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sábado, 20 abril, 2024
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Sobre inmorales y amorales…

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Por: JORGE HUMBERTO ARELLANO •

En un marco para la excelencia en la enseñanza y la gestión escolar en la Educación Básica, la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros (USICAMM) establece ciertos perfiles profesionales, criterios e indicadores para docentes, técnicos docentes y personal con funciones de dirección y de supervisión. Como supuesto, este es el documento rector que permite brindar un servicio educativo de excelencia, acorde con los tiempos corrientes y las necesidades de la sociedad mexicana, en sus estados, municipios y comunidades. En teoría, las sugerencias desplegadas en el cuerpo del documento deben de fomentar y consolidar una serie de valores, necesarios para impartir y dirigir la tarea educativa.

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El quehacer profesional del magisterio se apega a ciertos principios, no solo pedagógicos, establecidos desde la ética y la legalidad de la educación mexicana. El documento rector también involucra el quehacer directivo y de supervisión escolar. De este modo, las exigencias directivas se derivan del “reconocimiento a las comunidades escolares, caracterizadas por el respeto a la diversidad, que se manifiesta en formas de pensar, sentir y actuar diferentes; el directivo despliega sus habilidades profesionales, para además de reconocer que la diversidad enriquece la tarea educativa, promover que entre los maestros, los alumnos y las familias, prevalezca un trato digno y respetuoso de los derechos humanos como condiciones que permiten el establecimiento de relaciones interpersonales armónicas y pacíficas”. Pero, ¿qué sucede cuando en los ámbitos de dirección no se cuenta con la capacidad, de orden netamente intelectual, para comprender la trascendencia del quehacer educativo y la inclusión respetuosa de todos y cada uno de los elementos que componen un colectivo de trabajadores?

La Escuela Secundaria General “Belisario Domínguez” ha fungido históricamente como el motor fundamental de la transformación del pueblo de Morelos, Zacatecas; por la etapa del desarrollo humano que atraviesan los educandos de la institución, se requiere de la participación, unificada y armoniosa, de todos los integrantes del colectivo de trabajadores, bajo una misma finalidad: el logro en la en la adquisición de conocimientos prácticos y científicos, a la par del desarrollo ético de los dicentes, para garantizar la inserción social apropiada de los egresados de esta institución. El objetivo y la tarea educativa primordial prevaleció a través de los ciclos escolares pretéritos, y prueba de ello es la prosperidad que se observa en las familias y en el éxito laboral de muchos egresados de esta escuela. La labor docente no se puede poner en cuestión; el esfuerzo y las aportaciones del colectivo de trabajadores han gozado del reconocimiento general de la sociedad morelense, desde la fundación de la escuela, en 1975.

A partir del ciclo escolar 2019-2020, la escuela vio amenazada la calidad en el servicio, tras la llegada de una pareja de directivos, marido y mujer, quienes, a primera instancia, se dedicaron a violentar la armonía laboral característica de esta comunidad escolar. Se subdividió al personal en elementos acordes a los intereses personales, y el resto, material humano denigrado a una subordinación determinada por el amago “legal”, atendiendo a parámetros de convivencia equivocados. Esa fue la primera de las tareas que se consolidaron en la institución, con la intención de interponer un estado de terrorismo institucional que garantizara el uso y el abuso del poder con fines contrarios al desarrollo académico efectivo, y por ende, contrario a los intereses de desarrollo escolar de los usuarios.

A partir del ciclo escolar citado, el hostigamiento laboral en contra del personal, fundamentado en estrategias carentes del respeto a los Derechos Humanos y profesionales se intensificó bajo la falacia de una supuesta superación, bajo la presumida y mal entendida consigna de la excelencia académica. Así, quienes pensaban diferente y expresaban sus posturas críticas sobre las actividades propias del colectivo, comenzaron a ser perseguidos de manera directa o indirecta, bajo hostigamiento verbal y amenazas legaloides, o atentados diversos, utilizando a terceros afines a sus intereses, propios y extraños de la comunidad educativa.

La problemática sigue en estos días: la falta de respeto a la persona, padecida por el grupo de personal de apoyo y asistencia a la educación; la imposición y la tergiversación de la temática a tratar en los espacios de discusión del colectivo docente, impuesta a unos atemorizados asesores técnicos internos; la intolerancia justificada solo por el hecho de que son “autoridad”, entre otros casos, son el “pan nuestro de cada día”. La mentira funge como herramienta principal de simulación de la excelencia directiva, ejemplificada por sus formas de actuar y dirigirse a los subordinados, principalmente en la toma de decisiones colectivas. Quien opina y hace aportaciones diferentes a sus designios es satanizado y perseguido por los todopoderosos directivos, al servicio de intereses oscuros, fortalecidos desde las más repugnantes cloacas del caciquismo educativo, anacrónico y retrógrada del estado. El desvío de los recursos económicos en accesorios triviales, para la comodidad del director, contradice su postura sobre la atención al educando; es contraria a las necesidades que padecen los salones de clase.

El individuo se caracteriza por una conducta moral, inmoral o amoral dentro del marco de la convivencia social. La escuela secundaria Belisario Domínguez vive uno de los peores momentos de su historia, debido al carácter inmoral de sus actuales directivos, si su actuar es conducido por el conocimiento de causa; o de cierto modo, amoral, si su proceder no se apega a principios racionales válidos tendientes hacia la generación de una convivencia sana y pacífica en la comunidad escolar.

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