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viernes, 29 marzo, 2024
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¿Que está en juego? ¿de qué se trata esta elección?

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Por: RAYMUNDO CÁRDENAS HERNÁNDEZ •

Hace unos pocos días quedó definido el tablero de opciones electorales que se confrontaran para obtener espacios de poder político en la jornada electoral del primer domingo de junio próximo. Siempre he creido que las narrativas de campaña y las reflexiones sobre cualquier proceso electoral debieran estar orientadas a esclarecer las interrogantes que encabezan esta columna y, con ello, contribuir a la emisión de un voto informado. Esta es mi primera contribución para ese propósito.

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Creo que fue Maquiavelo quien señaló que una gran parte de la humanidad define sus opiniones basadas en las apariencias, como si éstas fueran realidades, que son más influidos por lo que las cosas parecen, que por lo que realmente son. El mismo sentido tiene la afirmación de que “en política, lo que parece, es” esta intuición nos sirve para destacar que los electores no se encuentran naturalmente predispuestos ni preparados para contrastar los discursos predominantes en cualquier elección. Esa es quizás la más grande tragedia de toda democracia, que el elector no nace entrenado para descubrir espontaneamente lo que está en juego en un proceso electoral y, en consecuencia, votar por lo que más le conviene.

Los procesos electorales representan un momento crítico de la sociedad, donde una buena parte de los electores se activan, refuerzan o cambian sus posiciones y son urgidos a tomar partido en función de temas y ejes de comunicación que forman parte de las estrategias de campaña de los diversos partidos y candidatos. Las campañas electorales presentan fenómenos de divergencia, division o polarización, que son organizados y planeados, en las cuales la socialización y la internalización del sentido de las distintas narrativas se produce principalmente a consecuencia de la exposicion mediante intensas campañas de comunicación, cuyo propósito es mostrarle al elector lo que está en juego, de qué se trata la elección. No hay que perder de vista que las elecciones constituyen uno de los momentos más importantes de toda sociedad; el tiempo en el cual se expresan las aspiraciones, las necesidades más apremiantes y la circunstancia de que hay uno o más partidos o candidatos interesados en convencer de que han recogido y asimilado las demandas de la población.

En consecuencia, con lo anterior, el objetivo principal de una estrategia de comunicación es proporcionarle al elector el sentido, el significado, de un voto a favor o en contra de determinado partido o candidato. Uno de los primeros pasos para determinar la estrategia consiste en definir, con el máximo grado de precisión posible, los diversos escenarios en la mente del elector el día de la elección: ¿porque hay que votar por tal candidato? ¿porque no hay que votar por este otro candidato? ¿cuál de todos es el mejor? ¿cuál es el menos peor? ¿cuál se merece ganar? ¿quién es el que más conviene que gane?

Todas estas interrogantes guian las primeras reuniones de estratégia de cada campaña y responderlas ocupa gran parte del trabajo de los consultores electorales. Entre mejor se realice esta función, mejores serán los resultados electorales. Los electores más informados y mejor equipados como ciudadanos en una democracia madura son las personas que en todo momento de la campaña tienen presentes las preguntas referidas y van modulando sus respuestas hasta el momento mismo de votar.

Una de las decisiones básicas que toda campaña debe asumir es la de los temas o asuntos que utilizará para diferenciarse del o los otros candidatos y campañas. El sociólogo norteamericano, Paul Lazarsfeld, atribuye a las campañas electorales tres funciones principales: Activar predisposiciones latentes, reformar predisposiciones existentes y, persuadir al electorado indeciso. Para cumplir con ellas, los candidatos y consultores deciden el tipo de polarización que utilizarán. Recordemos los distintos tipos de polarización:
Se denomina polarización ritual a la predisposición del elector que busca ser congruente con comportamientos pasados o con un hábito de voto a favor de determinado partido. La polarización protagónica utiliza la aceptación o rechazo afectivo de la personalidad de un candidato, no en función de la doctrina, ideología y posiciones partidistas pasadas o presentes. La polarización sustantiva o ideológica consiste en proporcionarle al elector un raciocinio de voto derivado de las ideas y propuestas contenidas en sus plataformas o programas de partido, es decir las posiciones tanto ideológicas como históricas que los partidos o candidatos han sostenido en relación a los principales problemas y retos de la sociedad y la visión que ofrecen para su resolución en el futuro.

La polarización transitoria es la que resulta al emerger, desde la perspectiva del electorado, la posibilidad de un cambio trascendental, al ejercerse el voto a favor de alguna opción política que se presenta como renovadora y en contra de algún partido, candidato o el statu quo, opciones que representan una indeseada continuidad. La polarización utilitaria consiste en elegir la opción que a los ojos del elector constituye aquella que arroja el máximo grado de utilidad o rendimiento en términos de beneficios concretos para el elector y para sus grupos inmediatos. Por último, la polarización mediática consiste en que los electores definen su predisposición en función de los asuntos más importantes de la agenda pública, los que les sirven como claves de orientación, constituyendo una lista de los asuntos de importancia y temas sobre los cuales se estima que debe basarse y ajustarse el examen de candidatos y de partidos. ■

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