Buena parte y si no es que el origen del giro que cobró el estado (nuevo orden) de la población novohispana, obedeció a la situación a la que la llevaron, sin tenerla ni deberla, las guerras atlánticas de España contra sus rivales, los ingleses en primer término. Para hacer frente a la situación la Corona española encontró como vía más fácil para reunir recursos y solventar los gastos de guerra, recurrir al cobro de impuestos y expropiación de bienes raíces y obras pías administrados por la Iglesia. Fue entonces en donde las decisiones de orden político al repercutir en las relaciones sociales de los vasallos, afectaron directamente a su economía, y toda economía por sus implicaciones, como bien lo dijera Marx, es una economía política. Así quedó demostrado con el cobro de impuestos por parte de los oficiales de la Real Hacienda, para cumplir con lo establecido por la Real Cédula del 26 de diciembre de 1804 y su Reglamento respectivo, cuya aplicación y sus efectos nocivos, se presentaron en el siguiente año. Un testimonio que ilustra este problema fue la “Representación”, que no era otra cosa que una queja a la vez que un manifiesto político, redactada por el entonces Obispo de Michoacán Manuel Abad y Queipo, publicada originalmente el 24 de octubre de 1805. Este caso no obstante que su autor lo dio a conocer en representación de los sectores productivos de su diócesis (labradores y comerciantes), es del todo aplicable al resto de las provincias del virreinato novohispano, Zacatecas incluida, no obstante que en esta provincia la minería constituía la actividad más lucrativa. Si bien también había agricultores, no eran pocos los mineros que a su vez poseían haciendas agrícolas y ganaderas.
Es conocida la protesta (“Representación”) que su autor redactó, al siguiente año de haberse emitido la Real Cédula del 26 de diciembre de 1804, sobre la enajenación de bienes raíces y el cobro de capellanías y obras pías para la consolidación de vales reales. Abad y Queipo fue un reformista o un contra reformista de las medidas fiscales aplicadas por los borbones, más que un revolucionario. Nacido en Asturias al igual que Jovellanos, fue también notable reformista en las Cortes de Cádiz, a lo que podríamos agregar que también fue un ilustrado con el “grado de libertad espiritual para escuchar a Rosseau”, según Christopher Domínguez Michael, el autor de Vida de Fray Servando. Con su representación buscaba prevenir la quiebra de la economía y los males entre la población michoacana que se avecinaban. Salió en defensa de los labradores y comerciantes de Valladolid. Ya en 1786, Abad y Queipo había dado muestras de su preocupación por el bienestar común cuando colaboró para aliviar los estragos del hambre que se presentó no solo en Michoacán, sino en varias partes de la Nueva España, entre ellas Zacatecas.
Una situación crítica similar a la que se vivió en Michoacán por estos años, ocurrió también en la Provincia de Zacatecas. Los años de 1788 y el siguiente debieron ser de extrema sequía al grado de que se agotó el maíz para alimentar a la población y animales empleados en las minas del Real de la capital de dicha provincia, pues el 26 de noviembre de 1889, el interventor de la Real Hacienda, encargado de la administración de los caudales del Colegio de San Luis Gonzaga entregó a don Juan Martín de Cenoz, que a la postre era diputado del comercio y minería del Ayuntamiento de Zacatecas, la cantidad de 41 mil pesos, “para la compra de maíces”, según dio razón de ello Juan José Escobar, escribano de las Cajas reales. Este dinero entregado se le facilitó en calidad de préstamo al solicitante en representación del vecindario, quien, bajo la firma de la carta de pago respectiva, debería de reintegrarlo, “al rédito de un dos por ciento anual”. La ciudad de Zacatecas carecía de maíz y se requería comprarlo en donde fuera y al precio que se consiguiera. (Al respecto puede verse el documento del AHEZ, Fondo Ayuntamiento, Serie Enseñanza, “Utilización de los caudales del Colegio San Luis Gonzaga para la compra de maíces”, 26 de noviembre de 1789. fjs. 3 y 3v.).
Resulta que por entonces, el Real de minas y muy noble ciudad de Zacatecas, contaba con un “[…]corto número de fanegas de maíz existentes en éste pósito, y la pérdida de las cementeras por la falta de temporal de las aguas, temeroso de que mirándose las entradas de éste grano llegará a faltar en el todo, con otras fundadas razones a que tuvo consideración, acordó representar al señor Don Felipe de Célere, Corregidor intendente de ésta capital y su provincia, los arbitrios que consideró más oportuno, para sobrevivir a está urgente necesidad”, (op. cit.).
Problemas como las sequias que ocasionaban la falta de granos, aunado a la imposición del cobro de los vales reales, serían causas que vendrían a abonar el terreno al movimiento autonómico independentista.
Referencias.