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miércoles, 16 abril, 2025
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El arte de explorar la verdad Entrevista a Nadia Contreras sobre La infinita aproximación

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Por: HÉCTOR RAMÍREZ •

La infinita aproximación, reciente obra de Nadia Contreras, es una antología de ensayos que recorren una década de intensa reflexión sobre la vida, las relaciones humanas y la búsqueda perpetua de conocimiento. Publicada por Bitácora de vuelos ediciones en 2024, esta obra invita a los lectores a una travesía intelectual y emocional que, aunque no promete respuestas definitivas, nos acerca cada vez más a una comprensión de nuestra esencia.

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Héctor Ramírez (*): La infinita aproximación plantea una búsqueda constante de la verdad y el conocimiento. ¿Cómo surgió la idea de esta obra y qué significa para ti ese concepto de «aproximación» que mencionas?

Nadia Contreras: El concepto de «aproximación» refleja precisamente ese afán de entender, de saber, pero sin la expectativa de llegar a una verdad absoluta. La vida es un viaje, un proceso de constante aprendizaje. Este libro recoge mis reflexiones a lo largo de una década, en la que me he preguntado sobre la esencia humana, nuestras relaciones, el universo. Cada ensayo es una parada en ese camino, una mirada hacia lo que somos y lo que estamos intentando ser.

HR: Uno de los capítulos que más resuenan es Memorias sobre mi padre y una infancia, donde haces una exploración muy personal de tus recuerdos familiares. ¿Qué importancia tiene la infancia en tu obra y, en particular, tu relación con tu padre?

NC: La infancia es una fuente inagotable de emociones y recuerdos, y mi relación con mi padre ha marcado profundamente mi vida. En el ensayo, hablo de «huecos en nuestra historia», de esos momentos que la memoria no retiene, pero también de imágenes muy vivas, como verlo caminar hacia el ingenio azucarero. Mi padre es una figura que, aunque estuvo presente, también representaba ausencias que me marcaron. Escribir sobre eso es una manera de explorar mi propio pasado y entender cómo esos vacíos nos definen.

HR: En Los deseos de esta manera, por precaución… reflexionas sobre los deseos y la fugacidad de la vida. ¿De qué manera estas reflexiones se conectan con tus propias experiencias vitales, como las intervenciones quirúrgicas que mencionas en el texto?

NC: Vivir experiencias cercanas a la muerte transforma tu perspectiva. Después de mis intervenciones quirúrgicas, comprendí que la vida es demasiado corta para vivir proyectando deseos a largo plazo. Ahora prefiero enfocarme en pequeños logros diarios, metas alcanzables que me permitan disfrutar del presente. Como menciono en el ensayo, «los deseos que quiero ver son aquéllos que se dan en un periodo cercano en el tiempo». Es una manera de encontrar paz en lo inmediato, sin agobiarme por lo incierto del futuro.

HR: En Viajar hacia lo que somos, utilizas el viaje como una metáfora de la vida. ¿Cómo conectas el viaje físico con el proceso interno de autodescubrimiento?

NC: Para mí, viajar es más que desplazarse de un lugar a otro. Cada viaje externo refleja un proceso interno de cambio, de autoconocimiento. En el libro, menciono que «cada viaje que realizamos es un viaje hacia lo que somos», y eso es lo que he experimentado. Cuando nos alejamos de nuestra rutina, cuando enfrentamos nuevos horizontes, también nos enfrentamos a nosotros mismos. Es en esos momentos de soledad y cambio que realmente descubrimos nuestras verdades más profundas.

HR: Uno de los temas más dolorosos que abordas es el desamor y la soledad en tu primer matrimonio, sobre todo en relación con la falta de intimidad. ¿Cómo te ayudó la escritura a procesar ese periodo tan difícil?

NC: La escritura fue mi salvación en esos momentos de oscuridad. Pude exteriorizar el dolor, la frustración, la sensación de estar atrapada en una relación que no me nutría. Como menciono en el libro, experimenté «la incapacidad de vivir la intimidad, de compartir travesuras y explorar plenamente el cuerpo». Escribir sobre esa experiencia fue una forma de comprenderla mejor y, en última instancia, de liberarme de ella. Creo que muchas personas pueden identificarse con ese tipo de sufrimiento en silencio.

HR: Memorias sobre mi padre y una infancia incluye referencias a obras como Ordesa de Manuel Vilas y Los años falsos de Josefina Vicens. ¿Qué rol juegan estos autores en tu desarrollo literario?

