Su prestigio interpreta lo que tiene que ver con el nuevo urbanismo mundial, su óptica popular, su restauración y promoción en las nueva ciudades y Lupita Marchan -o Marchant- lo ha sabido conducir y es por ello que domina donde se para y desde hace 8 meses es -para orgullo de los zacatecanos- alta funcionaria de la ciudad más importante de Latinoamérica, Monterrey, Nuevo León, donde fue invitada a trabajar como subsecretaria de Desarrollo Urbano.
María Guadalupe López Marchant viene del vértigo, de la solicitud, de la laboriosidad y la entrega a los estudios, viene de apaciguar las inquietudes y afincarse en los nuevos rumbos siempre, mostrando ser de la disciplina su mejor alumna y eso atrae, da resultados, escala-como las buenas cabras-montañas y altitudes y no hay condena, no hay mordaza, hay expectativa.
Arquitecta de profesión, su señora madre le preguntó que para qué quería estudiar eso cuando vecinas y familiares acuciaban que fuera oficinista o contadora y al ver y sentir que era el camino, tuvo el apoyo ahorrando su jefita en jarritos las monedas necesarias para costear tan exuberante carrera apenas abierta en esos años para el presuroso estudiantado zacatecano.
Antes de recibirse ya daba clases en la misma institución, luego vendrían despachos y más temprano que tarde la invitaron a trabajar en el recién nombrado gobernador Ricardo Monreal y ahí se percató de la labor gubernamental, que no es nada fácil, que se les exige más de la cuenta para desquitar salarios, horarios fatigosos, resultados donde se requiere espíritu, nervio, templanza, laboriosidad y efusión.
Fue escalando hasta llegar a ser Secretaria en la pasada administración y con firmeza afrentó la circunstancia ante intereses encontrados de fraccionadores, empresarios del transporte, vecinos urgidos de viviendas y todo ese ajetreo administrativo de la gestión y la ejecución de programas que otorgan, que son muy fiscalizados, criticados por quien debe criticar y revisados con ojos de lince ante una opinión pública muy crítica, que no deja pasar nada.
Lupita, como casi todos los zacatecanos, viene de familias humildes que han luchado por salir adelante en mundo donde el machismo es cargar con puestos y prebendas, mafias tamizadas de cargos en admiraciones virulentas o dejadotas y su familia en cambio pudo tener el sólido hogar que amplia y armoniza el brío animoso de seguir hacia adelante y sin pararse y ha sido catedrática de altas instituciones académicas, 2 doctorados, 3 maestrías, diplomas, distinciones, cargos honoríficos de la Unesco o ICOMOS, esas instituciones que vigilan la marcha de las ciudades coloniales hacia el futuro.
Al finalizar la administración de Tello Cristerna, Lupita regresó a su antigua oficina como una trabajadora más y sin ningún aire de grandeza o de perdonavidas pero a los dos meses y debido a su buena fama nacional de rapidez, eficiencia y de alta gestión, fue invitada a la administración nuevoleonesa en donde ejecuta ahora importantes obras y proyectos donde convergen millones de personas.
Es una mujer que ha comparado de viva voz y presencial las ciudades de Latinoamérica en sus grandes potenciales con las ciudades mexicanas y eso afianza su capacidad de discernir lo justo ante la expansión de las nuevas metrópolis que requieren nunca colapsarse, ser resilientes, sanas, añadiendo lo mejor, siempre lo excelente.
La conozco desde que estaba muy jovenzuela, -13 o 14 años- alguna vez en mis visitas continuas a Zacatecas, ya por el teatro o los libros, la literatura, y aunque pasé 25 años sin verla, el reencuentro fue mágico y divertido e intenso y el pueblo gitano la abraza, la cuida, le dice, pule, atilda, hermosea las ciudades donde han de vivir la ofrenda por la dignidad, la entereza y la alegría.
¡Así nomás!
(Nuestro reencuentro tuvo que ver con la magia colombiana donde ella andaba en encuentro mundial de arquitectos, yo acababa de regresar de una larga estancia en la Argentina, acudí junto a mi hijo a presenciar a YES en el festival de Zacatecas en 2010-me urgía escuchar future times de su disco Tormato- y me preguntaba qué habría pasado con esa infanta risueña ávida de saber y ella -a pregunta expresa de un poeta colombiano que les inquirió a las asistentes en Medellín si alguna de ellas les habrían escrito alguna vez un poema, la única que alzó la mano fue Lupita, recordando uno que le escribí en aquella época gloriosa y exaltando su fervor por el estudio, la amistad, la música, etc.-entonces me buscó y coincidimos y ha sido bueno todo, porque implica historia, periodismo, libros, viajes, amor del bueno).