo, se fueron construyendo a través del tiempo, a través de la historia de nuestro país como Nación independiente. Y por lo mismo, los vicios, los excesos y los abusos, han surgido, han incrementado y persistido, se han enquistado, pero no es atacando, destruyendo y lanzando una serie de insultos y agresiones, la forma en que se van a purificar de la corrupción. Debe de haber reformas para retirar lo que ha funcionado mal y dejar y perfeccionar lo que sea útil, así como adicionar lo que requiera la nueva realidad.

     También el orden jurídico se fue construyendo a través de la historia del México Independiente. Muchos preceptos incluso copian la Constitución de Estados Unidos, la que, a su vez, mucho retoma de la Inglesa. Pero esas normas se han ido creando para cierta época y un lugar determinado, de tal forma que, permanentemente, se deben ir adecuado a la realidad motivada, principalmente, por los avances científicos y tecnológicos, para regular nuevas relaciones entre los seres humanos dentro de la sociedad. Esa adecuación se realiza mediante modificaciones a través de reformas y adiciones. De lo contrario, todo se convertirá en “letra muerta”. 

     Fuera de todo esto, hay que reconocer que aún y sus muy justificados cuestionamientos, nuestro país tuvo una época denominada el Milagro Mexicano.

     Sus orígenes, gran saqueo para México.

      Roger D. Hansen señala:

     Los orígenes del crecimiento mexicano del siglo XX están profundamente enraizados en las últimas décadas del siglo XIX. Y los ingredientes sociales, culturales y políticos del desarrollo económico de México son la herencia del ayer. 

     La estabilidad política fue el ingrediente esencial del crecimiento porfirista debido a la estrategia para el desarrollo que adoptó el gobierno de Díaz. En esencia, esta estrategia consistía en adoptar todas las medidas necesarias para atraer a México la inversión extranjera, “de acuerdo con la teoría de que el capital, la técnica y los mercados que los extranjeros tenían bajo su dominio, eran indispensables para el crecimiento de México”. Para llevar a la práctica esa estrategia, fueron abolidas las antiguas restricciones sobre la inversión extranjera y se emprendió un elaborado conjunto de incentivos. 

     En general, los resultados fueron asombrosos. Aunque parece excesiva una primera estimación, según la cual tan solo la inversión norteamericana excedió, en 50 por ciento, a la riqueza nacional de México, es indudable que, durante los años porfiristas, el capital extranjero fluyó hacia el país en cantidades proporcionalmente mucho mayores –en relación con el capital nacional y los recursos naturales y humanos de México- que el volumen del capital europeo que entró a los Estados Unidos durante la etapa de su desarrollo más intensivo. En 1884 solo era de 100 millones de pesos la inversión extranjera que se elevó a 3,400 millones para 1911; además tenemos que, durante la primera década del siglo XX, la inversión extranjera representaba 66 centavos de cada dólar invertido. 

     Uno de los renglones en que se concentró la inversión extranjera fue la construcción de ferrocarriles. En 1880, México tan sólo poseía 1,100 kilómetros de vías férreas, habían fracasado los esfuerzos, tanto del gobierno federal como de los gobiernos estatales tendientes a promover un sistema ferroviario. Con Díaz de nuevo se pusieron a disposición de los inversionistas extranjeros las concesiones ferroviarias y, durante ese periodo, más de un tercio del total de las inversiones extranjeras se destinó a la construcción de ferrocarriles. Para 1910 se habían construido 19 mil kilómetros de vías. Otra segunda gran concentración de la inversión extranjera se destinó a las industrias extractivas: más del 24 por ciento de todos los fondos extranjeros se canalizaron hacia la minería y la metalurgia. Y otro 3 por ciento a la producción petrolera.

     Las inversiones de los Estados Unidos que, para 1911 representaban el 38 por ciento del total de la inversión extranjera, estaban concentradas principalmente en la construcción de ferrocarriles y la industria extractiva. 

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