NC: Ambos autores me han influenciado profundamente. Vilas, en Ordesa, aborda la figura del padre y el duelo de una manera tan cruda que no puedes evitar reflejarte en su dolor. Con Josefina Vicens, en Los años falsos, me fascina su capacidad para describir el conflicto entre lo que somos y lo que nos exigen ser. Estas lecturas me han ayudado a estructurar mis propias reflexiones sobre la memoria, el dolor y las relaciones familiares.

HR: En el capítulo El equilibrio de las sombras, exploras las dualidades en la vida, como la alegría y la tristeza, el amor y el desamor. ¿Crees que esas dualidades son inherentes a la experiencia del amor?

NC: Absolutamente. El amor es, en esencia, un equilibrio entre luz y sombra. En el libro, menciono que «la poesía me ayuda a mirarme con claridad, pero también el amor de aquéllos que me rodean». He experimentado ambas caras del amor: el que te da estabilidad y el que te sumerge en el caos. Creo que es importante aceptar ambas facetas para realmente entender lo que es amar.

HR: La poesía parece ser un eje central en tu vida. ¿Qué papel ha jugado en tu proceso de introspección y sanación?

NC: La poesía es mi refugio. Escribir poesía me permite poner en palabras aquello que no siempre puedo expresar de otra manera. Como menciono en El equilibrio de las sombras, la poesía «me ayuda a mantener el equilibrio en la vida». Ha sido mi herramienta para navegar emociones difíciles, para encontrar claridad en medio de la confusión, y sobre todo, para conectar con los demás a un nivel más profundo.

HR: En el ensayo Escuchar y mirar. Sobre todo, mirar, mencionas tu decisión de desconectarte de la tecnología para reconectar con lo esencial. ¿Cómo ha sido este proceso para ti?

NC: Ha sido revelador. Vivimos en un mundo que nos exige estar conectados todo el tiempo, pero al hacer una pausa y dejar de lado el teléfono o la computadora, he redescubierto el valor de las pequeñas cosas. Como menciono en el texto, «dejar el celular me ha permitido reconectar con las pequeñas cosas: el sonido del viento, la risa de un ser querido». Es un ejercicio que todos deberíamos intentar para no perder de vista lo que realmente importa.

HR: Finalmente, Nadia, ¿qué esperas que los lectores se lleven de La infinita aproximación?

NC: Espero que los lectores encuentren en estas páginas un reflejo de sus propias búsquedas. Que entiendan que la vida no es un destino, sino un viaje constante, una aproximación perpetua a la verdad, al amor, a uno mismo. No se trata de llegar a la meta, sino de aprender a disfrutar del camino.

Con La infinita aproximación, Nadia Contreras nos ofrece un mapa para navegar las complejidades de la existencia. Cada ensayo, una parada en este viaje interminable, nos invita a reflexionar sobre la vida, el amor, y la búsqueda de significado en un universo en constante cambio.

Nadia Contreras
Nadia Contreras

Muestra de La infinita aproximación, de Nadia Contreras
(Ensayo breve, Bitácora de vuelos ediciones, 2024)

Viajar hacia lo que somos
Me gusta viajar, sobre todo por carretera. La antesala de los preparativos, el día en que uno parte con suficientes maletas, con víveres esenciales para acortar el tiempo mientras el horizonte se amplía, a veces benévolo, delante de nuestros ojos. Otro de los momentos favoritos es llegar al lugar en que pasaremos la noche o, bien, los tantos días. Habitaciones de hoteles, por ejemplo, que al abrir la puerta te ofrecen una luz tibia sobre los objetos: la cama amplia, la mesita de noche o escritorio, el armario con perchas, la pequeña sala. Me gustan las habitaciones bien acondicionadas y de cortinas que permitan entrar la luz si uno quiere, abrirlas acaso, cuando haya finalizado el encuentro amoroso. Cualquier cosa puede ocurrir a puerta cerrada en una habitación de hotel. Me refiero a la complicidad, al acto de redescubrirse lentamente. “En todos los momentos donde mi ser estuvo, / en todo esto que cambia, en todo esto que muda, / en toda la sustancia que el espejo retuvo, / sin ropajes, el alma está limpia y desnuda”, escribe Alfonsina Storni. 

