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viernes, 29 marzo, 2024
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Editorial Gualdreño 494

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Por: JÁNEA ESTRADA LAZARÍN •

Estudiar historia ha sido uno de los placeres más grandes de mi vida; lo hice de manera formal apenas hace algunos años al hacer el doctorado, aunque siempre he estado interesada en los procesos que determinan el cómo se ha ido construyendo nuestro presente. Más enfocada en la trama y urdimbre de este tapiz multicolor de la cultura y las artes en Zacatecas, he encontrado en mi camino de investigación a personajes que han contribuido a que el orden cultural que tenemos actualmente se haya ido transformando paulatinamente. Esto viene a colación de dos cosas: primero, el pasado 12 de septiembre se celebró el Día del Historiador -felicidades, colegas-; y segundo, un 12 de septiembre también, pero de 1950, rindió protesta como Gobernador del Estado de Zacatecas, José Minero Roque. 

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Lo he dicho aquí en ocasiones anteriores, Minero Roque fue uno de los gobernadores más cultos que hemos tenido -si no es que el más-, y que puso sus empeños en que la cultura y las artes fueran un eje fundamental del progreso en la entidad. Cuando tomó posesión, era más que evidente que la vida y los estudios que había realizado en Roma y aquí mismo en el Instituto de Ciencias, le habían ayudado a comprender que “el progreso de los pueblos” no podía centrarse solo en el mejoramiento de su economía, sino en el cultivo y “alimento de su espíritu”, al afirmar reiteradamente que no “solo de pan se alimenta el hombre”. Esa intención, de que el ser humano tuviera cada vez más contacto con las bellas artes, se complementó con el objetivo de rescatar los valores históricos y patrimoniales de nuestra entidad. 

En este sentido, trabajó mucho para establecer un plan de acción en el que realizó alianzas con artistas como Francisco Goitia a quien hizo su aliado; con los artistas de la ciudad que trataban de impulsar una escuela formal de arte; con instituciones como el Seminario de Cultura y el INBA; y con el Instituto de Ciencias que posteriormente se convertiría en Universidad Autónoma de Zacatecas. Supo generar un equipo de trabajo cuya participación dio como resultado que la cantidad y calidad de las actividades artísticas no solo aumentaran en la capital, sino que varios municipios fueran beneficiados; y, además, realizó las acciones pertinentes para que se fundara el Instituto Zacatecano de Bellas Artes, la institución que daría pie a que se creara, en la década de los 80 del siglo pasado, el Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde.

Este 12 de septiembre, 71 años después de que hiciera lo propio Minero Roque, tomó posesión como Gobernador David Monreal Ávila, y en su discurso inicial afirmó que durante su gestión se reestructuraría el Instituto Zacatecano de Cultura. Una reestructuración que resulta más que necesaria, urgente; entre otras cosas porque esta nueva administración se encontrará con una nueva Ley de Cultura del Estado de Zacatecas, aprobada hace unos meses y publicada la semana pasada, que  augura más problemas administrativos que beneficios; errores en su redacción que limitan la participación de creadores y patrocinadores -mencionados como “mecenas” en el documento-; y un dictamen financiero negativo -generado previo a la autorización de la ley-, salvo que se asegure un aumento importante en el presupuesto inicial y la certeza de un incremento anual del 20%; súmele a esto que a partir de ahora tendrá, si no se modifica la ley en lo inmediato, que generarse el reglamento de operación, porque todavía no existe.

Las nuevas disposiciones gubernamentales apuntan a que se implementará, a partir de ya, un plan de austeridad mayor al que teníamos y en el Presupuesto Federal de Egresos para el año 2022 se estipulan nuevos recortes, en los que, adivinó bien, Zacatecas tendrá que enfrentar el reto de operar con menos recursos financieros. No hace falta encontrar el hilo negro, como bien lo dijo en su discurso el nuevo gobernador, para hacer bien las cosas, pues la historia nos da ejemplos de lo que se ha hecho bien y lo que no en tiempos pasados. Vuelvo nuevamente a recordar a Minero Roque, quien hizo hasta lo imposible para gestionar recursos que fueron invertidos en iniciar con el cambio de un nuevo orden cultural, en un tiempo en el que destinar presupuesto a la cultura no era ni siquiera considerado. Confío en que eso sea tomado en cuenta y que el ejemplo de lo que hizo ayude a las nuevas autoridades a cumplir con sus objetivos.

Que disfrute su lectura.

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