En la novela La paz de los sepulcros, de Jorge Volpi, por ejemplo, en un hotel a las afueras de la Ciudad de México, dos cuerpos sin vida son encontrados: el de Alberto Navarro, importante político y posible candidato a la presidencia, y el de un joven desconocido. Dicen: los hoteles están llenos de historias, de romances, de misterios. Y de crímenes. ¿Qué pueden decirnos sus pasillos, sus rincones, las habitaciones mismas? Si hay un hotel en Los Ángeles que es mejor no pisar, leí hace algún tiempo en una de las páginas de El confidencial, ése es el antiguo hotel Cecil. Apodado como el lugar más embrujado de la ciudad, cuenta con una larga historia de suicidios, asesinatos, desapariciones y reportes de actividad paranormal. Un lugar para no dormir, literalmente. Construido en 1927, se dice que sirvió de inspiración para una de las temporadas de la serie American Horror Story. Cuenta con 600 habitaciones y algunos de sus huéspedes son tristemente famosos, como Elizabeth Short, apodada “La Dalia Negra”, que fue vista por última vez en sus inmediaciones antes de ser terriblemente descuartizada en 1947, los asesinos en serie Jack Unterweger y Richard Ramírez ‘El acosador nocturno’, y Elisa Lam.

La historia de los hoteles se remonta a la antigüedad, donde el servicio de alojamiento era considerado una obligación social. Si uno busca en internet, se encontrará con datos relevantes en torno a estos sitios en donde lo que importa es quedarse a solas, “cuando estuvieran solos él y ella en la habitación del hotel, entonces estarían juntos y a solas”, escribe Joyce en Dublineses (1914). Durante el Imperio Romano, las posadas estaban designadas para alojar a los altos funcionarios y también a los viajeros de paso. Sin embargo, estos centros no eran exclusivos para el alojamiento, sino que también eran centros de diferentes actividades o negocios. Hacia los siglos X y XI tras la caída del Imperio Romano, los monasterios se apropiaron del servicio de hospedaje. Lo prestaban de forma voluntaria y además estaba protegido por ley. A partir del siglo XII y XIII las cruzadas dieron un fuerte impulso al comercio y la hospitalidad dio paso a locales que comenzaron a cobrar a cambio de alojamiento. De los siglos XV al XVIII se desarrolló un servicio de posadas, no sólo destinadas al alojamiento de viajeros sino también como centros de actividades, negocios o para elegir a miembros del consejo eclesiástico o del parlamento.

El primer hotel de concepción moderna fue el “Badische Hof” construido en Alemania, con algunos aspectos novedosos para la época como sala de lectura o biblioteca. Con la aparición del ferrocarril también surgieron los hoteles “término” para dar alojamiento a los viajeros al lado de las estaciones. A mediados de 1800 aparecieron los hoteles de propiedad corporativa. El famoso Ritz y su cadena de hoteles se inauguró en 1880, y el modelo de negocio se extendió de Europa a Estados Unidos tras 1900. Francia fue el gran referente en la industria hotelera desde mediados del siglo XIX hasta que a finales del siglo XX Estados Unidos tomó el relevo con sus grandes cadenas hoteleras y gigantes establecimientos.

Puede que algún día decida vivir en una ciudad inmensa para abrazarla eternamente y que ella me corresponda. Cada viaje que realizamos es un viaje hacia lo que somos, hacia nuestras particularidades y hacia aquellas facetas que revelamos sin querer, día tras día. “Soy todos los viajes que he realizado” es una frase válida. Y lo vivido en cada destino, en cada hotel, y las experiencias de amar profundamente, son fórmulas para ser felices.

Sobre la autora:
Nadia Contreras Ávalos (Quesería, Colima, 1976). Escritora, académica, tallerista y gestora cultural. Es fundadora y directora de Bitácora de vuelos ediciones, revista de literatura y sello editorial en formato físico y electrónico. En 2020 obtuvo la beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) para proyectos digitales del programa “Contigo en la distancia”. Becaria del PECDA Coahuila, en la categoría Creadores con trayectoria, género Poesía (2016-2017; 2021-2022) y galardonada con diversos premios estatales y nacionales. En 2014 el Congreso del estado de Colima le otorgó la presea Griselda Álvarez Ponce de León por su trayectoria en la literatura. Su obra ha sido traducida al inglés, portugués e italiano. Escribe para diferentes medios nacionales y extranjeros. Sus libros más recientes en el género de poesía son: La niebla crece dentro del cuerpo y La luz es un efecto óptico. Antología de poemas (2003-2022). Es Coordinadora de Literatura del Instituto Municipal de Cultura y Educación Torreón. Ver: Incendio de imágenes (https://www.nadiacontreras.com.mx)


* Héctor Ramírez es periodista y gestor cultural mexicano, se dedica a la promoción de proyectos literarios y artísticos en la Ciudad de México, con énfasis en la literatura latinoamericana.

 

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